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Testimonio: Violencia en Canelones

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 6 ene 2018
  • 5 Min. de lectura

En estos días de reflexión ante tanta violencia, a continuación publicamos el testimonio de una compañera, de lo que tiene que vivir un trabajador cotidianamente que paga más de 150 pesos y hace 50 kilómetros ida y vuelta para poder ir a trabajar y estudiar a la capital, de los niveles exacerbados de violencia entre trabajadores e hijos de trabajadores.

“En el sábado 6 de enero cuando me dirigía a mi trabajo en el 710 de Parque del Plata a Montevideo, como la gran mayoría de los pasajeros, suben cuatro jóvenes en estado de ebriedad, y bastante molestos. Por lo que pude percibir (porque se sentaron en los cuatro asientos delante de mí), los habían sacado del baile, los guardias. A la siguiente parada suben alrededor de 8 guardias de seguridad de Piedra Lisa (boliche de Atlántida), y el ambiente se pone mas tenso ya que se sientan todos enfrente de los muchachos. Dentro de los cuatro jóvenes hay dos que están continuamente haciendo muestra de su poder en la zona de paso de la arena y el cerro, e invitan a pelear indirectamente a los guardias: “ya los voy a agarrar y los voy a dejar c… en bolsita” decía uno, y así sucesivamente. Uno de ellos no hablaba, seguramente estaba dormido, y otro de los que iba adelante trataba de calmarlos y le decía: “Gastón cerrá la boca, ya está, no salgo nunca más con ustedes a bailar”. Sé que para la mayoría de los pasajeros era molesto tener que viajar con personas en estado de ebriedad o intoxicación, (no sé bien que era, pero se los notaba fuera de sus cabales, como excitados). Pero es el pan de cada día de las personas que viajan a Montevideo a trabajar, los fines de semana cuando termina el boliche “Piedra Lisa”. Volviendo a los muchachos, en un momento se generó una situación tensa, cuando una de las guardias le dice uno de los jóvenes: “que mirás”, y se contestan hasta que otro guardia la manda a callar, y parecía que allí termina todo, los jóvenes se callan y se entre duermen. Como tenía frío, decidí cambiarme de asiento e ir hacia delante, y sentarme en un lugar donde no tuvieran la ventana abierta. Y allí comienzan los guardias, a burlarse de los muchachos indirectamente, se notaba por los comentarios que hacían, en ese momento: “yo vivo en el 52 y vos” “yo en el 54” se reían y seguían. En ese momento comienzan a hablar los jóvenes los mismos dos del comienzo y los únicos de los cuatro amigos, que hablaron provocando, y dice uno “ni bien nos callamos empezaron a provocar”, “dejá que ya los voy agarrar”. Y en ese momento se desata una oleada de golpes de casi todos los guardias de seguridad a los cuatro jóvenes. Cuando los pasajeros gritábamos para que pararan, se excusaban diciendo venimos de trabajar, hace rato que vienen provocando, les contestábamos “pero ustedes son 6, ellos son cuatro y están sentados”. Paren gritaba una mujer desesperada que se interpuso entre ellos y los chicos, lo que ustedes hacen también es violencia, saben que pueden matar a alguien así. A lo que agregó, yo también sé lo que es trabajar de guardia pero por favor paren los están lastimando. También me paro, y se paran todos para tratar de frenar la agresión. Parecían estar intoxicados porque no paraban de golpearlos a los cuatro, les tiraban patadas desde atrás, todas en la cabeza, les pegaban golpes de puño cerrado. Estamos hablando que uno de ellos, el mas encarnizado media 1.90 más o menos y los chicos eran de 1.70 a los sumo, delgados. No se defendían y les seguían pegando y gritando, en eso le pedíamos por favor al conductor que parara. Una chica comienza a filmar la escena, algunos piden que no los filmen, otros que no lo suban a Internet. Los guardias querían sacar del bus a la fuerza a los chicos, y uno de los guardias de lentes oscuros junto con la guardia femenina sacan del cuello a uno de los provocadores y lo tiran por la puerta de adelante, en la parada donde empieza el puente carrasco, recuerdo que el muchacho estaba golpeado y alcoholizado. El conductor no cerró las puertas cuando debió y no se comportó como debería haberlo hecho, él se justifico diciendo que no sabía lo que pasaba, pero era muy visible la situación. Los guardias golpearon a los cuatro muchachos, uno estaba durmiendo y recibió un golpe en la nariz no paraba de sangrar, los dos de atrás que se quedaron sentados sin responder a las agresiones, llevaron la peor parte, les pegaban en la cabeza, se la daban contra la ventana, estaba toda la cara inflamada, creo que incluso le sacaron un diente y el asiento quedó lleno de sangre. Hasta que dijimos que íbamos todos a la comisaría y se bajaron dos paradas después de que habían arrojado al primer chico afuera del bus a la fuerza. Me aproximo a preguntar cómo se encuentran los dos que quedaron sentados en el lugar, y ver si necesitan algo, agua. Y uno de los muchachos no quería ir a la comisaría y decía que esto lo arreglaba él por su cuenta. Una señora decía: “nosotros no queremos violencia, violencia con violencia no resuelve nada”, yo trataba de calmarlo: “son muy chicos, pensá en tus padres, tienes que hacer la denuncia”. El que iba dormido se percató que faltaba el amigo y dijo: “y Braiton?”, le expliqué que lo habían bajado después del puente. Estaba muy preocupado, y se baja a buscar a su amigo, también bajan los otros dos. Fue en frente a la comisaría que está en el Parque Rivera. Nos bajamos todos y el conductor se excusaba ante el reclamo de todos los pasajeros, “como los dejó ir a todos y que deberíamos haber ido primero al hospital por los golpes que recibieron los chicos en la cabeza”. Ahí bajó el conductor y fue él solo a realizar la denuncia y nos puso a todos los pasajeros en otro bus de Copsa para Montevideo. Y la verdad que la situación te deja un dejo de indignación, de los valores de la juventud, por un baile por situaciones sin importancia, llegar a estos niveles de violencia. Como en un segundo todo puede cambiar, este boliche Piedra Lisa ya había tenido problemas, por ello fue trasladado de el sur de Atlántida al norte. Pero los problemas no se resuelven cuando los propios guardias dan esas golpizas aprovechando su tamaño y su trabajo. Es cierto que los jóvenes ya no son los chicos de antes, hay mucha, mucha violencia, en el lenguaje, en los gestos, pero nadie tiene derecho a aprovecharse de su situación de superioridad para proporcionar tamaña paliza. Estoy segura que tanto los guardias como los jóvenes tienen más cosas en común de lo que se imaginan, pero este sistema nos está llevando a dividirnos y que nos matemos entre hermanos. Así arranca la temporada, con situaciones que lamentablemente son diarias, y que los vecinos repudiamos, por la baja tolerancia, por la falta de respeto, por la apatía, y esperemos que esta situación no tenga repercusiones más graves de las aparentes”. LJB


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