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Columna: Una ley que no le gusta a la iglesia

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 26 dic 2017
  • 3 Min. de lectura

Por Aníbal Terán

La violencia de género forma parte de la doctrina católica. Veamos instrucciones muy específicas que da el Apóstol Pablo en algunas de sus famosas cartas que forman parte de la Biblia. En la primera carta a Timoteo capítulo 2 versículos 11 al 13 dice: “Que la mujer aprenda calladamente, con toda obediencia. Yo no permito que la mujer enseñe ni que ejerza autoridad sobre el hombre, sino que permanezca callada. Porque Adán fue creado primero, después Eva.” En la primera carta a los Corintios, capítulo 14 versículo 34 dice: “Las mujeres guarden silencio en las iglesias, porque no les es permitido hablar, antes bien, que se sujeten como dice también la ley.” En la carta a Tito capítulo 2 versículo 5 exhorta a las mujeres a “a ser prudentes, puras, hacendosas en el hogar, amables, sujetas a sus maridos, para que la palabra de Dios no sea blasfemada.” ¿Alguien puede ofenderse si se califica esto como violencia de género? Honestamente creo que no. Sin embargo el Cardenal Daniel Sturla, principal referente del catolicismo uruguayo, acaba de hacer declaraciones muy desfavorables respecto a la nueva Ley Integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia basada en género, que se acaba de votar el 14 de diciembre. Dijo que el texto de la norma refleja un intento de “colonización ideológica” (Telemundo 21/12/17) También que le preocupa que la Ley deja “muy abierto el hecho de poder condenar a una persona hasta por cuestiones simbólicas o religiosas” (El Observa 21/12/17) “Una ley tiene que ser precisa y no confusa. Y esta ley se presta a ciertas confusiones. Tiene algunos artículos que llaman la atención porque dejan muy abierto el tema”. (Radio Uruguay 21/12/17) Tras enterarme de sus críticas, busqué y leí la Ley que consta de siete capítulos y 103 artículos, y no veo que se preste a confusiones. Queda luminosamente claro de principio a fin que se trata de un esfuerzo por reparar una situación dada de hecho en nuestra sociedad regida por usos y costumbres que vulneran los derechos de la mujer, sin menoscabar los derechos de los hombres. Daniel Sturla puede hablar con propiedad de “colonización ideológica”, porque fue lo que hizo la Iglesia Católica en nuestro continente a partir de 1492 bajo el nombre de “evangelización”, pero honestamente creo que la Ley que él critica va precisamente en el sentido contrario, el de la descolonización ideológica.

Cuando dice que teme que mediante esta Ley se pueda “condenar a una persona hasta por cuestiones simbólicas o religiosas”, está minimizando la gravedad de la violencia simbólica y religiosa que forma parte de la doctrina de su Iglesia. La nueva Ley define así la violencia simbólica: “Es la ejercida a través de mensajes, valores, símbolos, íconos, signos e imposiciones sociales, económicas, políticas, culturales y de creencias religiosas que transmiten, reproducen y consolidan relaciones de dominación, exclusión, desigualdad y discriminación, que contribuyen a naturalizar la subordinación de las mujeres.” Sin duda esta descripción aplica muy bien a las citadas instrucciones apostólicas que se enseñan en el catecismo católico. ¿Lo que quiere Sturla es que la Ley uruguaya avale la subordinación natural de la mujer simbolizada en el relato bíblico de Adán y Eva al que se refiere Pablo? Según este, “Dios tomó una costilla del hombre y de ella procedió a hacer a la mujer”. (Génesis 2: 21-23) ¿Le molesta que el texto de la norma ponga en evidencia esta milenaria forma de violencia simbólica que por mucho tiempo no fue tan explícitamente cuestionada? Yo no creo que esta nueva Ley propicie injusticias del tipo que teme Sturla. Más bien opino que intenta corregir algunas injusticias en las que él y su Iglesia tienen su cuota parte de responsabilidad.

(Reflexión aparte merecen otras voces como las que dicen: “la agenda de género está de moda como estrategia de entretenimiento”, “es un refugio útil para la falsa izquierda que claudicó de sus principios”, “estas movidas políticas en torno a cuestiones de género son para distraernos de las verdaderas injusticias de las que al poder no le conviene hablar”, “buscan enfrentarnos entre nosotros para que no nos organicemos contra ellos”, etc…)


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