Columna Nuestra enorme responsabilidad
- La Juventud Diario
- 25 jun 2018
- 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella *
Desde 1985, año en que volvimos a la institucionalidad, asistimos a la claudicación ideológica de muchos compañeros. Entre ellos, algunos buscaron acomodarse, y otros dieron un paso al costado, porque concluyeron que la lucha ya no valía la pena. Para estos últimos, nuestras puertas están abiertas siempre. En cuanto a los primeros, allá ellos y sus nuevas propuestas recicladas, que se amoldan a un Capitalismo que saquea, corrompe y mata. En lo que concierne a nosotros, aún en los momentos más oscuros, las derrotas y las deserciones no nos doblegaron. Y así nació la Asamblea Popular – Unidad Popular. Obstinadamente, hemos levantado las banderas que otros habían entregado. Hemos convocado las memorias más queridas y las historias más heroicas; ahora ya no hay marcha atrás. A veces la grandeza de la causa exige un acto heroico. Debemos estar dispuestos a ello. Pero la mayoría de las veces, sin embargo, el heroísmo es la renuncia cotidiana a la comodidad y la rebeldía permanente ante la resignación. La herramienta política se construye cada día desde abajo, en la lucha de todos, en la prédica constante y paciente, que sólo se vuelven creíbles si van acompañadas de una vida coherente y si se camina con la verdad en la mano, duela a quien duela. La verdad, en política, se va transformando en nuestra exclusiva señal de identidad. Caminando entre la gente, que es nuestra forma de caminar, somos testigos del daño inmenso que este FA ha hecho a nuestro pueblo, ensuciando la cancha con mentiras, matando la alegría, burlando la esperanza. En estos días está el efímero sueño del Mundial, que todos disfrutamos, pero que hará más duro el nuevo despertar a nuestra realidad social en los crudos días de fin de julio. Nos agobia la angustia por nuestros seres queridos ante la violencia social creciente. La alimenta el fracaso de las cárceles, que arrojan a la sociedad seres totalmente desvalidos que reinciden en el delito en un 70%. Ese terrible porcentaje mezcla injustamente a los verdaderos monstruos con personas desesperadas, sin posibilidades de reinserción. No hay trabajo, no hay vivienda, y para muchos excluidos, ni siquiera hay familia. Las ferias vecinales son un doloroso espejo de nuestra nueva pobreza. La UP-AP las recorre, barrio a barrio, ciudad por ciudad. Por ahora estamos solos, porque los partidos políticos ricos se lanzarán más adelante con todo su poderío. Y en esa soledad compartida, la gente habla, abre sus corazones, en un abanico que va desde una desconfianza que incluye también nuestras propuestas, hasta un mensaje de aliento de quienes nos reconocen por nuestra trayectoria diferente. El mundo de los vecinos es diverso. Hay personas que todavía ni siquiera saben que existe la UP-AP, o ya no lo recordaban; otros valoran la gestión del “diputado Eduardo Rubio” pero no atinan a responder a qué fuerza política representa. Pero los que no saben son pocos; la mayoría sabe, y sonríe con solidaridad, y hasta nos da una palabra de aliento. “No los voy a votar, pero está muy bien lo que hacen” me dijo una señora el sábado. ”Vecina, espere por favor” le contesté; “¿Cuál es la razón principal para no votar la UP?” Estos diálogos son una fuente extraordinaria de aprendizaje para nosotros y son parte del mensaje respetuoso que enviamos. Cada fin de semana, por lo menos uno o dos vecinos nos plantean que quieren integrarse a nuestra militancia, dejan su teléfono, su dirección. A veces no tenemos la organización local para integrarlos de inmediato, pero aún en esos casos mantenemos el contacto. Finanzas, organización, propaganda, y otra vez finanzas para todo lo demás. Percibimos el crecimiento de la UP-AP cada día y con más aportes financieros tendríamos más organización y con más organización tendríamos un crecimiento político aún más acelerado. Todo lo define el trabajo cotidiano: allí está la clave para el crecimiento o el retroceso. Nada nos es dado para siempre; cada día debemos consolidar lo que tenemos, pasar a la ofensiva, y seguir siendo esa “isla de ética” que somos, según la expresión de un nuevo votante.
*Maestro, escritor, dirigente político, candidato a la Presidencia de la República, para las elecciones nacionales de 2019
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