Editorial: La pobreza golpea fuerte a los jóvenes
- La Juventud Diario
- 10 ene 2018
- 2 Min. de lectura
En los últimos tiempos, la política oficial realiza grandes esfuerzos en demostrar como a pesar que los uruguayos empobrecen, el resultado es que “estemos mejor”. Lo que sucede con este sofisma de corte mayúsculo que impregna toda la vida social y muchos intelectuales y dirigentes obreros repiten, olvidan que lo que realmente se ha producido es una enorme apropiación económica de la riqueza social que no se distribuye, pues la política que se ha llevado adelante está lejos de hacerlo, en realidad no lo hará nunca. Por ello es que hemos sostenido largamente que no estamos ante un gobierno de “izquierda”, pues el buque insignia de las privatizaciones, el recorte presupuestal, la venta de la tierra al extranjero, el mantenimiento de la AFAP, la proliferación de zonas francas, y el vaciamiento del campo a la ciudad se han convertido en la carta de presentación de los últimos gobiernos del Frente Amplio, cosa que ha llegado a límites económicos y sociales por demás relevantes que hacen sonar varias alarmas en el partido de gobierno y también en el país. Luego de un auge de la exportaciones y también de las exportaciones, resultado de una liberalización del comercio exterior, también en el país se ha ido liberalizando el uso de las drogas acompañando de una importante marginación de la vida social, que afecta a sectores importantes de los jóvenes que no logran incorporarse a la vida productiva y social con posibilidad de integrarse. En estos años no es una novedad que las cárceles estén llenas de personas pertenecientes a los más bajos índices de integración social y de menor edad, ello trae problemas cada vez mayores a la sociedad uruguaya en la medida que ni en la vida social, ni en las cárceles o centros de detención la recuperación para una vida activa no ha sido posible, por lo menos hasta ahora, a pesar de las importantes inversiones que se han hecho en estos años. En nuestro país se ve a diario como con la lógica del funcionamiento del mercado, que a los efectos es lo mismo que decir la lógica del capitalismo y la dependencia, lo único que puede crecer en nuestro país es la pobreza y los bajos salarios, sin que el sistema se desestabilice, de acuerdo a los códigos ideológicos de la política económica dominante. Nunca como en esta época el campo ha estado tan despoblado, nunca como en esta época las industrias cierran y la insolvencia es tan generalizada, lo que evidencia que a pesar del planteo del gobierno de desarrollar políticas sociales a través de un propio ministerio, los temas vinculados a la marginación social, no han pasado de una política de una magra asistencia social. El dejar de lado dentro de la política oficial la idea del trabajo digno, como elemento principal para el desarrollo económico, asentado en una adecuada educación que contribuya al desarrollo del individuo y su entorno social, hoy lejos de ser jerarquizado por la política económica. No hay más que observar lo que viene sucediendo con el salario nacional en los últimos tiempos tanto públicos como privados, y también los magros resultados educativos, que afectan duramente a la población juvenil.
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