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Los compañeros en nuestra memoria

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 1 nov 2017
  • 6 Min. de lectura

DE LEÓN BERMÚDEZ, Idilio. Muerte: 1/11/74. Vivía en La Teja y lo apodaban "el gauchito". Fue Idilio de León, el gauchito, un militante dedicado con total entrega, compromiso y abnegación a nuestra causa libertaria. Provenía de familia muy modesta económicamente, se endureció en la lucha por el pan diario. Sufrió desde muchacho la explotación y la privación de cosas fundamentales, se fue acostumbrando a enfrentar atropellos. Aprendió en carne propia el contenido de palabras como rebeldía, justicia, miseria, arbitrariedad, libertad, sociedad sin oprimidos. Cuando se integró a FAU en 1964 traía en su maleta cierta experiencia en actividades obreras y populares. Se lo podía encontrar en la puerta de una fábrica vendiendo el periódico o repartiendo un manifiesto o volante. En el Ateneo de La Teja desplegó intensa actividad. Acompañó la marcha cañera de 1964 representando a la Organización. Estuvo presente en agitaciones callejeras de la ROE. Vivió, se insertó, en el agitado período histórico de la sociedad uruguaya. El del avance de las luchas populares y de las organizaciones de combate. En relación a actividades sociales y revolucionarias es requerido en 1970 y pasa a la clandestinidad. Cae detenido ese mismo año. Preso en Punta Carretas desde ese año, 1970, sale en la fuga del 6 de setiembre de 1971. Retoma inmediatamente la actividad en el frente armado: OPR. En el marco de acciones armadas cae acribillado, en un tiroteo, el 29 de octubre de 1974

Extracto del reportaje a su hermana Sarita publicado en el periódico Barrikada a 20 años de su muerte en combate

