Paro en estación de servicio: Una mirada psicosocial a lo que pasó en Santa Clara

Lo ocurrido el sábado 9 de junio en esta pequeña localidad del departamento de Treinta y Tres invita a repasar algunas teorías sobre el comportamiento humano, intentado entender los hechos que tuvieron tan amplias repercusiones.Hay dos versiones muy diferentes de lo ocurrido.

Aníbal Terán Castromán

VERSIÓN PIT/CNT

Los sindicalistas llegaron a la única estación de servicio de Santa Clara buscando dialogar con el propietario respecto al posible reintegro de un trabajador despedido. El empresario se negó rotundamente y cerró el local, quedando en el lugar doce trabajadores en régimen de asamblea deliberando sobre los pasos a seguir, explicando a los clientes que iban llegando cuál era la situación. A las 18:00 horas se empezó a juntar gente rodeando la estación al grito de “¡Que se vayan!”, hostilizando a los sindicalistas al punto que hubo quienes rompieron y pisotearon pancartas, utilizando frases despectivas en tono intimidatorio. Ante este clima de agresiones verbales que podría llevar a violencia física, ya entrada la noche, los trabajadores solicitaron protección policial para retirarse y poco después, el propietario de la estación comenzó a vender combustible, cosa que los sindicalistas en ningún momento le habían impedido hacer.

VERSIÓN GONZÁLEZ / BREA

Los delegados del PIT/CNT ocuparon la estación colocando sus vehículos frente a los surtidores de tal forma que no permitían su utilización ni siquiera a Elio González, dueño del negocio, lo que generó una ola de indignación en el pueblo en medio de la cual Jaio Brea Saravia, conocido intermediario de haciendas, comenzó a invitar a reunirse a las 18:00 frente a la estación para exigir que los sindicalistas se fueran y con ello reanudar el funcionamiento normal de la estación. La convocatoria fue apoyada por un número significativo de vecinos que pacíficamente obligaron a los sindicalistas a retirarse, con lo que se levantó la ocupación y todo volvió a la normalidad. A pesar de las notorias diferencias de las dos versiones, hay algo en que coinciden: que un conflicto obrero/patronal desemboca en un hecho social sin precedentes en Santa Clara. Veamos lo ocurrido utilizando algunas herramientas teóricas de la Psicología Social:

La “Reactancia psicológica” es un concepto que puede aplicar a la actitud de los vecinos de Santa Clara que participaron en esta “operación desalojo”. “Si la libertad de alguien es amenazada o reducida, él o ella se volverá motivacionalmente exaltado. Ante la pérdida o amenaza al control que el individuo tiene sobre su vida, se incrementan los esfuerzos por recuperar dicho control”. (Brehm, J. W. A, Teoría de la Reactancia, 1966) Es evidente que al correr la voz de que “gente del PIT/CNT está ocupando la ANCAP y no deja echar nafta”, se puso en marcha el mecanismo reactivo ante lo que se consideró una invasión. Rápidamente se robusteció el discurso de que “ellos tendrán todo el derecho de protestar, pero no nos pueden tomar a todos de rehenes”. Coincidiendo ese fin de semana con un Raid grande que es de las fiestas anuales más importantes que tiene el pueblo, surgió el argumento: “no dejan trabajar a la gente que está esperando todo el año para hacer un pesito con el Raid”. Y así el discurso de reactancia fue ganando aceptación. Cuando suficiente gente se sintió vulnerada en sus derechos y quedó predispuesta a actuar para defenderlos, bastó que un líder fijara lugar y hora de convocatoria para que se produjera el tumulto. Parece que pocos se preguntaron si realmente la estación estaba ocupada o si había sido su dueño quien la había cerrado.Tampoco si el despido del trabajador había sido justificado. Y aquí es oportuno reparar en el concepto de “Estereotipo”.

Los que acudieron a la convocatoria no cuestionaron la versión que deseaban creer en función del estereotipo del “sindicalista” que probablemente tienen. “Los estereotipos contribuyen a la creación y mantenimiento de ideologías de grupo, que explican o justifican acciones sociales contra grupos externos”.(Díaz Aguado, 2003) Para estos vecinos “sindicalista” suena como un rol ajeno a sus intereses. El asunto se transformó entonces en un conflicto entre “vecinos” y “sindicalistas”.

Pero hay algo más. El estereotipo de “sindicalista” en este caso tiene un fuerte componente político, por tratarse de una comunidad tan politizada como Santa Clara. “Fuera comunistas, acá somos blancos” y frases por el estilo se oyeron a personas que rodearon la estación, lo que indica que para ellas, los sindicalistas eran considerados adversarios políticos. Pero a la inversa ocurre lo mismo. El Diputado comunista Gerardo Núñez escribió en su cuenta de Facebook: “Los autoconvocados vuelven a patotear y a provocar. Esta vez en Santa Clara”. La delegada sindical Ana Silva declaró a la prensa que había entre “los que nos avasallaron gente de “Un solo Uruguay”, movimiento también conocido como los “Autoconvocados”. Claramente hay un estereotipo de “Autoconvocado” que es visto por el PCU y la UNTMRA como adversario político. Se asume entonces como autores de la movilización contra los sindicalistas a los “Autoconvocados”, a pesar de que, como era de esperar, oficialmente USU deslindó toda responsabilidad en lo ocurrido. Para seguir pensando en este enfoque psicosocial de los hechos, caben algunas preguntas: ¿Por qué un acto de solidaridad entre trabajadores fue visto como una amenaza al orden pueblerino de Santa Clara? ¿Cómo se construyeron los estereotipos de “sindicalista” y “autoconvocado”? ¿Cómo se podría haber manejado la situación sin caer en “reactancia” ni “estereotipo”? Creo que vale la pena que busquemos buenas respuestas a estas preguntas. Lo mejor sería que este episodio fuera un hecho aislado, pero me temo que es apenas una muestra de lo que puede seguir ocurriendo.