Columna Páginas de mi diario -7 de noviembre
- La Juventud Diario
- 6 nov 2017
- 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
La mala gestión, con sospecha de corrupción, invade la gestión gubernamental en todos sus ámbitos. Entonces el juego vuelve a comenzar. Captando el desencanto popular, las viejas aves de rapiña tradicionales revolotean para apoderarse de los desengañados. Traen disfraces nuevos. Una oculta su rostro decrépito tras la máscara de la “eficiencia” y la modernidad; otra anuncia que es “Independiente”, otra que “apuesta a los jóvenes”. Así introducen a los nuevos votantes por laberintos viejos, por falsas oposiciones que terminan siendo más de lo mismo. Para el oficialismo, la estrategia es la falsa diversidad interna que procura mantener la ilusión de un ya imposible retorno a los principios. Mientras llega el Mundial de Fútbol, hay que entretener. Se anuncian vagos hallazgos geológicos y se maquillan las inversiones saqueadoras. Después, desfilarán nuestros ministros por estadios de fútbol de ciudades con un pasado heroico que ellos desconocen. Pero aquí, afuera, hay un mundo real ya indisimulable. Revientan las pústulas de la corrupción y el acomodo, se desmantela toda salvaguarda de Estado, incluyendo el Banco País, mientras la tierra y el agua se envenenan, la deuda hipoteca el futuro, la contaminación del Acuífero Guaraní lo se vuelve más inminente cuanto más se esfuerzan por desmentirlo. Y bueno, piensan muchos, incluyendo los indecisos; si todos roban, habrá que optar por el menos malo, el que nos deje vivir mejor.
¿Y qué hacemos nosotros, en la UP? Podría pensarse que el desempeño de nuestro único diputado y su equipo es suficiente testimonio de una actitud diferente y de una propuesta que recupera los mejores valores del pasado. En la denuncia fundada e implacable, en la propuesta fundamentada y seria, en el vínculo con los movimientos sociales, marcamos nuestra diferencia antagónica con los profesionales de la demagogia, con los sirvientes del saqueo imperial. Pero ¿quién se entera? Se enteran los directamente afectados que han tomado un rol activo en defensa de sus intereses, se entera la minoría que busca informarse en un entorno de desesperanza. La gran prensa desinforma, nos da espacios mínimos, sesga, agudiza las falsas controversias entre bueyes que no tienen cuernos para lastimarse de verdad. Valoramos cada espacio de comunicación que se nos da, pero la calle es nuestro canal principal de intercambio. El volante distribuido con inteligencia, el afiche, el pasacalle, el muro carretero pintado con mil sacrificios, la reunión de vecinos, el boca a boca y puerta a puerta y casa por casa son nuestra voz. La calle es el camino, el plan es la brújula necesaria, y las voces que logramos convocar son nuestra fuente principal de aprendizaje y crecimiento. Vale la pena caminar y es necesario hacerlo.
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