Editorial: La irracionalidad del imperio El muro de Norteamérica

En los tiempos que corren en que según los publicistas adoradores del mercado y del capital, donde a cada instante nos señalan que ahora todo es distinto, el presidente de Estados Unidos Donald Trump, ha apostado a un formula ancestral desde el punto de vista militar, que es el de la delimitación de una zona o territorio para frenar invasiones, o a los efectos de detener a un enemigo superior en fuerzas. La más conocida fue la gran muralla china para detener las invasiones mongolas que hoy es objeto de símbolo de un país construido durante décadas con trabajo esclavo, pero lo más significativo de todo ello es que países y zonas del mundo han llevado adelante distintos tipos de muros o murallas con el uso de las tecnologías actuales, se van convirtiendo en verdaderos negocios, que son obras de la ingeniería moderna que se construyen hasta nuestros días. Es evidente que la intención de Washington para detener la inmigración desde la frontera con México, no es nueva pero desde el punto de vista de las élites del poder del país más poderoso del mundo, ello ya sido insuficiente y la nueva administración norteamericana, ha optado por el aislacionismo a los efectos de encontrar la supremacía del país sobre el sur que no solo tiene connotaciones raciales, sino además y principalmente económicas y políticas de todo tipo. Lo que es evidente que la decisión de Trump en relación a la construcción del muro fronterizo tiene otro tipo de consideraciones generales, que están muy lejos de las decisiones justas o racionales en materia de un país donde los hechos por si mismos trascienden las decisiones en materia del relacionamiento internacional y de derechos humanos en este caso con toda América Latina. Los muros construidos por otra parte construidos por Israel, en la medida que se anexa contra las decisiones de la comunidad internacional cada vez más territorios pertenecientes al pueblo Palestino, muestran que en realidad en ello no hay casualidades sino intereses de una política imperial que se expresan violentando el derecho internacional, con conductas cada vez más irracionales y xenofóbicas. No es una novedad que los miles de millones de dólares que destinara el gobierno de Trump para la construcción del muro, en tiempos de crisis alentando la discriminación interna y externa, abierta o implícita se torna brutal, irracional y únicamente apoyada en los grandes intereses de la guerra que son los que hoy siguen moviendo la economía capitalista mundial. La política de guerra del imperio necesita a Trump; y Trump desata peligrosamente la guerra alentando a sus viejos aliados, como Israel y Arabia Saudita, en nuevos planes de desestabilización y de guerra. Lo cierto es que no existe zona que no se haya visto afectada por esta política de promover, como solución a lo que provoca la inmigración en los Estados Unidos construir un muro que saldrán de las arcas del pueblo norteamericano y de lo que afecta al mundo dependiente las políticas dominantes en el planeta. También es cierto que la irracionalidad, el racismo, la reacción política en todas sus expresiones es una de las características más importantes del capitalismo desarrollado y del imperialismo. Ello está llevando no sólo a una crisis con muchos países tradicionalmente aliados a su política sino a situaciones de mayor tensión a la propia sociedad norteamericana.