Educación: Lecciones del 24 de agosto del 2015
- La Juventud Diario
- 21 mar 2018
- 3 Min. de lectura

Escribe Prof. Andrés Freire
Comenzó el año lectivo, “con normalidad” dicen las autoridades y tienen razón, estamos dentro de los parámetros normales de cada año, sí no fuera así no existirían ni grupos superpoblados ni profesores ni maestros con multi-empleo: hasta habría papel higiénico y jabón líquido en los baños, ni que hablar de que no existirían edificios con graves problemas de todo tipo fruto básicamente de la falta de mantenimiento. No estaríamos hablando de recortes en Primaria, como son la eliminación de cargos de maestros integradores, y la reducción en el pago a los maestros adscriptos y los directores de escuela de práctica, ni de la desaparición de ECA o de las tutorías en el limbo, o la situación de los CLE, entre otros muchos problemas. Estamos dentro de la realidad habitual, y en ese marco comienzan las movilizaciones de los sindicatos, donde como siempre hay múltiples matices, este es un año clave ya que lo que no se logre ahora no se logrará hasta el día de San Jamás, es la última sí última oportunidad del gobierno de TODO el Frente Amplio de cumplir con su promesa electoral del 6% del PBI para la educación, cosa de la cual parece no haber ninguna intención real de concretar, por las excusas que sean, la sequía, después la inundación, los compromisos internacionales, el déficit fiscal, la prioridad de “cuidar lo logrado” (para ellos), en realidad no importa. Lo dijimos en su momento con meridiana claridad, el decreto de esencialidad del 24 de agosto del 2015 No fue un error, fue la consecuencia lógica de no poder ni querer despegarse del programa macroeconómico neoliberal en ejecución, por algo según la prensa de la época fue el Ministro de Economía su principal defensor en el Consejo de Ministros, no fue un error, y cumplió su objetivo, enterrar el 6% prometido, distinto es que los partidarios del progresismo hablen de error del gobierno para evitar afrontar las graves consecuencias políticas que este acto ha tenido y tendrá, también en el proceso electoral que se avecina. Comienzan los paros y la pregunta es ¿para qué?: Ahí nos encontramos con las declaraciones de la FUM TEP y desde FENAPES algunas voces donde se reclama la convocatoria a la negociación colectiva, y una vez más arrancamos y arrancamos mal, porque he aquí a los cuadros políticos del gobierno en el brazo sindical del mismo sosteniendo la falacia de éste. Durante todo este período de gobierno no ha habido negociación colectiva real con los trabajadores de la educación ni la habrá: ¿No tuvimos bastante con los sucesos del 24 de agosto del 2015 y lo que sucedió después? ¿Con un convenio que se rechazó, pero que hubo que aceptarlo igual porque si no era nada? ¿Con los descuentos ejecutados todos juntos y la extensión del tiempo de clases de horas ya descontadas? ¿Nadie aprendió nada de la tragicomedia del año pasado, donde por algo no hubo convenio, de hecho no hay convenio colectivo vigente en la educación? Negociar no es yo pido 100% de aumento, y salario vacacional, y el gobierno ofrece 3% en la primera, en la segunda y en la tercer reunión, eso podrá ser diálogo pero jamás negociación. Pero el gobierno insiste que esto sí lo es, lo presenta como uno de sus grandes logros, y cierta dirigencia sindical se presta a ese juego perverso tomando como real algo que no lo es. El 24 de agosto del 2015, el gobierno de TODO el Frente Amplio demostró en forma definitiva a los trabajadores de la educación lo que piensa del 6% y lo que entiende por negociar, y eso lo reafirmó en los meses posteriores, y lo hace ahora, la salida para los trabajadores de la educación requiere en primer lugar que corten todas las amarras con el progresismo, sólo ahí podrá haber una negociación real, pero mientras que desde el gobierno se perciba que el conjunto de los funcionarios de la ANEP son más o menos clientela electoral del mismo, estaremos en el horno como dicen los muchachos. La dirección sindical que alimenta la ilusión de que el progresismo negocia es parte integral del problema, porque son la otra parte de un mismo aparato de control y de dominio. Hablar siempre hay que hablar con casi todos, el problema es que no se puede llamar negociación a lo que no lo es, en todo caso un negociador sindical que no fuera un cuadro político del que está del otro lado del mostrador, debería ir disfrazado de payaso, equilibrista, o acróbata a ese circo…
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