Columna Recapitulando
- La Juventud Diario
- 9 jul 2018
- 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *
En sus orígenes la Humanidad sobrevivió gracias al colectivo. La inferioridad física ante los grandes depredadores de aquel mundo primitivo fue compensada por la organización social. El trabajo colectivo creó un nuevo sistema de señales, y en su seno nació el pensamiento abstracto. Las expresiones instintivas, al formularse en forma conceptual, se volvieron manifestaciones espirituales. Si el espíritu trasciende al cuerpo más allá de la muerte, es otro debate; pero que el espíritu que se vuelve conciencia social puede mover montañas, eso está probado. Gracias a la Comunidad, gracias a la experiencia acumulada y transferida, junto a la capacidad de formular hipótesis, se logró un gran desarrollo de las Fuerzas Productivas. Llegó un momento en el cual cada ser humano podía producir más de lo que necesitaba para sí mismo. Surgió así la posibilidad de obligar a unos seres humanos a trabajar para otros, como ya se hacía con los animales de carga. La minoría que eligió romper con la fraternidad originaria resultó mejor organizada que la mayoría, la cual, sin advertirlo de inmediato, terminó engrosando la esclavitud. Con la esclavitud nacieron las revoluciones, y con el nuevo desarrollo de las Fuerzas Productivas surgieron nuevas formas de opresión, como la Feudal (posesión privada de la tierra) o la Asiática (control imperial del agua para riego). Ninguna de estas formas de explotación se ha extinguido; cada una revive con otra fachada. La opresión moderna utiliza el dinero como Capital. En su lucha contra el Capital, la clase obrera aprendió dos cosas: cuáles eran los mecanismos de su explotación y cuál era su fuerza para abolirla. Una vez más, como en tiempos de resistencia a la mega fauna primitiva, el arma era la organización: social primero, política después. En cada país capitalista los obreros desafiaron el Poder, y hasta llegaron a tomarlo por unos meses en París (1871). En el siglo XX, el Capital transfirió las formas más brutales de explotación a los países pobres, y sobornó a muchos dirigentes obreros de los países ricos. Las formas más agudas de la confrontación social pasaron a los países pobres, y como respuesta, en territorio de la Europa Oriental y Asia Central, los pueblos crearon un primer laboratorio social revolucionario que se llamó URSS. En 1945 – 1949 los laboratorios sociales (“comunistas”) tenían una expansión planetaria formidable, pero ya mostraban su fragilidad interna. Además de sus imperfecciones, en la URSS, durante la Segunda Guerra, había caído lo mejor y más decidido de su juventud. En el desquicio post bélico, funcionarios corruptos y acomodados se apresuraron a ocupar los sillones vacíos y comenzó un período de decadencia y claudicaciones. El poder “comunista” en Europa oriental resultó corruptible, y en China, de otra forma, también. Ni que hablar de los “Partidos Obreros” de Occidente. Los Estados menos desarrollados empezaron a buscar por entonces modelos de desarrollo más independientes, pero el Capital financiero mundial (dirigido por USA) inventó el mecanismo tramposo de la Deuda Externa. “Muchachos, les prestamos dinero para que se desarrollen. Eso sí, de haber dificultades para el pago, firmamos juntos una “carta de intención”: y ustedes se comprometen a reducir el gasto hasta que puedan pagar; porque si no pagan, nadie más les prestará un peso”. La trampa consistía en quela Deuda se volvía impagable. Algunos gobiernos dignos pensaron en hacer la auditoría de la deuda acumulada, ver si toda ella era legítima; pero para evitar este acto de soberanía, los obsecuentes enanos enquistados en Finanzas se apresuraron a pagarla entera, de la única forma que podían hacerlo: endeudando al Estado con privados anónimos a través de títulos de deuda pública. Esto complica la moratoria y la auditoría, pero como en todo crimen, las huellas aparecen si se desea buscarlas y siempre hay soluciones si hay coraje para afrontarlas. Los Estados que hoy buscan su soberanía se ven atrapados en una telaraña de deuda impagable y en el marco de una legislación internacional prepotente; pero el problema principal no es ese. El drama principal es que faltan organizaciones políticas revolucionarias que se atrevan a cortar esos lazos de dependencia, definiendo lúcidamente las grandes líneas estratégicas hacia un futuro de soberanía y dignidad, frenando además el saqueo ambiental. A partir de esos objetivos, estas organizaciones políticas de los trabajadores y el pueblo deben definir las tareas de la coyuntura actual, la política de alianzas que esta misma coyuntura demanda, y terminar de esta única forma posible, revolucionaria, con las inequidades y discriminaciones diversas que se sufren desde la Antigüedad esclavista. Sin ser los únicos en el Planeta, por supuesto, en la UP-AP nos movemos en esta dirección.
* Maestro y escritor, dirigente político y candidato por la UP a la Presidencia de la República para las elecciones de 2019.
Entradas relacionadas
Ver todoLa posibilidad de aumentos de tarifas y de impuestos había sido negada enfáticamente por el presidente Luis Lacalle Pou durante la...
En estos días es evidente que ante un nuevo aniversario del Movimiento 26 de Marzo, muchas cosas y conceptos se ponen sobre la mesa en...
En los últimos tiempos han ido surgiendo en forma cada vez más amplia problemas y situaciones cada vez más difíciles de atender, con las...
Comments