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A 153 años del fusilamiento de Leandro Gómez: Tres tentaciones históricas

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 2 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

Por Aníbal Terán Castromán

El 2 de enero de 1865, en el patio de una casa de familia, fueron fusilados Leandro Gómez, Juan María Braga, Eduviges Acuña y Federico Fernández, los últimos oficiales sobrevivientes del sitio de la Villa de Paysandú, hoy ciudad capital del departamento homónimo. Hay abundante literatura a la que recurrir para conocer detalles de este episodio, pero pocos uruguayos lo tienen presente. Al cumplirse 153 años, es bueno preguntarnos qué podemos aprender de lo ocurrido aquel verano de los años 1864/65. Pero hay algunas tentaciones que nos pueden desviar. Una primera tentación es creer que “antes” abundaba la gente de principios e integridad moral. Grueso error. No era así. Si hoy nos quejamos de deslealtad, corrupción, ambiciones personales y cosas por el estilo, podríamos decir exactamente lo mismo si nos hubiera tocado vivir en aquellos tiempos. Leandro Gómez y sus compañeros eran una excepción en medio de una sociedad plagada de traidores y corruptos. De modo que no sería bueno idealizar el pasado como si en otros tiempos la probidad fuera la norma. En aquel momento histórico de nuestro país, este grupito de personas que defendió Paysandú del asedio impuesto por una coalición internacional inspirada en intereses políticos antipopulares, brilla como oro en medio del barro. Una segunda tentación es teñir la historia con una simplificación que coloca a “los blancos” como patriotas y a “los colorados” como antipatriotas. Si bien es cierto que Leandro Gómez enriquece la historia de su Partido Nacional tanto como Venancio Flores empobrece la de su Partido Colorado, no debemos olvidar que entre sus contemporáneos había ambos tipos de militantes de los dos lados de la lucha política. No es por tanto muy diferente a lo que hoy vemos enestas instituciones partidarias. Una tercera tentación sería poner los hechos en el terreno del nacionalismo rígido olvidando que defendieron Paysandú varios argentinos federalistas, entre ellos Rafael Hernández, hermano del célebre José Hernández, autor del Martín Fierro, quien esperaba al otro lado del río Uruguay la oportunidad para unirse a los defensores. No sabemos si hubo algún brasileño también entre las filas de la defensa, es posible, tal como había uruguayos y argentinos de ambos lados, por lo que no sería justo generalizar diciendo que la lucha era de orientales contra argentinos y brasileños. El lugar donde uno nace no garantiza que estemos del lado correcto en cada coyuntura histórica, y hay intereses superiores que trascienden la circunstancia del país en que nacimos. Por eso al cumplirse un nuevo aniversario del fusilamiento de Leandro Gómez y sus tres comandantes, yo no diría “ya no hay hombres como aquellos y aquí no pasa más nada” como la canción “Claritamente” del Pepe Guerra. No me parecería justo que el Partido Nacional invocara a Leandro Gómez como si los actuales dirigentes fueran sus continuadores. Creo que no sería adecuado alimentar el odio contra brasileños y argentinos como si fueran nuestros enemigos históricos. Pienso humildemente que la fecha si debería impelernos a preguntarnos qué está pasando en nuestro continente, si hay actualmente alguna coalición internacional antipopular que una a brasileños, argentinos y uruguayos en beneficio del imperio de turno, y quien seríael Leandro Gómez y el Venancio Flores de hoy. ……………..

(Adjunto breve resumen de los hechos para quien tengan poco tiempo de buscar información más abundante. Sugiero que lo hagan porque la defensa de Paysandú es un episodio apasionante.) El 2 de diciembre de 1864, una escuadra fluvial del Imperio de Brasil, al mando del Marqués de Tamandaré y tropas porteñas enviadas por el unitario Bartolomé Mitre pusieron cerco a Paysandú apoyando al General uruguayo José Gregorio Suárez que actuaba bajo las órdenes del Presidente Venancio Flores. Bloqueada por vía fluvial y atacada por un ejército que inicialmente sumaba 5500 hombres (4000 de Flores y 1500 del brasileño Antônio de Sousa Neto) y que el 27 de diciembre ascendió a 15.000 con la incorporación de fuerzas del general brasileño José Luis Mena Barreto, la defensa opuso 1086 combatientes a las órdenes de los coroneles Leandro Gómez y Lucas Píriz. Los sitiadores lanzaron el asalto final la madrugada del 31 de diciembre, cuando un infierno artillero se abatió sobre la villa. Los defensores resistieron hasta la mañana del 2 de enero de 1865. Entonces Leandro Gómez pidió una tregua para enterrar a los muertos a través del oficial Atanasildo Saldaña, que era su prisionero. En medio de esas gestiones los brasileños entraron al recinto fortificado gritando que se había convenido la pazy abrazándose con los defensoresy, engañando a Leandro Gómez y sus comandantes, quienes se vieron de pronto rodeados y tomados prisioneros. Pese a que la orden de Flores era conservarlos con vida, el Gral Suarez dispuso que Leandro Gómez y sus tres últimos oficiales fueran fusilados.


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