Opinión: Nadar
- La Juventud Diario
- 20 abr 2018
- 5 Min. de lectura

por Yanko Silva
El pasado domingo estuvimos mi esposa y nuestro hijo más pequeño juntando firmas para derogar la ley de riego, algo que todos o casi todos saben de que se trata. Nuestro hijo se inventa historias con una tapita de refresco a algunos de los tantos muñequitos que tiene, en un segundo pueden estar en alguna batalla en el desierto y al otro viajando con una ballena por el espacio exterior con algún extraterrestre. Lo cierto es que él en determinado momento nos miró y dijo: ¿para qué es esto? levantando uno de los volantes mientras uno de los vecinos firmaba la papeleta. Le explicamos de qué se trataba y de lo importante que es el agua para la vida como también de aquellos que sólo piensan en sí mismos y en vender los recursos naturales sin importarle el impacto que esto genera y de pronto agarró un manojo de volantes y comenzó a entregar a los transeúntes. Se hizo un espacio de merma de firmas y él entre la aceptación y el rechazo de la gente dijo: esto demuestra que los niños también podemos hacer algo, que servimos para algo. Por un segundo quedamos semi mudos, como cuando alguien quiere decir algo y las palabras no aparecen cuando nos sonreímos y dijimos: ¡muy bien hijo, así se hace!. Quizás esta respuesta de él fuera por la educación que le damos, o parte de ítems que recibe desde la educación escolar o simplemente es uno de esos niños que están con los sentidos más abiertos y dispuestos a toda la información que reciben desde diferentes plataformas mientras creemos que anda viajando por el universo en su mundo de niño. Lo que sí podemos especular es que estas últimas generaciones no son como la nuestra o como las anteriores a la nuestra. Volvamos a nuestro pasado interior y sabremos que en la mayoría solo estábamos pensando en una pelota o en alguna muñeca, también nos inventábamos historias y teníamos nuestro amigo invisible. Quizás ese amigo invisible también haya crecido y hoy es la voz interior de estos nuevos niños. Otros no corrieron ni corren con la misma suerte y las granadas y los imperialismos han hecho tan bien su trabajo que pudieron exterminar al amigo invisible dejando solo a la carcaza sobreviviendo al desastre que la inconciencia humana muchas veces aplica como modelo de terror y opresión. La ciencia alrededor del mundo muestra un avance en la genética y explica los diferentes comportamientos encasillándolos en síndrome de down y síndrome de asperger. Estos niños ven y sienten el movimiento de la tierra de una manera muy diferente, al punto que para ellos es inadmisible pensar que si un árbol nos da oxígeno para vivir algunos seres humanos corten a diestra y siniestra toneladas de ellos, lo mismo con el agua y con la enorme sensibilidad a los olores, al sonido y a todo lo que para nosotros está normalizado su frecuencia es sumamente diferente. No significa que nuestro hijo sea alguno de ellos o quizás sí como lo pueden ser el hijo del lector o algún familiar o algún vecino, lo cierto es que nosotros no estamos preparados para unirnos a su sensación. Algunos prefieren llamarlos ¨los niños cristal¨ y creo que esa podría ser la definición más acertada para nuestra racionalidad. La mayoría de nosotros venimos de un tiempo entre derechas e izquierdas, paganos y católicos, musulmanes y judíos, sin el entendimiento global del daño que podemos hacer desde cualquiera de esas aristas u otras que podríamos seguir nombrando. La lucha por los recursos para ver quien es el que tiene más ha existido desde los principios del tiempo y han muerto millones en ese intento.
El fin del mundo ha sido previsto por los grandes que marca la historia y miles se han suicidado en la creencia que algún Dios los va a llevar a algún lugar mejor, sin entender que éste puede ser ese sitio. La ceguera a sido tal que prevalece la destrucción ante la creación y la preservación del planeta. Hemos sido egoístas desde siempre, basados en nuestros ideales y nuestro trabajo, sabemos que el petróleo ha sido y será el principal verdugo de la destrucción, comemos un asado mientras decimos que el mundo se está acabando y que a nadie la importa mientras nos ahogamos en la trangenidad y luchamos para que el agro vuelva a ser lo que era antes y somos orgánicos mientras conducimos el auto más de moda y pedimos a cualquier Dios que nos tire un cuerda mientras pedimos la limosna, decimos que son importantes los árboles mientras le clavamos un cartel que dice ¨salvemos al planeta¨. Especulamos que venimos de un meteorito, que gracias al big-bang, que Dios nos creó a imagen y semejanza, que la evolución y el eslabón, y hacemos grandes naves que salen a explorar el espacio exterior, y creamos los robots que nos hagan más ¨fácil la vida¨ mientras otras máquinas vuelan por los cultivos y cuando reconocen a una abeja la exterminan porque para ello están programados, seguimos demostrando nuestra sed de poderío y tratando de controlar a la naturaleza con diferentes proyectos en antenas haarp, seguimos demostrando nuestra violencia, se violan y se matan a mujeres y niños mientras los Gobiernos crean planes y publicidad para que esto no pase mientras reciben los impuestos que las casas de ¨servicios sexuales ¨ ofrecen y generan infidelidades y degradación en ambos sexos aunque más para aquellas que ofrecen dichas comodidades mientras la rueda continúa como si nada pasara. Dejamos un mundo casi en la nada, carente de valores, lleno de escombros sociales, para que los menos y muchas veces no valorados puedan rescatar de la miseria los cuerpos de los últimos suspiros que nuestro afán por el poder va dejando a su paso. El sistema vive en una nube allá donde no podemos llegar pero tan real que logra aplastarnos como hormigas que no servimos para otra cosa más que para servir a sus intereses. No vemos lo que está pasando y no sabemos en nuestra ignorancia reconocer que nuestra generación va quedando obsoleta y que entre los genes evolucionados está surgiendo una nueva que puede enseñarnos a ser mejores de lo que apenas hemos intentado ser pero que erróneamente pudimos conseguir. Ojalá que a muchos luego de leer esto o buscar información desde donde pueda, entiendan que no se trata de una enfermedad, que ellos pueden enseñarnos mucho en menos tiempo de lo que nosotros creemos que sabíamos. Ellos saben navegar en el mar entre las partículas de las profundidades y comienzan a nadar entre las estrellas, caen a este mundo como meteoritos y chocan en nuestra cara llenándonos de una sabiduría que esperemos pueda destruir nuestra milenaria ceguera y nos llenen, como a nosotros de despertar. Nuestro hijo terminó diciendo: ¿el próximo domingo venimos otra vez a la feria, cierto?
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