San José ¡Democratizar el acceso a la tierra ya!
- La Juventud Diario
- 22 nov 2017
- 3 Min. de lectura

Por: Darío Camilo Perdomo Departamental 26M San José
Ya estamos en el tramo final de noviembre y en el norte del país ha comenzado la cosecha de trigo donde se constatan por ahora bajos rendimientos ya que se estima que el promedio rondaría los 2.400 kilos por hectárea. Aquí por el sur la cosecha comenzará en los próximos días. El trigo, como cultivo de invierno, además de la cebada, tiene un nuevo competidor que es la colza, oleaginosa de flor amarilla oriunda del norte de Europa que viene incrementando el área de siembra. Pero el cultivo más extendido en nuestro país sigue siendo la soja, originaria de China, la cual se planta por estas latitudes entre los meses de septiembre y enero. A la soja sembrada en el mes de diciembre, luego de la cosecha de trigo, se la denomina “de segunda”, ya que los rendimientos en general no son tan buenos porque su desarrollo está influenciado por la temperatura y la menor cantidad de horas de luz solar. La producción nacional de soja en la cosecha pasada fue el más alto en la historia del país con 3.338 millones de toneladas. El área total plantada con soja en el país se estimó en 1,1 millones de hectáreas con un rendimiento de 3.026 kilos por hectárea, exportándose sin mayor proceso industrial fundamentalmente a China que sigue siendo el primer comprador de soja transgénica del mundo ya que procesa entre 90 y 100 millones de toneladas. Mayoritariamente este producto es utilizado para producir raciones para animales de granja, y en mucho menor medida para consumo humano o industrial. La expansión sojera en nuestro país comenzó a principios de los años 2000 con la llegada de argentinos que, usufructuando ventajas tributarias en nuestro país, comenzaron primero arrendando y luego comprando tierras para desarrollar esta práctica agrícola basada en la siembra directa. Ahora, si analizamos la situación podemos concluir en general que la extensión del monocultivo es una práctica perjudicial que daña el suelo, ya que la gran extensión de un solo cultivo lo termina dañando, porque en este proceso se acelera el agotamiento de nutrientes al tiempo que se degrada y erosiona el mismo, y esto aplica para el modelo forestal cuya Ley este año está cumpliendo los 30. Pero para este caso de la soja transgénica estamos hablando de plantas con semillas modificadas genéticamente, donde está asegurada la resistencia de la misma a una gran carga de fungicidas, insecticidas y herbicidas que serán aplicadas a lo largo de todo el ciclo del cultivo, para asegurar que el negocio esté protegido y sea rentable, con impactos negativos en los recursos naturales, en la tierra ya que destruye los organismos que forman la materia orgánica, en el agua ya que dañan tanto las corrientes superficiales como las napas más profundas, el aire con el arrastre de micropartículas que se dan con las fumigaciones, la salud de los trabajadores y de las poblaciones cercanas a los mismos. El predominio creciente del agronegocio que es impulsado por las transnacionales y la importación exponencial de herbicidas y transgénicos no tiene en cuenta los cuantiosos daños colaterales para el medio ambiente, para la salud y para la vida y en definitiva representan una amenaza para el futuro de la agricultura. La soja es un gran alimento ya que tiene proteínas, hidratos de carbono y grasas, los tres macronutrientes indispensables, y además tiene vitaminas y minerales. Es el tercer producto de exportación por lo que tiene un gran impacto económico, pero también ambiental ya que ocupa más de un millón de hectáreas que normalmente es tratado con alta carga de insecticidas y herbicidas, sólo hay algo más de 300 hectáreas, 100 en San José en la zona de Paso del Rey donde se produce soja no transgénica con control biológico. Mientras que en el mundo hay más de 800 millones de personas con hambre, es decir que no tienen la alimentación suficiente para llevar a cabo una vida saludable y activa, donde hoy la nutrición deficiente es causa de muerte de casi la mitad de los niños menores de cinco años, parece un dislate producir soja para alimento animal de China o Europa, u otros cultivos similares para biodiesel o insumos industriales. Como lo dice el programa de la UP, entendemos que es urgente, de primordial importancia, rescatar la soberanía alimentaria y orientar la economía en la producción de alimentos sanos y de calidad por mecanismos que respeten el medio ambiente y la salud de los trabajadores y consumidores democratizando el acceso a la tierra.
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