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Malvinas, la locura y el deporte

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 31 mar 2018
  • 4 Min. de lectura

Mañana lunes 2 de abril se cumplen 36 años del inicio de la Guerra de las Malvinas. Por este motivo repasamos el artículo que tiempo atrás hemos compartido con los lectores de La Juventud en homenaje a uno de los ex combatientes: Nació en Buenos Aires. El 3 de abril de 1962. Es un ex futbolista que supo defender las camisetas de los clubes: Huracán, Olimpo, Villa Mitre y Arsenal. También jugó en el fútbol colombiano militando en el club Once Caldas. Lo apoderaban: “El soldado del buen juego”. Omar De Felippe, es actualmente entrenador del fútbol argentino. Dirigió a clubes como Olimpo de Bahía Blanca, Quilmes, Vélez e Independiente. Pero su historia de vida va más allá de la pelota. Desde niño soñó con ser futbolista. Comenzó a jugar en las divisiones juveniles del club Huracán de Parque Patricios. Pasó por varias categorías. Al poco tiempo le llegó la edad de hacer el servicio militar obligatorio. En diciembre de 1981 le dieron la baja y de ésta manera pudo reincorporarse a su club Huracán. Volvió a los entrenamientos, y cuando le llegaba el momento esperado de debutar en primera división, la hora del horror golpeó en su puerta. El 7 de abril de 1982, con solo 20 años, fue llamado por el ejército argentino para ir a la guerra de las Malvinas. El propio De Felippe, narró cómo fue ese preciso momento: “Apareció un soldado en mi casa, a la madrugada, cerca de las 5, con una carta de citación para que en una hora me presentara en el Regimiento 3 de La Tablada. Lo recibió mi vieja. Me despertó llorando. Estuve en Malvinas del 9 de abril al 14 de junio, cuando se firmó la rendición”. De Felippe tuvo que postergar sus sueños de joven y de deportista para ir a la guerra mientras sus colegas en el mundo se preparaban para el mundial de fútbol que se disputaría en España en el año 1982. Se alineó en las filas del ejército y pocos días después se encontró desembarcando en “Isla Soledad”. Caminó más de 12 kilómetros sin la protección adecuada, soportando muy bajas sensaciones térmicas hasta llegar a Puerto Argentino. Estuvo varias veces cerca de la muerte: En una ocasión, el capitán de su batallón le salvó la vida: Le ordenó abandonar el lugar en el que se encontraba. A los pocos segundos, en ese mismo sector en el que se resguardaba, caía una bomba. En otro momento logró salir a tiempo del escondite en el que estaba mientras un avión de la fuerza aérea británica bombardeaba el lugar. En una entrevista realizada tiempo atrás, De Felippe contó sobre su experiencia en Las Malvinas: “Antes de que llegaran los ingleses, la mayor parte del tiempo pasábamos haciendo pozos. Todo para que no pensáramos en nuestras familias. Era un lugar inhóspito. Había que asimilar todo y no caerte nunca. Porque ése era el gran fantasma, aparte de la guerra en sí. El 1 de mayo a las 4.40 cayó la primera bomba en Malvinas. Ahí empezó la guerra. Se escuchaba el sonido de las hélices lejanas de un avión. Era raro. A los 30 segundos vino un estruendo. Tembló todo. Y eso que la bomba había caído a 12 kilómetros del lugar”. Omar De Felippe y cientos de sus jóvenes compañeros peleaban por su país en Las Malvinas mientras la selección argentina de fútbol se preparaba para disputar el mundial en España. Los grandes medios de comunicación se prestaban al engaño del mando militar, y el pueblo convencido de la victoria festejaba en las calles. La guerra de la locura duró 73 días. Murieron 907 personas: 649 militares argentinos, 255 británicos y 3 civiles que vivían en la isla. El 14 de junio de 1982 el gobierno militar argentino decidió rendirse ante las fuerzas británicas. Omar De Felippe narró lo que sintió cuando se enteró que se terminaba la guerra con la rendición de su ejército: “Fue muy traumático el día de la rendición. Caminamos un montón de kilómetros hasta Puerto Argentino. Sentí un poco de alivio de que haya terminado y de que no muriera más gente. Y también bronca al entregar las armas. Lo sentí mucho. Lloré mucho. Los ingleses se sorprendían de las armas que teníamos”. De Felippe regresó a su país en un buque de guerra del Reino Unido. Pasaron ya 36 años, pero aún siente en su cuerpo el intenso frío que debió soportar aquellos días. Las bombas siguen resonando en sus oídos… Luego de su retorno Omar De Felippe declaró: “Fue muy fuerte lo que uno vivió. Dejamos cosas allá. Fue un orgullo participar en esa guerra. Que la gente nunca se olvide de que alguna vez intentamos recuperar lo que es nuestro. El regreso fue bravo, muchos ex combatientes se suicidaron y otros no pudieron rehacer su vida. De regreso hubo otra guerra. Había que volver a la sociedad y fue difícil”. Contar los hechos de la guerra fue muy duro para De Felippe. Recuerda el primer día que dio una nota periodística narrando lo que había vivido en Las Malvinas: “En la primera nota que di, conté cómo había muerto un compañero. Estaba en Huracán y al otro día me habló un muchacho que era parecido a ese compañero. Era el hermano. Quería saber cómo había fallecido porque su madre aún lo esperaba. Fue un dolor muy grande que se haya enterado por un diario. Nunca más quise hablar sobre eso. Estuve años sin hablar”. En abril de 2011 dirigiendo al club Olimpo, fue homenajeado por su institución. Los dirigentes le entregaron una plaqueta ante la ovación de todos los aficionados presentes en el estadio. Fue un momento inolvidable. Al recibir la plaqueta recordó los momentos que vivió. A los compañeros que no pudieron regresar. La vida y los sueños que intentaron arrebatarle. Omar De Felippe hoy respira fútbol, ese sueño que tuvo desde niño. Reconoció que el fútbol lo salvó. Que lo ayudó a llevar una vida normal. Luego de varios años de silencio decidió volver a hablar sobre la guerra en Las Malvinas. Y el mismo explicó tiempo atrás el porqué de su determinación: “Un pibe de 18 años, me dijo que creía que debía seguir hablando para evitar el olvido. Que la historia debe ser contada por los que la vivieron y no por los que se quedaron en su casa. Me hizo ver el otro lado. Es un pequeño homenaje para los que no están. Para los que se quedaron allá…”


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