¿Nació de un repollo? Cuánto pesa el conflicto del agro y la actitud que tiene del gobierno
- La Juventud Diario
- 17 ene 2018
- 3 Min. de lectura
Las protestas de los productores rurales han sacudido al país en estos primeros días del año; han revolucionado la rutina del campo, han trastocado la actividad en la ciudad, han llevado a tomar postura a otros sectores de la producción, la industria, el comercio, el transporte de carga, han movilizado a los ministros emprendiendo campañas de alerta, han copado completamente por días enteros a la prensa masiva y la local, y ha obligado al propio presidente de la República a organizar una reunión relámpago convocando a las gremiales agropecuarias –las que le conviene claro, a las que denominó “institucionales”-, cuando apenas días atrás había asegurado con completa soberbia que justamente recién ese día lunes 15 de enero iba a definir qué día del mes de febrero podría recibirlas.

Una realidad donde cada productor trabaja por definición separado del resto, con particularidades que abundan para diferenciarse entre cada sector, con actividad en absolutamente todos los departamentos del país lo que trae consigo características bien distintas, en la tierra, en el agua, en las rutas y caminería, en servicios. Sin embargo, emerge con fuerza un movimiento que busca las problemáticas y reivindicaciones comunes, que contempla y representa a los siempre ninguneados, los pequeños y medianos productores. Que pretende no solo unificar los reclamos del agro en una amplia y única plataforma, sino que también incluir a otros sectores vinculados, a los de la ciudad, hasta las amas de casa. ¿Cómo dar la espalda a lo que está sucediendo en estos días? ¿Cómo deslegitimar la advertencia de falta de competitividad o el reclamo de rebajar los combustibles por las camionetas 4x4? Cuando ANCAP tuvo que ser recapitalizada con mil millones de dólares, con pérdidas que duplicaron ese monto, y que las nuevas autoridades han declarado y aclarado públicamente que se están aplicando medidas para revertir los balances de la “empresa pública”. Cuando quienes no son del campo, no son del interior y no tienen camioneta ni 4x4 ni ningún otro vehículo, tienen que pagar $36 pesos para ir a trabajar y otros $36 para volver, o para llevar a los hijos a la escuela, o para trasladarse a un centro de salud. ¿Cómo negar estas manifestaciones por haber identificado la presencia de un legislador blanco? Partido Nacional que está dividido y no ha podido resolver problemas locales con el Intendente de Soriano, en San José con un legislador, en Lavalleja con la Intendenta, ahora también en Artigas… ¿Ese Partido Nacional, solo por representar los intereses de la oligarquía es el que tiene capacidad de movilizar en pleno enero a varios miles de productores en absolutamente todo el país, organizarlos y unirlos con la única intención de hacer caer al gobierno del Frente Amplio? ¿Cómo se puede creer que lo que sucede en estos días en nuestro país simplemente nació de un repollo plantado por oligarcas y políticos blancos y quizá hasta con semillas traídas de Atlanta siguiendo un plan desestabilizador, en lugar de verlo como el estallido de una compleja situación producto del fracaso del modelo de país del gobierno y sus políticas económicas? ¿Se denuncia el carácter burgués y oligarca de la ARU y luego se la defiende a ultranza casi como único interlocutor válido y pilar de la institucionalidad democrática de nuestro país? ¿Es razonable simplificar en que la derecha quiere hacer caer un gobierno de izquierda, cuando en 13 años el Frente Amplio no pudo abrir un solo frigorífico nacional como históricamente reivindicó y desestima las manifestaciones aduciendo que quienes reclaman, a los que señala como la oligarquía, nunca ganaron tanto como con su gobierno? ¿Se puede poner al flamante ministro a recitar todos los avances en la política de Ganadería Agricultura y Pesca frente a la concentración y extranjerización de la tierra, el cierre de tambos a diestra y siniestra, los 12.000 pequeños productores menos y la pérdida de 36.000 puestos de trabajo en los últimos años? Podrán compartir o no compartir las posiciones, los reclamos, pero dar la espalda a un movimiento por no poder controlarlo no solo parece un error, o tal vez denotar una incapacidad de una fuerza política desgastada por el fracasado ejercicio del gobierno, sino que tenga un peso significativo y hasta determinante en los resultados de la próxima contienda electoral.
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