Columna Mayo de 1816
- La Juventud Diario
- 21 may 2018
- 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella*
La lucha por la independencia se agudizaba en las colonias españolas de América. Ya no era solamente un conjunto de alzamientos populares sino que se expresaba también en choques entre ejércitos convencionales. Pero en el seno de las fuerzas independentistas existía un enfrentamiento no menos sangriento entre los latifundistas y esclavistas criollos, por un lado, y los pueblos oprimidos por el otro. La voz de los de abajo había sido reprimida en Buenos Aires, pero latía con fuerza en Salta y en las provincias de la Liga Federal. En 1815, precisamente, la Liga Federal había tenido su Congreso en suelo entrerriano y se había dado una constitución inspirada en las instrucciones dictadas por Artigas en 1813. También en 1815 se había dictado el reglamento de tierras de la Provincia Oriental, y se consolidaba el colectivismo agrícola en la Provincia de Misiones. En las otras provincias de la Liga se hacía más visible la lucha de clases interna, lo que obligó a Artigas a hacer serias recriminaciones al gobernador de Corrientes sobre la discriminación que allí seguían sufriendo los pueblos originarios. Y llegó el sexto aniversario de la Revolución de Mayo. A pesar de que el movimiento “orillero” bonaerense había sido descabezado, a pesar del enfrentamiento de las provincias federales con el gobierno de Buenos Aires, la Liga Federal decidió conmemorar el aniversario. En Montevideo, durante cinco días, transcurrieron las “Fiestas Mayas”. Las crónicas nos sorprenden. Hubo representaciones teatrales, bailes criollos, africanos e indígenas, coros infantiles, ornato público con banderas de países amigos, y entre estas banderas ondeó por primera vez en Montevideo “la bandera de los federales de Venezuela”. El 26 de mayo se inauguró la primera Biblioteca Pública. La oración inaugural estuvo a cargo de Larrañaga, un sacerdote de sorprendente cultura universal. Larrañaga registró las costumbres gauchescas como nadie, pintó en acuarelas las especies nativas que descubrió e inventarió. Nunca participó en política y años después, cuando triunfó definitivamente la invasión portuguesa, dio una Misa de Acción de Gracias por la paz y presentó al gobierno interventor un proyecto de alfabetización para los pobres. Fue su obsesión por la ilustración del pueblo lo que le permitió moverse cómodamente en el proyecto artiguista. Su frenesí alfabetizador no era solo caritativo; aspiraba a que el pueblo, apropiándose del conocimiento occidental y revalorizando el suyo propio, fuese el futuro protagonista de un gobierno para todos. En la oración inaugural de la Biblioteca, que todos deberíamos leer, hace un repaso de los grandes avances científicos de la época, mencionando incluso a la máquina de vapor. Proclama que, según las ideas de “nuestro Jefe”, deben destruirse los cerrojos que mantenían al conocimiento como propiedad exclusiva de los poderosos, porque los orientales debían conocer los secretos de la política para organizar sabiamente el gobierno de todos. La revolución ha derrumbado el viejo edificio político, afirma, y al desnudar sus cimientos permite entender cuáles eran sus debilidades. Por eso la Biblioteca es fundamental para la revolución. “Venid todos aquí, desde el más rústico africano al más culto europeo” proclama. Recuerda que en su tiempo Jesús no hablaba para eruditos, sino en plazas y colinas para el pueblo y en su lenguaje. Llama a proteger las lenguas nativas, que en la Provincia Oriental corren el riesgo de extinguirse, y de las cuales hace una defensa encendida. Finalmente, Larrañaga exalta el trabajo del fallecido Doctor en Teología Pérez Castellano y su visión de la tierra agrícola como un derecho para todos. En su “opúsculo” Pérez Castellanos había hecho un llamado a las autoridades públicas coloniales para que “las (muchas) chacaras no se conviertan en (pocas) estanzuelas, como está ocurriendo en la actualidad”. Las Fiestas mayas de 1816 nos dan una prueba más del entrelazamiento de los temas de tierra, identidad y cultura en toda revolución auténtica. Nos advierten también que la fiesta del pueblo exige vigilancia popular. En las sombras, los viejos enemigos se aliaban con los nuevos adversarios, ahora asustados porque el pueblo estaba avanzado demasiado.
* Maestro, escritor, dirigente político y candidato a la Presidencia de la República por la UP en las elecciones de 2019.
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