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Educación: Eduy 21 y su propuesta reaccionaria para buscar soluciones en donde No están los problema

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 21 may 2018
  • 5 Min. de lectura

“En el fondo no es que la educación marche mal, es que la sociedad y la economía marchan mal, y se piensa que la educación o resuelve el problema o al menos ayuda a contenerlo”. Ana Zavala. “Yo mando, tu enseñas, el aprende”.

Escribe Prof. Andrés Freire

En lo que llevamos de nuestra vida dentro del sistema educativo, uno ha sido marcado por los buenos y por los malos docentes que tuvo; los mediocres, bueno, esos han pasado sin pena ni gloria. Tuvimos como todos algunos de esos profesores, y en diferentes momentos de nuestra vida hemos sido alguno de ellos por diversos motivos. Quizás y sin salirnos del tema, lo que más nos angustia a los docentes personal y colectivamente es saber que muchos podrían ser excelentes profesionales, y que en este país la educación podría progresar muchísimo sí se eliminara el multiempleo y en la misma medida en que merece todo trabajador, no estuviera siempre presente la angustia de llegar o no a fin de mes. Durante los años 1997 y 1998 tuve el inmenso privilegio de ser alumno en Didáctica de la Historia II y III de la profesora Ana Zavala. Sería injusto nombrarla sólo a ella, también aprendí muchísimo de educación con Cristina Bianchi y con Adela Pereyra, en otras materias y otros momentos; pero con Ana, no en vano su nombre significa algo así como la benefactora, aprendí muchísimo. Esta nota le debe mucho a ese aprendizaje, pero el resultado final es mío, porque como la profe nos enseñó, no hay una relación directa entre la enseñanza y el aprendizaje; el camino está lleno de vericuetos y enlaces, desvíos y curvas, y al final uno enseña, da lo mejor de sí, algunos alumnos aprenden, otros a veces no, y posiblemente todos aprendan diferentes cosas. “Yo mando, tú enseñas, él aprende… El poder y el no poder del Estado en materia educativa” es un contundente artículo publicado en un libro editado en el 2001, por FENAPES y NORDAN comunidad, llamado “Educación Secundaria La Reforma Impuesta Diez Visiones Críticas”. Hoy la repetición de gestos, alineamientos, caras y nombres en el equipo de Eduy 21, donde reaparecen muchos de quienes fueron protagonistas claves de la Reforma Educativa de 1996, vuelven a hacer vigentes los conceptos vertidos en el mismo. ¿Por qué no nos asombra ver en el evento de EDUY 21 a todos los representantes del sistema político y un gran número de académicos en primera fila? Porque una vez más vemos lo que se ha impuesto a lo largo de más de un siglo, la unión entre dos autoridades: la académica y la política, es decir “los que saben y los que mandan”. ¿Quiénes faltaron? Los docentes de a pie, e incluso mejor dicho las docentes de a pie, porque en este sentido la foto de la cuestión no es error ni equivocación, es expresión de relaciones de poder. Quienes se presentan a sí mismos como los verdaderos expertos en educación, no lo son; los profesionales de la educación son en su gran mayoría las maestras y los profesores, pero la cuestión es que el aparato político y la academia tienen mucho interés en negar el rol de los docentes como intelectuales. Por eso, la palabra de una maestra, de una profesora, de un maestro técnico no vale, porque el modelo para el educador es el de “una nueva profesionalidad basada en la obediencia y en la fiel ejecución de las decisiones tomadas por las autoridades, sin contar con el apostolado y la abnegación infaltables en un rol progresivamente feminizado” (.p.146). En definitiva, como personal subalterno lo que podamos pensar o no de educación no importa, porque además se supone que no pensamos; de hecho el multiempleo y los salarios insuficientes hacen que no nos sea muy fácil pensar. Queda claro de entrada que gana el Estado, que después de todo no es más que un aparato de dominación, ahora bien: ¿qué gana la Academia, los expertos?: “un canal de acceso al poder… crea puestos de trabajo en los niveles más altos del sistema (gerencias, consultorías, asesorías, secretarías ejecutivas, jefaturas de proyecto) y alimenta todo tipo de investigaciones al respecto” (p.149). Es decir, crea una oportunidad de acceso al privilegio. Vemos las caras y los rostros, y recordamos: Eduy 21 se presenta ahora como una organización de la sociedad civil, desinteresada, benévola, pero no es más que un grupo de presión de académicos que se muestran como expertos en educación para incrementar su prestigio y acceder a los beneficios que da la cercanía del poder; se están preparando para una vez más dar el salto a lugares de privilegios en los cuales algunos ya estuvieron en la experiencia Rama. Todo este equipo parte de una gran premisa que es falsa: y es que la educación puede resolver los problemas sociales. No, la educación no puede acabar con la marginalidad, con la violencia social, con la desintegración social. No puede, y quien diga lo contrario está sosteniendo una falacia. En realidad es al revés, los problemas sociales deben ser resueltos para que la enseñanza pueda en todo caso mejorar, “porque no es la enseñanza la que ha de resolverlos, simplemente porque no puede hacerlo de ninguna manera. Están absolutamente fuera de su órbita. Se generan socialmente y socialmente han de ser resueltos. No son con toda seguridad, el efecto de una mala enseñanza y por lo tanto no está claro que haya que recurrir a una mejora de la enseñanza para resolverlos” (p.148). Sí hay desempleo en el Uruguay, o la marginación aumenta, o más gente se vincula a la droga, no es consecuencia de la educación; es un problema causado por las decisiones políticas y económicas, decisiones tomadas por las fuerzas políticas que se han unido en torno a EDUY 21, quienes han gobernado este país las últimas décadas. Vea los apoyos que tiene esta organización, el Partido Colorado, Nacional, Independiente, de la Gente y medio Frente Amplio, y por supuesto con claridad Astori que es el hombre que expresa el punto donde todas las derechas se unen. Usted seguramente oirá decir fuera Bonomi, o fuera Arismendi, pero casi nadie grita fuera Astori en el Parlamento, porque ahí no hay diferencias. Y parte de una segunda premisa que es falsa, y es que hay un vínculo directo entre los planes y programas, la enseñanza de los profesores y el aprendizaje de los alumnos. Y entonces se reduce la educación a una mera cuestión técnica, impersonal y se le carga la responsabilidad a los docentes. Construyen un mundo en el que las cosas son vistas no como funcionan realmente, sino como piensan que deberían funcionar; como “sí la enseñanza fuera una empresa cuyo producto fueran los aprendizajes de los estudiantes y los profesores fueran los operarios de la fábrica… En realidad es una lógica totalitaria, y posiblemente la más antidemocrática que se pueda pensar”(p. 149). Y no funciona. La propuesta de EDUY 21, tan emparentada de origen con la Reforma Rama de 1996, es autoritaria porque desde el pie llama a construir con todos menos con los trabajadores de la educación asociados a uno u otro gremio y que se expresan profesionalmente a través de la ATD. Es reaccionaria, porque como lo hemos dicho pretende destruir el escalafón docente volviendo a épocas pretéritas donde los directores contrataban a dedo al personal docente. Y es antidemocrática, porque ve a los profesionales de la educación que somos los maestros y profesores como soldados que deberán aplicar acríticamente las órdenes que reciben de quienes deciden (el poder político) y quienes mandan (la Academia). Cierro el libro y la nota, con un infinito agradecimiento a quienes tanto me enseñaron; seguiremos en la brecha, porque lo que está en juego es el futuro mismo de nuestra sociedad.


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