Educación: A la escuela no se va de paseo
- La Juventud Diario
- 27 abr 2018
- 2 Min. de lectura

Escribe prof. Andrés Freire
El último jueves de abril los representantes de la FUM-TEP (PIT-CNT) se reunieron con el excelentísimo señor Presidente de la República a los efectos de plantearle diversas inquietudes respecto a situaciones de violencia que se han registrado en diversos centros educativos.
Luego de la misma se hicieron como siempre los anuncios, entre ellos uno muy elogiado, cuando no, resultó ser el anuncio presidencial de concurrir a visitar prácticamente como un padre más la escuela donde estudian sus hijos.
Una imagen hermosa, pero que no es real, uno esperaba estando en la misma reunión altas autoridades ministeriales otros anuncios, por ejemplo la confirmación de que se va a otorgar el 6% del PBI para la educación, en una hermosa y grandiosa demostración del valor de la palabra dada, o cuanto menos el 5, 99. Pero no. Uno esperaría que se anunciara que se va a duplicar la partida de comedor para todas las escuelas públicas carenciadas, y que se va a establecer algún sistema para evitar que de ahora en más no vaya ningún escolar o liceal desesperado de hambre el lunes a las siete y media de la mañana pero no.
Parece que este país se divide en dos clases de gente, están aquellos a los que “no se les puede pedir tanta poesía”, es decir los que deben ganar por lo menos 150000 pesos por mes, más otros beneficios, o de otro modo no están dispuestos a aportar algo a la sociedad, y estamos el resto. Están los que van a los colegios privados de alta gama, los que viven en barrios con seguridad privada, lejos del infierno cotidiano de las bocas de pasta base, que llaman por teléfono a su hospital (que no es ASSE ni las Mutualistas) y tienen especialista a las 24 horas, y estamos el resto. Nuestro primer magistrado va a salir del mundo del privilegio donde lo acompaña su corte, y va a entrar a uno de los submundos en los se vive la sociedad real, no es la primera vez, mil veces lo hizo en todas las campañas electorales donde una a una se fueron enterrando las promesas de los cambios profundos. Seamos una vez más meridianamente claros, a la escuela pública, a los liceos públicos no se les puede pedir una gota más de poesía, ya no se puede seguir exprimiendo a los trabajadores de la educación, es hora de actos en la tierra, concretos y prácticos, comenzando con cumplir con lo prometido. No de ir de paseo a la escuela, porque a la escuela no se va a pasear, se va a aprender, a estudiar, a enseñar, a compartir, no a dar gestos vacios de significado.
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