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Columna Sí señor Astori, el desempleo es un gran drama

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 4 ago 2018
  • 3 Min. de lectura

“Para los de arriba hablar de comida es bajo. Y se comprende, porque ya han comido. Los de abajo tienen que irse del mundo sin saber lo que es comer buena carne”. Catón de Guerra Alemán.

Bertold Brecht.

Escribe: Prof. Andrés Freire

Hace un par de días tuvimos la ocasión de ver en televisión a nuestro excelentísimo Ministro de Economía y Finanzas explicando que si bien el desempleo había aumentado, esto no era una situación dramática, como si la cifra de 8 por ciento de desempleo no fuera suficiente para hacer saltar todas las alarmas habidas y por haber; significan simplemente que de cada 100 uruguayos hay 8 que no trabajaron por lo menos una hora paga en la última semana y que están buscando trabajo. 8 de cada cien, tu vecino de enfrente, tu hijo, tu hija, tu pareja, vos mismo, y eso sin contar a los que trabajan en negro, a los que cumplen unas pocas horas a la semana, y a quienes a su vez ya no buscan trabajo, porque saben que no van a conseguir, ¿o que trabajo hay para una mujer de 50 años, por ejemplo? Es muy fácil para quien integra el selecto grupo de la clase de gente a la que no se le puede pedir tanta poesía, quitarle dramatismo a la situación, decir no es para tanto, porque para los de arriba los que ya han comido, hablar de comida es algo bajo. Yo vivo en un barrio donde hay mucha gente bien y trabajadora, y veo la angustia de quien depende de una changa que sale o no para poder comer, gente noble que no quiere depender de un plan social, quiere trabajar, vecinos que hasta hace unos meses trabajan en la construcción por ejemplo y tenían oficio y patrones que no eran malas personas, de pequeñas empresas que rotaron el seguro de paro primero, después despidieron a los que no tenían hijos por ejemplo, y después quedaron con el mínimo personal a ver si sale algo. Veo los muchachos y a mujeres y hombres grandes que juntan piñas, hongos, salen a hacer jardines, a lo que sea para parar la olla, veo la angustia y las carencias de los padres y las madres de los alumnos cuando no hay trabajo. Y me consta directamente que habrá quien aspire a vivir de ayudas sociales, pero la inmensa mayoría aspira a un empleo digno; y vivo a través de mis alumnos ya grandes sus angustias y frustraciones. 8 por ciento de desempleo en Uruguay es una cifra totalmente disparatada, coherente sí con una política desindustrializadora que ha apostado todo a ser una factoría neocolonial de materias primas con mínimo valor agregado, y coherente con una política de reducción de los salarios reales en la fase cíclica de crisis en la que estamos entrando; el ejército industrial de reserva se amplía para presionar a la baja los sueldos y las jubilaciones. El máximo aceptable de desempleo para una economía como la nuestra no puede ser superior al 4%; pero bueno salgamos de los números, de la fría estadística y pensemos que tras los símbolos, está María que no consigue su primer empleo, Juan con 45 años y una familia atrás, Perla que si no paga la desalojan del cuarto de la pensión, y Ricardo que ve como su viejo gasta las suelas y los cómputos del celular inútilmente. Hablemos entonces de comida, porque todos no hemos comido; hablemos de nuestros dramas, pensemos como trabajadores, yo quiero ver a mis vecinos, a mis alumnos, a mi familia con la dignidad enorme de quien se ha ganado el pan con el sudor de la frente, y ocho por ciento -que tampoco es real- es una afrenta a la dignidad humana…


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