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Columna: Socialdemocracia

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 12 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de Unidad Popular

Desde fines del siglo XIX, en la llamada “izquierda” de Europa, hubo dos posiciones diferentes, hasta opuestas, pero ambas decían impulsar un futuro “Socialista”. Una línea, la revolucionaria, planteaba enfrentar el saqueo de los monopolios y las fuerzas de la guerra, entregar la tierra a quien la trabaja, socializar los medios de producción, la banca y el comercio exterior bajo un gobierno de los trabajadores y sin partidos burgueses. La otra línea hablaba de cambios graduales y de colaboración con el Capital mundial, impulsando una agenda de derechos humanos muy justa pero que no tocaba los intereses básicos del Capital. En los hechos esta corriente frenaba la lucha obrera y popular con un discurso de promesas y una práctica asistencialista y de clientelismo electoral. Un siglo después, a fines del siglo XX, la caída de la URSS va a dejar, por un momento, amplio campo a los “moderados”. El derrumbe dejó en evidencia gruesas desviaciones que desde los años 50 habían empezado a alterar el rumbo del “socialismo real” europeo, primero levemente, luego ostensiblemente. Por eso, desde 1990 la línea “moderada” ganó terreno mundial, con la bendición del capital financiero. Éste, fortaleciendo el complejo industrial-militar, apoyado en los medios de difusión masiva, preparó un escenario “democrático” de alternancia entre “socialistas moderados” y conservadores reaccionarios. Se concibió como un recambio eterno (sube la derecha, baja la “izquierda”; baja la derecha, sube la “izquierda”) que se presenta como ideal “democrático”. Ya desde los años 30, esta “izquierda” educadita y prudente pasó a ser llamada “socialdemocracia”, término que en 1900 englobaba a todas las tendencias socialistas. En esta ola mundial de ofensiva de la extrema derecha y de ofensiva “moderada” en el seno de la izquierda, la dirección del FA uruguayo fue copada por la resignación, por la renuncia a su programa histórico y por la entrega a las trasnacionales. Blindada a todo cambio, esta cúpula permite un discurso crítico de algunos sectores internos que, más allá de sus intenciones, le ayudan a conservar votantes descontentos. Hay compañeros que piensan que la actual política del FA no es “totalmente” neoliberal, que el PN sería peor. ¿Se puede ser más neoliberal? Quizás se refieran a las políticas asistencialistas y de clientelismo electoral, que, por cierto, ya las practicaron los gobiernos del PN y el PC. Creo que hay una confusión entre políticas económicas y financieras y la forma del Estado. El gobierno del FA no es fascista; de hecho, la publicación de esta reflexión no hará que la policía venga a arrestarme esta noche. Por su parte, el fascismo clásico, la dictadura terrorista del capital financiero, fue mucho menos neoliberal que el FA. El gobierno de Hitler no era típicamente neoliberal; el Estado fascista invertía en obras de infraestructura que impulsaban la industria nacional, y se preocupaba muy seriamente por la educación pública, desde luego en el marco ideológico de un proyecto racista, agresor, criminal y brutal. Es probable que un gobierno del PN fuera desde el comienzo más represivo, aunque la cúpula del FA va por ese camino; pero desde el punto de vista de la lógica neoliberal, desde la filosofía del pleno juego del mercado, de la entrega al capital internacional, de la privatización de todo lo privatizable, ¿en qué rubro el PN puede superar a Astori? Los tiempos están cambiando en el mundo y en el país. Hay que leer entre líneas los avances en la conciencia de los pueblos y en la resistencia de los estados soberanos, porque estos avances no se informan en los grandes medios. No podemos vacilar: todos los partidos que se nos enfrentan, en el oficialismo y la oposición, tienen cúpulas igualmente neoliberales. La UP-AP tiene la mano tendida a todo aquel que lo comprenda y que no haya cometido ningún acto repudiable; pero crecerá, crece, sólo en la corriente de las luchas populares.


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