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Columna Pensando en Venezuela

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 26 mar 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP

Hace ya siete años que no visito Venezuela. Pero sigo su vida y su proceso todo lo que puedo y trato de alimentar mi información oyendo todas las voces, las armónicas y las disonantes. Como UP, nuestra definición es clara: condenamos todo tipo de agresión, expresamos nuestra solidaridad con los pueblos y los estados agredidos. Toda neutralidad en este terreno es complicidad. Para la solidaridad con los pueblos agredidos, no preguntamos si su organización es laica, marxista, islámica o afro religiosa; tampoco la solidaridad con los estados agredidos la condicionamos a nuestra opinión sobre sus políticas internas, aunque al mismo tiempo el inter-nacionalismo nos hace solidarios con las clases sociales y las nacionalidades, aún con las oprimidas dentro de un Estado que a su vez es agredido desde afuera. El proceso venezolano tiene sus aspectos opinables. Pero a diferencia de Lula y Dilma en Brasil, Chávez tomó un rumbo claramente anti imperialista. Los primeros pasarán a la Historia con sus estertores vacilantes de asistencialismo social, ambigüedad política y connivencia con la corrupción. En cambio, Chávez condujo a su pueblo hacia tareas que eran los primeros pasos necesarios para la Liberación Nacional. Más allá del debate sobre su “socialismo del siglo XXI”, no hay duda de que el proceso bolivariano alarmó al imperialismo quien, ante una situación compleja en Cercano Oriente, temió perder definitivamente los barriles de petróleo en su patio trasero. La agresión a Venezuela en todos los planos empezó tempranamente. El rompecabezas geopolítico, hizo que por una etapa, Lula & Dilma (y los Kirchner) fueran un colchón protector para Cuba, Bolivia y Venezuela; pero ese colchón cayó principalmente por culpa de sus incoherencias internas. Hoy, si Lula volviera, Cuba, Bolivia y Venezuela tendrían un alivio momentáneo para defender sus políticas independientes contra el cerco imperial; pero para el pueblo brasileño la vuelta de Lula culminaría en una inmensa frustración y una reafirmación más tranquila del control trasnacional. Si Chávez sembró la furia imperial, Nicolás Maduro la cosechó con creces. Cuando Venezuela es sitiada económica y financieramente, es amenazada militarmente, es agredida por una violencia social inducida, sufriendo un desabastecimiento angustiante y una inflación incontenible, las decisiones no son fáciles. Maduro ha tenido, indudablemente, algunos aciertos importantes. La reafirmación de la organización miliciana del pueblo ha sido un apoyo sustancial a las Fuerzas Armadas y a la Policía Nacional Bolivariana en el enfrentamiento a la violencia contra revolucionaria. Esta energía de pueblo organizado con vocación de paz, fue la garantía básica que impidió la guerra civil generalizada. La instalación de la Asamblea Nacional Constituyente y su propia composición social representan un avance institucional. Pero falta severidad contra los más descarados manipuladores y traficantes, y la corrupción, enfrentada sólo parcialmente, sigue instalada en altas esferas del aparato burocrático y del propio partido gobernante, el PSUV, y más en el PSUV que en sus aliados más próximos. El pueblo, crecido en experiencia política por el proceso, protagonista de conquistas trascendentes (fui testigo de ellas) puede soportar mucho, puede resistir heroicamente; pero no puede permitir las vacilaciones y contramarchas de su propio Gobierno, especialmente cuando se deterioran todos los indicadores de calidad de vida. Sólo se resiste cuando se confía en la Dirección. La gente sólo se sacrifica por lo que siente que vale la pena. La revolución en Venezuela o avanza o colapsa. Son meses cruciales, Trump ladra enfurecido y sus perritos le hacen eco, esperando órdenes para el asalto final. Nuestro corazón está repartido: late acá, con toda la piel de América en nuestra piel; reclama por Bolivia con una caracola marina que es clarín de paz, y vuela al Waraira Repano para tabletear al unísono con su pueblo.


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