Columna: El Portafolio Digital Docente. O una nueva forma de esclavitud.
- La Juventud Diario
- 3 may 2018
- 4 Min. de lectura

“El obrero no produce para sí, produce para el capital. Ya no bastará, pues que produzca; habrá de producir plusvalía… el maestro de escuela es un obrero productivo, no en cuanto trabaja para formar el cerebro de los muchachos, sino en cuanto se consume a sí mismo para enriquecer al patrono”. Karl Marx, “El Capital”.
Escribe Prof. Andrés Freire
En la polémica educativa a veces hay quienes afirman muy sueltos de cuerpo que los docentes de la ANEP somos muy conservadores y que rechazamos los cambios; puede ser o no, motivos tenemos para tener una actitud de desconfianza hacia las transformaciones, ya que si bien pueden tener elementos positivos, muchas veces, demasiadas terminan de una forma u otra perjudicándonos. Veamos si no, lo sucedido con el cambio en el sistema de certificaciones médicas. Días pasados se lanzó con bombos y platillos el Nuevo Portafolio Digital Docente, conocido popularmente en el medio educativo como “Libreta Digital”, por supuesto con la participación del ineficiente y carísimo Plan Ceibal de por medio. Veamos algunas declaraciones realizadas por el “Director Sectorial de Información para la Gestión y la Comunicación del CODICEN” (tamaño titulo), quien declaró lo siguiente: “en un cálculo conservador, el uso del Portafolio “puede hacer ganar a los docentes dos minutos por clase, incrementando en 35.000 horas mensuales docentes para dedicarlas a la enseñanza, tiempo que antes se dedicaba a labores administrativas”. http://www.lr21.com.uy/educacion/1366473-anep-portafolio-docente-digital-profesores-educacion-media-netto. Muchas cosas podríamos decir de la libreta digital que ya se han dicho antes; desde que empezó por ejemplo el programa Gurí, como por ejemplo la ausencia de conectividad en muchos centros educativos, en forma total o intermitente, con reparaciones solicitadas que demoran meses, señalando además que no todos los docentes tienen acceso a equipos del Plan Ceibal, por lo que para acceder a la libreta deberán usar alguna de las maquinas instaladas en las salas de profesores (siempre y cuando tengan conectividad) o utilizar su computadora o celular, y eventualmente su conexión a internet paga por éstos, cosa que no corresponde en lo absoluto. En estos casos hay un tiempo de trabajo que se suma a las tareas gratis que debe obligatoriamente cumplir fuera del aula; ahora el profesor no llenará el desarrollo del curso en la clase, ni cerrará los promedios así, ni pasará las notas a medida que entrega los escritos. Lo hará en otro momento, quizás un domingo de tarde en la comodidad de su casa pero trabajando más tiempo gratis, nadie le abonará esas supongamos tres horas al mes más que trabajó, no recuperará jamás esa tarde de domingo que se perdió de jugar a la pelota con sus amigos, de leer un buen libro, de hacer el amor, o de ir a caminar por la rambla. Es eso, o utilizar muchas veces su computadora personal o celular (sólo los docentes con determinada cantidad de horas y en instituciones que han cumplido una serie de requisitos tienen acceso a un equipo proporcionado por CEIBAL, sumado al pésimo sistema de reparaciones, lento, ineficaz, desesperante por momentos) y su conexión a internet. He aquí entonces que se impone a los docentes el uso de sus bienes personales, sus herramientas que él mismo pagó para realizar su trabajo, sin abonárselas, al contrario que a otros colectivos donde si el trabajador lleva sus herramientas se les paga una prima por desgaste de las mismas. Lo que se busca aquí -y por eso son tan trascendentes las declaraciones citadas del jerarca del CODICEN- es implementar al máximo el plusvalor relativo; es decir la plusvalía que surge de disminuir el tiempo de trabajo necesario adicional como resultado del incremento de la productividad del trabajo. La obtención de esta plusvalía es una de las formas de incrementar la explotación de los trabajadores. De esta forma, se obliga a los trabajadores de la educación a producir más (quitándoles esos dos minutos que se afirman de tareas administrativas que deberán hacer fuera del aula, en realidad serán más) sin ni siquiera ofrecérseles la zanahoria de una compensación económica por esa mayor productividad. Esto se suma a que para muchísimos docentes ya no existe la ley de 8 horas, no existe para los maestros de tiempo completo, o quienes tienen dos escuelas, sean una pública u otra privada, o para los docentes de secundaria o educación técnica por ejemplo, que tengan 40 horas de clase, no existe porque sumando el tiempo de clase a todas las horas destinadas a corrección, planificación, estudio, viajes didácticos y preparación de los mismos, la jornada laboral supera las 8 horas diarias, por lo que el plusvalor absoluto se ha venido incrementado en nuestra contra significativamente a lo largo de los años. Extender la jornada de trabajo es una de las formas en que bajo la dictadura del capital se logra aumentar el plusvalor absoluto; tenemos que trabajar cada vez más para poder aproximarnos a una calidad de vida un poco mejor o resignarnos a ganar 20.000 pesos, es decir menos de un tercio de la canasta familiar. Hagamos una puntualización final: No nos oponemos al progreso de la técnica y su utilización, el problema es que en nuestra sociedad, donde todo trabajo está alienado, se constituyen rápidamente en nuevas herramientas de explotación. Como bien nos enseñara el Che: “Para poner el arma de la técnica al servicio de la sociedad, hay que tener la sociedad en la mano. Y para tener la sociedad en la mano hay que destruir los factores de opresión, hay que cambiar las condiciones sociales vigentes en algunos países y entregar a los técnicos de todo tipo, al pueblo, el arma de la técnica y esa función es de todos los que creemos en las necesidades de cambios en algunas regiones de la tierra”. Discurso en el Encuentro Internacional de estudiantes de arquitectura. Las nuevas tecnologías, como la libreta digital puede ser una importante herramienta favorable, pero para que lo sea hay una serie de precondiciones a cumplirse, que no son sólo conectividad o equipo, sino que son fundamentalmente disminuir el plusvalor absoluto y relativo, y no contribuir a aumentarlo, no seamos entonces tan ilusos e ingenuos de aceptar pasivamente y con alegría incluso que nos ajusten un poco más, aunque sea dos minutos por día la cadena que nos oprime. Quizás no tengamos fuerza aún para matar a ese vampiro que vive de apropiarse de nuestro trabajo vivo, pero por lo menos cubrámonos de ajo. ¡¡¡Somos IZQUIERDA. Somos Patria!!!
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