Editorial: Mágico, un quilo de limones 95 pesos
- La Juventud Diario
- 5 ene 2018
- 3 Min. de lectura
Parece que en estos días el precio de los alimentos, fuera un detalle para los economistas y políticos del gobierno, sin embargo para doña María, que recorre los puestos o Juan que conversa en las esquinas del barrio con el vecino, observa día a día las nuevas angustias y problemas que surgen en la vida social, resultado de la política de gobierno que afecta cada vez más a la producción agrícola y granjera, así como también a las políticas de creciente afectación al medioambiente. No es una novedad que está política económica que ha liberalizado también el mercado, ha descargado sobre la producción de la granja precios cada vez más altos destinados al mercado libre de los precios al consumo. Lo cierto es que ni los limones que hoy están por la nubes, ni cualquier otra fruta, su precio se determina por el volumen de la producción y también por quién controla el mercado. Luego de la suba de precios de las principales tarifas públicas, es lógico que ello se exprese también en una consecuencia sobre el resto de los precios al consumo que por momentos se torna inalcanzable para las personas con ingresos bajos. Los aumentos han sido hasta el momento rigurosos, afectando duramente la vida de la familia de los trabajadores y los jubilados, que es donde se encuentran importantes sectores sociales con ingresos muy bajos. Sin embargo la suba de los precios en el área de la alimentación tiene otras connotaciones que tienen que ver con la disminución de las condiciones de vida de la población, cosa que en los últimos tiempos la política económica del gobierno ha ido decretando sin demasiadas vueltas, favoreciendo además sin vueltas en general a los altos empresarios. Por otra parte se puede decir, que en los últimos años el tema de las subas ha sido constante, pues en la medida que en el país cada vez menos se destina al mercado interno por razones de beneficio económica, y de una cada vez más despiadada competencia donde a los productores más pequeños les cuesta subsistir, por los costos crecientes que existen a la producción en nuestro país, debido al rumbo que ha tomado el gobierno de favorecer al agro negocio. Por este camino del control productivo de la tierra y por otro, de la distribución de los productos que vienen del agro en grandes empresas distribuidoras y también grandes superficies, el control de los precios en pocas manos da como resultado la elevación constante de los insumos al público en el mercado interior. Está claro entonces que el profundo endeudamiento que sufre la economía nacional provoca en forma crónica la suba de los precios al consumo como forma de satisfacer las necesidades espontáneas y caóticas de la economía capitalista que una vez más desprotege a los pobres encerrándolos y dejándolos a merced, de una suba constante de suba de precios. La lamentable y “facilonga” solución que han encontrado los últimos gobiernos nacionales es la importación de productos para el consumo que antes se producían en el país, pero las soluciones de dejar el camino libre a los bancos y a la liberalización económica lleva invariablemente a este tipo de situaciones donde los alimentos parecen un lujo, inaccesibles para la población. Nuevamente la carestía está en la familia de los trabajadores y aparece en forma injustificada para los bajos ingresos existentes.
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