Cámara de Representantes: Vivienda un tema que las mujeres han hecho propio en Uruguay
- La Juventud Diario
- 8 mar 2018
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“Ahed Tamimi, la joven palestina que el gran delito que cometió fue levantar el puño contra un soldado que los había atacado y, llorando de rabia e impotencia, gritarle a la cara: “Soy más fuerte que cualquiera de tus soldados”. En ella, en Ahed Tamimi, homenajeamos a todas las mujeres que luchan en el mundo. Ella no quiere que se la nombre como víctima; quiere que se hable de ella como luchadora.”, concluyò su intervención la diputada Angeles Balparda, en representación del 26MUP, en la sesión especial de la Cámara de Representantes por el 8 de Marzo, Día Internacional de la Mujere Trabajadora. La legisladora se refirió también a la violencia doméstica, al trabajo y a la importancia que le dan las mujeres al tema de la vivienda.
A continuación la transcripción de su intervención:
Fuente: Cámara de Respresentandes de la ROU.
SEÑORA BALPARDA (Ángeles).- Señora presidenta: cada año participamos de esta sesión especial por el Día Internacional de la Mujer y siempre repetimos, muchas de nosotras ‑no solo acá, sino hasta en el ascensor, como pasó ahora, cuando veníamos‑, que no solo hay que acordarse de las mujeres y sus derechos los 8 de marzo. Sin duda, todos tenemos claro que el día de la mujer trabajadora no es lo mismo que el Día de la Madre. Obviamente, a las madres hay que honrarlas todos los días del año, pero este es el día internacional de la mujer trabajadora; tiene un origen, una historia, y creemos que ese inicio se está haciendo cada vez más difuso, se trasmite cada vez menos, se pasa menos a las nuevas generaciones. Esta fecha fue instituida para no olvidar el sacrificio de tantas trabajadoras a lo largo de la historia, en distintas partes del mundo. Se destacan siempre ‑y con razón‑ las grandes marchas de trabajadoras textiles en protesta por las miserables condiciones laborales en las que trabajaban; de costureras industriales de grandes fábricas, cuando se declararon en huelga demandando el derecho de unirse a los sindicatos, tener mejores salarios y una jornada de trabajo más corta o en rechazo al trabajo infantil; todas estas son banderas que tomaban las mujeres trabajadoras. Uno de los hechos emblemáticos de esta historia fue protagonizado por esas 129 trabajadoras que murieron quemadas en un incendio en la fábrica Cotton, en Nueva York, cuando los dueños de la firma las encerraron para evitar que se unieran a la huelga. Cada año nos parece que será muy difícil elegir un tema, porque son muchos. Una podría pensar que no hay temas que sean ajenos a las mujeres, porque podríamos opinar de todos. Pero después es la propia realidad la que nos trae a tierra y nos empuja para que los temas salgan rápidamente. Los temas se repiten hace demasiados años y quisiéramos hacer lo imposible para lograr algo a favor de las mujeres; no hablo de las que estamos acá o de las que están cerca, sino de esa cantidad enorme de mujeres que viven en los barrios, en Montevideo o en el interior, y que luchan la diaria de una forma realmente muy dura. El primer tema al que vamos a referirnos toma a nuestra fuerza política en un momento muy rico, que ha sido generado por nuestro único diputado, quien, acompañado por un equipo joven y muy comprometido, en estas horas está haciendo un gran despliegue de trabajo para tratar de que se apruebe el proyecto relativo al plan nacional de vivienda popular. El proyecto ha sido presentado por un solo diputado, pero ha tenido amplia difusión desde las fuerzas con las que contamos. Ha sido muy bien recibido por la población, ya que la necesidad de vivienda es muchísima. En otros momentos, hubiéramos usado la expresión “los sin techo”, pero creemos que, muchas veces, las palabras pueden trampear los contenidos, y hoy nos parece que sería muy limitado expresarlo de esa manera. Conocemos los distintos movimientos que hay al respecto en distintas partes del mundo, en especial en América Latina, pero queremos que se hagan más visibles aquellos que supuestamente tienen un techo, pero como agregados, de prestado. Los techos que tienen algunas familias son tan livianos ‑hago juego con las palabras‑ que no llegan a parar la lluvia, la humedad ni nada por el estilo. Alguien ‑o muchos‑ podrá estar pensando o diciendo en este momento que este no es un tema de las mujeres, que la vivienda es un tema de todos, y es verdad. Pero cuando el señor diputado Rubio y sus suplentes salimos