Opinión: Que no nos confundan
- La Juventud Diario
- 22 ene 2018
- 3 Min. de lectura

Por Aníbal Terán Castromán
¿Por qué las cámaras empresariales se están sumando al reclamo iniciado por un grupo de modestos productores rurales? Uruguay es un barco que se hunde. El agua inunda no solo los sectores bajos, se está acercando a los pisos de arriba. Entre los primeros en ahogarse estuvieron los pequeños productores rurales que se vieron obligados a vender sus pocas hectáreas de tierra. Después empezaron a ahogarse los medianos y ahora ya se la ven venir los grandes, porque las políticas que favorecen la concentración de la riqueza, empiezan a amenazar la posición de la tradicional “oligarquía rural”. La tierra es mercancía apetecible que devora con avidez el gran capital especulador internacional que opera en el sistema financieroa través del llamado “agronegocio”. Por eso la gente de la ARU que hasta hace poco ni escuchaba los gritos de los que se estaban ahogando más abajo, ahora se hace eco de esos reclamos. Así otras instituciones que nuclean a fuertes empresarios vinculados al agro, se suman y piden a los que dirigen el barco, que tomen medidas para que no les pase lo que ya vieron que les sucedió a los del piso de abajo. Estas voces empresariales que se suman son potentes, por eso le oí decira un diputado comunista que las protestas del agro provienen de “los copetudos de riñón cubierto”. Pero la verdad es quela movida que se extiende en todo el país empezó entre productores chicos que no se sienten representados por las grandes estructuras corporativas. Cuando los cabecillas de las grandes instituciones rurales vieron que les convenía, se sumaron a la protesta. Si perdemos de vista eso, le compramos el verso a los que quieren estigmatizar la movida como si se tratara “de las cuatro por cuatro y los aviones”, cuando la verdad es que las de doble tracción y las aeronaves recién vienen a acompañaralgo que habían empezado mucho antes los más modestos productores rurales. Debido a la influencia que tienen las cámaras empresariales, comparable ala de los pasajeros que viajan en primera clase en un barco, su protesta tiene amplia cobertura de prensa y se amplifica muy bien. Por eso voceros del partido de gobierno descalifican las movilizaciones diciendo que están inspiradas o auspiciadas por la “oligarquía”. Tratan de restarle valor como expresión del descontento popular y ubicarlas como parte del pataleo de la clase acomodada que está molesta por cosas como las leyesque mejoran la situación del peón rural y el personal doméstico. Me consta que para algunos compatriotas entender esto no es muy fácil, por lo que están en duda preguntándose si apoyar la protesta que nació en el campo, significa alinearse con la “oligarquía”. Confieso que a mí mismo me llevó un buen rato interpretar lo que está ocurriendo. Al fin, creo que para los trabajadores asalariados, los uruguayos de a pie, nuestro lugar es el de siempre, junto a los de abajo, los chicos que fueron los primeros en iniciar la protesta porque fueron los primeros en sentir los efectos de las nefastas políticas neoliberales que están hundiendo al país. En resumen, creo que estamos ante dos cuestiones muy importantes: los poderosos que vinieron a sumarse persiguiendo sus propios intereses no deben adueñarse de la protesta que nació entre los pequeños productores, ni debemos los trabajadores dejarnos confundir con el argumento de que apoyar esa protesta es favorecer a la oligarquía.
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