Columna Herencia maldita
- La Juventud Diario
- 14 jul 2018
- 4 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *
Había triunfado el FA por primera vez. En una reunión de vecinos, un futuro jerarca de INC y del Ministerio de Ganadería, de aspecto guevarista pero alma mujiquista, explicaba que Botnia-UPM no tenía marcha atrás. “Lo heredamos” justificaba; “pero nuestros proyectos futuros serán bien diferentes”. Pasaron los años. ¿Qué hereda el país 14 años después, cuando va culminando la tercera administración consecutiva del FA? Extranjerización insultante de la tierra, envenenamiento y privatización del agua, expulsión de la familia rural, debacle educativo, desempleo, deterioro y corrupción en la salud, desmantelamiento industrial, sometimiento abyecto a las trasnacionales saqueadoras, más gente en situación de calle, hacinamiento carcelario, bancarización voraz, impuestos sobre impuestos. Heredamos un encadenamiento feroz a la deuda pública triplicada, una ley forestal de difícil anulación, junto a corrupción y acomodos descarados; sufrimos hasta la renuncia a la soberanía en términos de arbitraje en litigios con las empresas que nos saquean. Podríamos seguir, pero lo peor que hizo este FA, al transformarse en su contrario, fue matar la esperanza, decepcionar profundamente, desprestigiar hasta el concepto de izquierda. Desde luego, el maquillaje gubernamental intenta disimular los hechos: hay una nueva legislación sobre aspectos que lo estaban necesitando, y planes asistenciales que se vuelven cuidadoso clientelismo político. Por su parte, las redes virtuales arrojan barro sobre nuestra UP, para declarar después que “el FA es lo menos malo”. A nosotros nos toca ser el blanco de esos rumores anónimos cada vez con mayor asiduidad, y no es casual. Lo hemos dicho con meridiana claridad: no hacemos concesiones demagógicas para ganar votos. Consecuentes con nuestros principios, por ejemplo, no votamos impuestos a ninguna jubilación, civil ni militar; y al mismo tiempo levantamos en solitario el reclamo de anular la Ley de Caducidad, exigimos juicio y castigo y la reforma drástica de la Ley Orgánica Militar. En medio del Mundial los combustibles subieron 9%, y la rendición de Cuentas entró sigilosamente al Parlamento. Su lectura es deliberadamente compleja, pero su trasfondo es sencillo. El Producto Bruto Interno (que incluye todo, hasta lo que sale de zonas francas y no paga impuestos), es de U$D 59.000:000.000. El Presupuesto General de Gastos, del que se ocupa la Rendición, es de U$D 14.000:000.000. La Deuda Pública que se triplicó bajo el FA asciende ahora a U$D 40.000:000.000 (en el 2005 la Deuda Pública era U$D 14.000:000.000). La Deuda es el futuro, pero pagar sus crecidos intereses es el presente; el servicio de la deuda cada año nos cuesta U$D 3.000:000.000. A la Duda hay que sumarle las colosales sumas que estaremos entregando en un futuro próximo para pagar los proyectos Público Privados. Con esa cifra arreglábamos el 6% para la Educación y sobraba plata. Con lo que se robó en ANCAP, desarrollaríamos un tremendo plan de Vivienda Popular. Para todos estos cálculos uso dólares porque en pesos uruguayos llegaríamos a un inútil derramamiento de ceros. El Plan Ceibal, que es la versión local del programa imperialista para manipular las mentes de nuestros niños, insume U$D 2.000:000.000 anuales. ¿Cómo liberarnos definitivamente de toda esta herencia maldita, que ha procurado hacer irreversible, legal y financieramente, la entrega de nuestro patrimonio? El Programa de la UP es la única brújula posible. Pero este Programa seria sólo una quimera si no convocara la diversidad que ya convoca, si no llamara al pueblo a organizarse y a movilizarse por él, porque el programa de la UP no es una creación de laboratorio, sino que se nutre en las mejores tradiciones y anhelos de nuestro pueblo trabajador. Tampoco podría avanzarse hacia él si en este momento de crecimiento de la UP, crecimiento modesto pero permanente, si en esta coyuntura propicia abandonáramos la fraternidad y la vigilancia fraterna sobre los nuevos compañeros, para ayudarlos a no desviarse jamás del camino ético emprendido. La Rendición de Cuentas importa por lo que hace: por ejemplo, se castiga al que trabaja más con el IRPF, y nada al que especula en la Bolsa o al que se refugia en la “Banca off shore” de Bahamas, Panamá o las Islas Vírgenes. Pero también la Rendición se define por lo que no hace: por la omisión de impuestos a los grandes amos extranjeros del país. A propósito: Astori suprimió en el 2007 el impuesto a la ganancia bancaria privada (IMABA), que generaba por entonces U$D 90:000.000 anuales. Hoy, si lo reimplantáramos, teniendo en cuenta además de los bancos privados a las redes privadas de de crédito y de pagos, en las cuales hay que iniciar ahora hasta el trámite del pasaporte ¿Seguirían diciendo que no hay plata para mejorar nuestra vida? Con estas y otras medidas contra el privilegio, ¿alguien se atrevería a afirmar (boina ladeada, el Che en el termo y el neoliberalismo en el alma) que no es posible avanzar hacia un desarrollo diferente, soberano, socialmente solidario y ambientalmente sustentable?
* Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.
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