a difundir el proyecto, nos encontramos con que la inmensa mayoría de los que participan son mujeres. Hay reuniones muy grandes en las que no hay un solo hombre, son todas mujeres, y muchas de ellas jefas de hogar; hay muchas mujeres jóvenes, pero también algunas veteranas. En alguna reunión de Bella Unión, por ejemplo, eran absolutamente todas mujeres, y por eso hoy, mañana, pasado, el sábado o el domingo habrá actividades de mujeres que están peleando por la vivienda y que le ponen ese contenido al 8 de marzo. Lo harán en distintos lugares del país. Desde acá las saludamos y animamos, y les agradecemos que lleven el tema a tierra. Las historias detrás de cada uno de los reclamos de las mujeres por vivienda son muy duras. Nos impresionaron varias de ellas, pero traemos una en particular. Esther es una mujer que vive con su compañero y tres niños en la casa de un familiar. Son cinco en un dormitorio. Ella es estudiante de Filosofía y su compañero también estudia en el IPA. Son gente que sabe que tiene que estudiar, que tiene que formarse, pero eso no alcanza. Escuchamos hablar del 2030 y está bien, porque hay que pensar el país para delante, pero también es necesario reconocer el país que hoy tenemos, el que hay que sufrir hoy. Este proyecto entra la semana que viene a la Cámara, después de haber sido trabajado en la Comisión de Vivienda, Territorio y Medio Ambiente y de haber logrado la declaración de interés departamental y el apoyo de intendencias y juntas departamentales de muchos departamentos del país. Hay mucha expectativa de la gente que necesita vivienda por si va a salir o no y por cómo resultará de esta instancia. Esperamos que los votos estén y que el proyecto pueda seguir avanzando. El festejo que hicieron cuando fue aprobado en Comisión nos permitió ver cuánta esperanza se pone en conseguir la vivienda. Esto lo queremos relacionar con otro tema de extrema sensibilidad en nuestro país: el de la violencia doméstica, que tiene en su base muchas vertientes. No es por falta de vivienda, falta de trabajo, porque no alcanza el salario o por la ideología. Tiene muchas vertientes y hay que atacarlo desde muchos lugares, pero sabemos que si una mujer tuviera la posibilidad de resolver los problemas de vivienda, ella y sus hijos tendrían otra libertad y otra independencia. No tendría que bancar cosas que banca hoy, que no quisiera soportar, pero que lo hace porque no tiene a dónde ir. No hay albergues suficientes, accesibles ni en condiciones para que, junto a una batería de medidas de sostén y apoyo, se permita a las mujeres una vida más digna. Facilitar el acceso a la vivienda a estas mujeres sería una forma concreta de atacar la violencia doméstica. Creemos sinceramente que todo puede ayudar, pero no es cuestión de tobilleras ‑incluso, parece que hace unos días se habían agotado o no funcionaban; lo decía recién una diputada‑; tampoco es cuestión de vigilancias personales, como se establece en algunos casos ‑esta semana le robaron el arma y el chaleco a un policía que custodiaba a una mujer amenazada por la violencia doméstica‑, porque estas realidades que viven las mujeres no ocurren en el limbo, sino en un país con una situación social muy grave, que nos rodea. Es por eso que tenemos esta concepción en lo que respecta a la mujer, no por un esquema ideológico, sino por una interpretación de la realidad. De esta realidad también traemos un hecho que parece increíble. En la Plaza Independencia, un hombre lleva adelante una huelga de hambre porque a su esposa, luego de tener un hijo, volvió al trabajo y la echaron. Es una mujer despedida de ALUR, que cuando volvió de la licencia maternal se enteró de que había quedado sin trabajo. Creo que acá no es necesario explicar que eso no se puede hacer, por razones humanitarias primero, pero también porque hay leyes en el país. No son leyes nuevas; estamos hablando de leyes de muchos años atrás, de conquistas de hace muchos años, que no se respetan. En el caso concreto ‑lo decimos sinceramente‑, nos parte el alma la soledad con que esta familia de tres está enfrentando el problema. Nos llama la atención o nos prende la luz roja cuánto temor se tiene de llamar a las cosas por su nombre y de reclamar con la fuerza necesaria por miedo a represalias. Esto es algo que hemos constatado y que, lamentablemente, no se da solo en este caso. Tomo una frase textual que dijo este hombre joven que está haciendo la huelga de hambre ‑no voy a decir los nombres, porque no les pedí permiso y no puedo tomarme ese atrevimiento‑: “Estamos comenzando el mes de la mujer” ‑por eso empieza la huelga de hambre‑ “y el 8 de marzo habrá una marcha multitudinaria. Ese día muchos de los que nos cerraron las puertas se embanderarán con la causa y eso nos parece injusto”. Lo compartimos y tomamos nota de la realidad que representa el hecho de que esta mujer que acaba de tener un hijo esté afectada psicológicamente. Sabemos la debilidad que se experimenta en determinados planos después de tener un hijo; esta mujer está afectada y creo que alguien tiene que hacerse cargo. El otro tema que queremos manifestar ‑que hemos traído todos los años‑ es el de los derechos humanos, el de la búsqueda de la verdad y la justicia en nuestro país, que tuvo una dictadura. Decimos “pasado reciente”, pero cada vez es menos reciente. Las mujeres fueron siempre pilares. Los comités de familiares, la búsqueda en las puertas de los cuarteles, la búsqueda de los hijos desaparecidos, el no achicarse ante nadie, así fuera un militar con semejante uniforme. Nunca se achicaron; la pelearon, siempre la pelearon por sus hijos. Más que nuestra opinión, lo que queremos traer hoy son algunas de las cosas que están diciendo madres y familiares de detenidos desaparecidos, que hace muy poquitos días tomaron la decisión de renunciar al Grupo de Trabajo por Verdad y Justicia al que habían entrado ‑decían ellos‑ “manteniendo la postura que marcaron nuestras madres: contribuir responsablemente en todas las iniciativas surgidas para trabajar por verdad y justicia”. Y aunque la mayoría de ellas ya no está físicamente, me parece que es obligación moral de todos nosotros hacerlas presentes. Toman esta decisión, cuando todos quienes vivimos en este país sabemos que no es un grupo que tome decisiones rápidas, apresuradamente ni sin pensar. Ellos plantean que el trabajo se ha realizado con mucha lentitud, que han constatado una maquinaria burocrática del Estado que siempre ha sido lenta para ejecutar, inclusive, las resoluciones tomadas. Hablan de que fue difícil efectivizar ‑por la tardanza en concretar y contratar equipos de trabajo‑ la búsqueda en los archivos. Solo se concretaron cuatro contratos, después de cinco meses de trabajo honorario, en el archivo del Fusna. El material al que se tuvo acceso demostró la relatividad de los archivos estudiados, porque, técnicamente, salvo el de la Dirección Nacional de Investigación e Inteligencia, no eran tales. “Toda la documentación a la que accedimos es parcial,” ‑dicen las madres y familiares‑ “está desorganizada y son evidentes los faltantes.- Por lo tanto, ese inmenso y persistente trabajo de pedir y esperar, no se ha visto plasmado en información real y de calidad, en el acceso a fuentes reales de inteligencia militar, lo que terminó por no aportar datos relevantes en la búsqueda de nuestros desaparecidos. Esto reafirma una vez más lo lejos que estamos de romper las barreras levantadas por la institución militar, la cual colabora abiertamente con la impunidad retardando los avances democráticos”. Y hablan de chicanas. Dicen que el acceso a los archivos existentes en el grupo de trabajo que se aportaron para los juicios incidió en esto. Creemos que esta denuncia no puede quedar como una más que es tapada por el tema siguiente. Por último, por ser un día internacional, queremos representar al resto de las mujeres luchadoras con una que se llama Ahed Tamimi, que tiene diecisiete años. Los cumplió presa. Se trata de una chiquilina palestina, que está encarcelada en una celda de aislamiento. Tiene una cámara que la apunta las veinticuatro horas del día. Cometió el gran delito de haberse enfrentado a dos soldados que habían herido a su primo y atacado a varios chiquilines de su edad. Ella dice que aparece y de ella se habla porque siempre tiene una cámara cerca, pero esto que le pasa a ella les sucede a todos. Está chiquilina está presa y su madre, también. Hay muchos otros adolescentes y jóvenes y muchas mujeres presas en las cárceles de Israel. Ella fue detenida el 19 de diciembre en su propia casa. Está enfrentando esta situación desde que tenía once años de edad. El gran delito que cometió fue levantar el puño contra un soldado que los había atacado y, llorando de rabia e impotencia, gritarle a la cara: “Soy más fuerte que cualquiera de tus soldados”. En ella, en Ahed Tamimi, homenajeamos a todas las mujeres que luchan en el mundo. Ella no quiere que se la nombre como víctima; quiere que se hable de ella como luchadora. Gracias, señora presidenta.
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