Reflexión: Calesita en la Industria Frigorífica
- La Juventud Diario
- 19 jul 2018
- 2 Min. de lectura

Por Anael Cardozo Dirigente sindical del frigorífico Carrasco
En medio de la celebración por la confirmación de la fecha de licencia por parte de la empresa (un mes antes de salir «mejor tarde que nunca» suspira el trabajador) una nueva decepción nos abruma. Resulta que por pasar meses en el seguro de paro debido a los diferentes mecanismos que utiliza la empresa para sobrogar responsabilidad y obligaciones, nos sacarán días de licencia de acuerdo a un cálculo maldito pero legal. ¡Claro! como van a sumarnos días de licencia que no trabajaste y gozabas en definitiva de un derecho. Bueno, en ese entonces en cuanto al subsidio, ya habíamos agotado los jornales que nos corresponden por ley, lo cual nos introdujo en una calesita entre empresa y Ministerio para conseguir prórrogas y mantener las deudas a flote (conste que la empresa dividió nuestra producción entre las otras dos plantas que le pertenecen para agudizar la tensión) para ese entonces ya habíamos gozado de nuestra licencia y debimos librar una lucha que dividió las aguas pero fortaleció otros aspectos. Producto de esa etapa sombría que nos tocó pasar hoy se nos reduce la licencia y como ya es costumbre en esta industria, no sabemos cuándo nos vamos a reintegrar. A paso firme marcha el negocio de la carne, pese a los vaivenes propios de la industria y la situación regional, estas empresas de capital extranjero no hacen una inversión para perder y menos en Uruguay, por lo cual el Gobierno debe proteger al inversor con políticas de autorregulación, como los seguros de paro que en definitiva y a la larga termina pagando el propio trabajador («pero mejor algo que nada» suspira el trabajador). Excusar cierre por pérdidas, falta de ganado o reestructuras es moneda corriente, todas ellas posibles, aunque muchas veces esconden intereses perversos que sólo se visualizan en la interna, aún así intentan mostrarnos ante los medios y otros órganos, como la parte incomprensible y abusiva (mira que hemos tenido cintura para lidiar con estos nenes). «¡¡El Uruguay es carísimo!!» dicen los empresarios, «y que dejas pa nosotros» les contestamos. No es fácil ser emprendedor en Uruguay, venir de abajo y con pocos estudios, somos hábiles para revolvernos en el día a día pero al sistema no lo agarramos más. Aún así hay que defender el contrato, desigual o no, para mantener por lo menos una estabilidad laboral. Pero se nos hace más difícil cuando sabemos que el problema se trata de poner la casa en orden, ya que esta empresa tiene los convenios internos vencidos y en proceso de discusión en las tres plantas. Una de ellas, más avanzada en la discusión, la mantiene paralizada, las otras dos están a la expectativa de lo que haga la empresa y los demás sindicatos («por lo menos tengo trabajo» suspira el trabajador). Las licencias y seguros de paro están siendo utilizados para condicionarnos, ambos derechos manipulados por las empresas a conveniencia o beneficio propio. Cada vez disfrutamos menos de los derechos que supuestamente deberían beneficiarnos, salir de licencia es una preocupación más que un descanso para el trabajador. Apretar el bolsillo y cruzar los dedos es la consigna.
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