Opinión No Matarás...menos a la Bruja
- La Juventud Diario
- 26 may 2018
- 5 Min. de lectura

por Yanko Silva
“Cuando fui imberbe supe de Nerón, de la antigua Roma y de mucha sangre, sobre todo después de Cristóbal Colón”. A una cuadra de donde vivo hay una parroquia de la Iglesia Católica. He pasado a cualquier hora y cualquier día, y a los únicos que he visto allí es a 2 perros que ladran mucho, de seguro son pregoneros de la voz del sacerdote que hoy por hoy ya ni muerde. ¿Con qué dinero sobrevive esa instalación? -Si habrán matado y robado a lo largo de la historia que aún les queda el diezmo para ir tirando unos 500 años más- ¡No... no matarás! De seguro alguien omitió esa parte de la palabra aparentemente sagrada. (Amós 9) Vi al Señor que estaba sobre el altar, y dijo: Derriba el capitel, y estremézcanse las puertas, y hazlos pedazos sobre la cabeza de todos; y al postrero de ellos mataré a espada; no habrá de ellos quien huya, ni quien escape. Aunque cavasen hasta el Sol, de allá los tomará mi mano; y aunque subieren hasta el cielo, de allá los haré descender. ¿Será cierto que Amó vio al Señor? Podríamos pensar que él tenía un trastorno de personalidad y hablaba con su otro yo, o en el caso que alguien estuviera en un altar, especulemos fuera a contra sol y medio grande diciendo estas cosas. ¿Sería su Dios o algún rey o personalidad importante que aprovechaba su tiempo, las diferentes carencias e ignorancias? ¿Y si era realmente Dios, si existió y se vio entre los hombres, en este caso deberíamos pensar que era el Panisher de la época? Si es así será interpretativo, pues años después según cuenta la historia bajó el hijo desde los cielos y trajo la palabra de él, o del padre, o la que el padre le dijo y el hijo por algún motivo, pero lo cierto es que hay una confusión terrible pues Jesús interpreta el quinto mandamiento de otra manera a lo que fuera el original: “Oísteis que fue dicho a los antiguos: No matarás; y cualquiera que matare será culpable de juicio. Pero yo os digo que cualquiera que se enoje contra su hermano, será culpable de juicio” -“Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida”- ¿Es joda, no? Mientras el padre quería a mano y espada castigar, viene el hijo y dice lo contrario. ¿A quién hay que creerle? El Papa Gregorio IX, creador de la Inquisición Pontificia, una institución eclesiástica judicial con el objetivo (en sus comienzos) de perseguir y matar a todo aquel que fuera considerado hereje, al parecer entendió más al padre que al hijo y le puso su toque retorcido. Años más tarde se continuó con este modelo, pero más específicamente centralizado en ¨La Caza de Brujas¨. En el siglo XIV al XV la “Santa Iglesia Católica” utilizó la Inquisición como método detector por medio de supuestos testigos (que para mi entender algunos podrían haber sido descendientes de Amó), donde se acusaba a mujeres que hacían brujería. Los supuestos testigos, ¿necesitaban tener un lugar importante en su comunidad como para apuntar con el dedo a su propia gente, o solo temían que a ellos les pasara lo mismo? La horca, la hoguera, las cámaras de tortura, las violaciones y un sin fin de métodos para liberar el mal espíritu que albergaba la mujer para que el “verdadero Dios” pudiera limpiar su alma y ésta descansar en paz. ¡Qué mentira más grande creo que no hubo ni habrá jamás! Tal es así que dichas prácticas se han extendido a lo largo de la historia, naturalizadas por diferentes culturas. ¿El poder de la palabra de Dios o el de la Iglesia Católica? Lo cierto es que desde antes, y mucho más acentuado luego de la Inquisición la práctica de acusar, doblegar, esclavizar, torturar, violar y matar a la mujer ha sido excusa de demostración de superioridad. Hoy existen miles de mujeres que practican la brujería (incluso hasta las que buscan las propiedades por internet, aunque éstas muchas veces no sean ciertas) pero las que estudian durante años los rituales y los yuyos, no son prácticamente por ello, sí por otros motivos donde el poderío del neandertal sigue a palo y piedra el camino de la imposición muy igualito al de la inquisición. La Iglesia pidió perdón por los hechos del pasado y con eso y un chorrito de agua bendita quedó todo solucionado y siguió su camino mezclando a sus torturadores y violadores entre nosotros. Pero no falta el momento de levantarse la maza y las “nietas de todas las brujas que nunca pudieron matar” y de tirar un par de tarros de pintura extremadamente ofensivos contra la institución y sus creyentes para que sean nuevamente condenadas por el clero. Lo diferente es que la sangre derramada ni se compara con unos tarros de pintura, y además jamás podrán hacer olvidar el abuso de ser perseguidas hasta hoy en diferentes sitios de la sociedad. Yo vivo con una bruja y jamás estaré más orgulloso de eso, porque ella ha logrado sacarme toda la mugre heredada; con algunas flores y algunos yuyos hoy soy libre de mi ignorancia y de mi asesino, puedo correr y viajar por mil mundos a su lado y eso logra que realmente seamos iguales en condiciones y camino. Cada día puedo saber más de la naturaleza que por siglos mi género destruyó y sigue destruyendo. A cada instante comprendo más el significado de su lucha para no caer en la ignorancia de acusar de feminazis a esas brujas como lo hicieran mis antepasados, porque de esa manera la Iglesia Católica seguiría ganando la apuesta y todos nosotros seríamos los falsos testigos pretendiendo tener algún protagonismo aunque sea por medio de la sangre. Ser imberbe, obtuso e ignorante es mucho más cómodo para escudarse en una ideología de poderío. “Que las hay, las hay” dijera Néstor Ganduglia, y por suerte siempre las habrá, porque esa lucha aún no ha terminado y ojalá que muchos como en mi caso (aunque sea consciente de que me falte) podamos cambiar los conceptos y no seguir los pasos de una institución asesina en el nombre de Dios. Que podamos romper nuestros estereotipos y lleguemos a un punto donde seamos, sí, por qué no; feministas porque si entendemos esa lucha, sabremos que jamás tendrá algo que ver con el machismo, pues si creyéramos que es así, seguiríamos siendo unos prehistóricos ignorantes a palo y piedra. Incluso mucho después la medicina que hoy es tradicional hizo su trabajito apostando a no hacerle caso a la bruja. Por suerte hoy está comprobado que sus técnicas solo han contribuido en una parte al conocimiento y en otra más grande a la esclavitud por medio de los fármacos, pero ese será otro tema el cual podremos abordar en otro momento. Yo mientras tanto seguiré observando cómo crecen los yuyos pasando por encima de la maleza para curarnos de una vez por todas.
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