Editorial: Trump y el imperialismo, de nuevo contra el mundo
- La Juventud Diario
- 9 dic 2017
- 3 Min. de lectura
La decisión de Trump de enviar su embajada a Jerusalén en estos días, es toda una definición sobre los compromisos de su política con Israel y particularmente con los gobernantes de éste país, que implica una vez más un desconocimiento del pueblo Palestino, y de los alcances negativos que implica esta política. La tendencia hacia el fascismo en los altos círculos de la política mundial, son un hecho en estos días y se expresan un una gran agresividad y beligerancia pues es evidente que los Estados Unidos de América a pesar de tener un gran poder económico y militar en la situación emergente de la lucha contra el terrorismo en Medio Oriente no ha tenido una iniciativa clara, en la resolución del tema en Siria y también en Irak. Se puede decir que luego de más de treinta años en la región, su posición ha variado desfavorablemente y hoy muchos se preguntan cuáles serán los nuevos justificativos para permanecer cuerpos de ejército en la región. En esta actitud Trump ha dado un fuerte espaldarazo a la política sionista de Netanyahu, aunque nuevamente la política de Washington ha tenido una importante resistencia en sus aliados de la UE, y también de Inglaterra, lo que en los tiempos actuales sin bien no puede sorprendernos, la particularidad de la decisión del gobierno norteamericano, ha sido la de recibir condenas de distinta intensidad de un espectro político y social jamás imaginado. Ello conlleva también las más diversas reacciones en la sociedad palestina, en el mundo árabe, y en estados que significativamente se han ido apartando de algunas de las decisiones de la OTAN, como es el caso de Turquía. La decisión del gobierno norteamericano ha llevado a incrementar la tensión y la guerra, también a terminar nuevamente, con un débil proceso de paz entre las partes, que hasta ahora ha tenido un constante proceso de preparación y enfrentamiento bélico. Un nuevo elemento surge en toda la lucha del pueblo Palestino, y es el llamado al levantamiento popular o intifada, con la ocupación israelí de su territorio. Lo que surge claramente en estos días, es que el nuevo proceso político que se abre en la región con innegables derivaciones en toda la política mundial, pone nuevamente sobre la mesa nuevas reacciones internacionales sobre la provocación en marcha contra el pueblo Palestino. Es evidente además que el relegamiento de la política exterior norteamericana y el despliegue de su fuerza, no se corresponde hoy con sus niveles decrecientes de influencia, pues actúa con los aliados más reaccionarios y corruptos que surgen de la necesidad de nuevos cómplices para las aventuras bélicas y el mantenimiento del control sobre la producción de hidrocarburos. Lo que es indudable que la política de Washington no es una casualidad ni muchos menos la iniciativa del que construye el muro contra México, el que amenaza a Corea del Norte y ahora cuando pretende instalar su embajada en Jerusalén, desata la ira de los palestinos y musulmanes, inclusive de sectores importantes de la Iglesia Católica. Claro que decidir Washington, donde debe estar la capital de Israel, es un nuevo paso adelante y por demás abierto de la política imperial, que entre otras cosas tiene una directa correspondencia con el surgimiento del estado de Israel definido por las grandes potencias occidentales, al mejor estilo de la diplomacia y fuerzas de la inteligencia inglesa.
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