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Canelones Vivir en la Costa

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 7 nov 2017
  • 2 Min. de lectura

Por: Federico González Militante del 26M en Costa Azul

Somos privilegiados. Evidentemente los que vivimos en la costa gozamos del lugar. Ese contacto permanente con la naturaleza, esa paz que nos permite escuchar el canto de los pájaros y esa vista espectacular que es el mar, nos hace vivir de otra manera. Somos pocos, todos nos conocemos, y eso implica un relacionamiento especial entre los vecinos. Nos hace estar más involucrados en lo que sucede en la escuela, el liceo o simplemente en la situación particular de los habitantes de la zona. Esa es una parte de la historia, que es real y de la cual nos sentimos muy orgullosos. Este segundo relato, no menos cierto que el anterior, no es tan romántico y más bien nos avergüenza y sobretodo nos duele. Tiene que ver con una serie de dificultades y de carencias que afectan directamente a los pobladores en la vida cotidiana; y lamentablemente como siempre sucede, en especial a los trabajadores. También es cierto, que probablemente no sea una particularidad de la costa y sea una problemática nacional. Aquí el trabajo es escaso y de mala calidad; un sector de la población se dedica a la remodelación y mantenimiento de las fincas existentes. Digamos construcción y jardinería. Siempre dependiendo de que el sector de los propietarios pueda o quiera realizar alguna reforma. Poca cosa para vivir todo el año. Otro sector apunta al área de servicios. Intenta hacer la temporada en supermercados o restaurantes. Hablamos de unos pocos cupos, con salarios que no hacen la diferencia con respecto a los pocos que trabajan todo el año, y con la incertidumbre de cuanto durara esa “changa”. Dependiendo del éxito de la temporada, de las condiciones climáticas, etc. Poca cosa para vivir todo el año. Por tales motivos, otros intentan trabajar en Montevideo. Y allí nos encontramos con una dificultad enorme que es el transporte público. Las frecuencias son escasas para el flujo de pasajeros (en especial en horas pico), las condiciones en las que se viaja a veces rozan lo inhumano, el precio es alto y el tiempo que se demora es eterno. Según el balneario desde el que se viaje, pero haciendo un promedio, hablamos de dos horas y de $100 para llegar a la capital. Ida y vuelta, con esperas y sumado a algún otro ómnibus dentro de Montevideo, estamos entre 5 y 6 horas diarias y no menos de $250. ¡¡¡DISPARATE!!! Da la sensación de que es más rápido salir del país que llegar al lugar de trabajo. Es hora de atacar esas dos puntas. Crear fuentes de trabajo dignas y estables, y lograr un servicio de transporte accesible y eficiente. Es hora de atender a los trabajadores. ¡¡¡Es hora de construir Unidad Popular!!! Salute.


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