UN CUENTO DE NAVIDAD

Por Jorge Bonaldi

En el año 2019 un grupo de ingenieros de la NASA creó el “SSD”, o Shit Scanner Device, un sencillo dispositivo de transparentación de cualquier organismo viviente que permite determinar con exactitud la cantidad de mierda consolidada que se aloja en el tracto intestinal de los seres humanos. Las ventajas de este invento son obvias ya que enfocando el SSD desde el espacio sobre una franja determinada de territorio es posible establecer con absoluta precisión la proporción de material desechable en su población humana. Por lo demás, el SSD demostró ser una eficaz herramienta en la lucha contra el narcotráfico, ya que permitía localizar sin margen de error la existencia de tubos de droga dura en el recto de personas con intenciones contrabandistas. En las aduanas de todos los países fue rápidamente eliminada la intimidatoria presencia de perros rastreadores y los molestos e indignos controles físicos. Todo parecía desenvolverse con elegancia y sobriedad. Hasta que el SSD comenzó a detectar la presencia de excremento en la masa encefálica de hombres y mujeres nacidos a partir de la década de 1980. ¿Epidemia? ¿Síndrome de deficiencia adquirida? ¿Un experimento masivo mal terminado? Nada de esto pudo ser establecido con certeza. Lo cierto es que la mayoría de los treintones y cuarentones de la segunda década del siglo 21 explorados por el SSD presentaban signos de disfunción cerebral causada por una interferencia neuronal proveniente de la creciente presencia de mierda en sus circuitos. Vale decir: cerebros relativamente nuevos se destruían invadidos por las cacas. (Continuará)