Sara: En casa éramos muchos hermanos; una casa muy modesta, nuestra madre era muy religiosa, pero Idilio la fue cambiando, le hablaba mucho... lo recuerdo que se sentaba en un banquito, al lado de la cama de mamá que estaba enferma... y le hablaba mucho, mucho rato. El “gauchito” leía mucho de muy joven. Sólo hizo primaria... pero le encantaba la historia... lo recuerdo leyendo viejos libros; libros grandes, de páginas amarillas... después me enteré que se trataba de libros políticos, ideológicos... leía a los anarquistas. Yo veía que iba y venía mucho de muy joven. Venía tarde y a veces mencionaba reuniones y eso. Pero lo determinante fue el día que cumplió los dieciocho años: ese mismo día, por la noche, vinieron a buscarlo unos compañeros. Él tenía las cosas prontas y partió de casa esa noche. Siempre volvía claro a visitarnos... venía mucho. Pero ese día, el día que cumplió la mayoría de edad fue un día importante. No quería traerle problemas a mamá o a la casa, es que nuestro padre era bravo... era bastante retrógrado en muchos sentidos... (...) Militó mucho en el Ateneo de La Teja, en el ’64 se integra formalmente a la FAU. (...) Él hacía de todo, y sí, en relación a los otros compañeros era muy botija, pero muy corajudo, de una entrega total a la militancia. Participó de la marcha cañera del ’64, luego estuvo también en actividades de la ROE (Resistencia Obrero Estudiantil), pero también vendía refuerzos a los obreros en la puerta de FUNSA... Caminaba mucho, llevaba documentos, cartas de un lugar a otro, a la casa de un compañero en el medio del campo o en cualquier lado... siempre caminaba... sus pies no tenían ni forma ya de tanto andar, y con calzados viejos casi siempre, a veces le daban zapatos dos o tres números más grandes, lo que hubiera, y él meta diario y a caminar; pero además, en el camino, siempre juntaba tuerquitas y cosas así, al paso... que después le iban a servir (...) El trabajaba con un grupo de compañeros encargados de mantener un local... un garage donde guardar coches para ser utilizados en operativos posteriormente. Y eso cayó. Ahí se lo llevan y en realidad la cana no sabe inicialmente que se trataba de él, del gauchito De León... porque cae con otro nombre, con otra identificación. La macana surge cuando nos enteramos y mi hermano, que era muy parecido a él, lo va a ver cuando estaba detenido... y pregunta por él, por Idilio, entonces así saltó su verdadera identidad. Yo lo visitaba en la cárcel y él sobre todo lo que quería saber era qué estaba pasando afuera con los compañeros... me insistía en eso: “contáme, contáme”. Sale en la fuga grande, en “el abuso”, el 6 de setiembre del ’71... Pasa un tiempo, ya “clande”, en locales de los tupas... esperando contactos infructuosos, hasta que pierde la paciencia y se va de allá... con el tiempo me entero que allí había una compañera muy enamorada de él, ella me cuenta que él tenía una única obsesión en ese momento... salir, salir para reencontrarse con sus compañeros y ponerse en actividad... (...) Así que se contacta con los compañeros de la OPR. En ese tiempo anduvo de traje y corbata, y peinado “a la gomina”... como cobertura, pero no le gustaba nada, como que se sentía ridículo el gauchito... Y recuerdo que una vuelta me lo encuentro con un reloj, un reloj enorme... y él despotricaba contra ese ridículo elemento que no se acostumbraba a usar, nunca había llevado un reloj (...) En fin, en ese tiempo se le abre un período más jodido, más peligroso, muy vertiginoso... empieza a operar mucho, a participar en operaciones de expropiación... en el ’72, cuando lo de Molaguero... qué se yo (...) Vivía en estado de permanente alerta... Una vez anda por el barrio Peñarol... se da cuenta que un tira le pisaba los talones, así que reduce el paso, se prepara y cuando se da vuelta... era él o el tira... Sí, en ese tiempo pasaron muchas cosas... El país ya estaba absolutamente militarizado, los tupas prácticamente desmantelados, la OPR-FAU decidía el repliegue a la Argentina... y el gauchito no estaba ni ahí con eso del repliegue... quería quedarse... Yo le decía: “gaucho, te van a matar, andate gaucho”... aunque conociéndolo bien yo sabía no me iba a escuchar. En esos días lo veo por última vez y recuerdo que me deja el recado de que yo me fuera, que me pusiera a resguardo... era una caída tras otra y la tortura recrudecía brutalmente, no había caso con confiar en superarla indefinidamente... en tales condiciones, el mayor compromiso que podía llegarse a cumplir era bancarla al menos 24 horas para dar tiempo a los compañeros de moverse... Pero bueno, ni tiempo me dio para meditarlo cuando caigo yo también... Estaba esperando unas valijas en un bar (atrás de la ONDA) cuando me detiene el Pajarito Silveira... pero eso fue otra historia... Una decena de compañeros quedaron trabajando con él, al principio; pero la cosa se ponía brava. Acá en el país ya no quedaba nadie realmente actuando... y se le insiste en que debía acatar la resolución de repliegue a la Argentina; pero él estaba convencido que debía quedarse, realmente convencido, firmemente convencido... Él me decía: “Yo me quedo acá y si el repliegue es para recomponerse y volver en mejores condiciones, yo habré construido una base para su reintegración... sé que muchos volverán” (...) y esto me causa mucho dolor recordarlo porque en Argentina ya se estaba resolviendo su separación de la organización... discusión que terminó con su expulsión... No hay rencores ni otra cosa, pero siempre me quedé con eso... él resistiendo, trabajando por aquello de la construcción de la base para estar pronto al regreso de los compañeros... Ahora, debo decirles que también hubo compañeros muy queridos que a pesar de su expulsión siempre estuvieron con el gauchito y respetaron su voluntad de pelea y su ejemplo de lucha... Si, sobrevendrían tiempos muy jodidos: sobrevivir, resistir casi sin medios, el ejército en la calle... el gaucho se salva muchas veces milagrosamente, se les escapa varias veces a los milicos, tuvo varios enfrentamientos y zafó a puro huevo... ya no era aquello de los ’60, nos habían ganado la iniciativa y la represión era demencial... que te digo... ya no quedaba gente, apoyo, locales... El 29 de octubre de 1974 –imagínense ustedes lo que era estar “clande” en aquellos tiempos, en aquellas condiciones, prácticamente sin apoyo... y aún así seguir, andar a la disparada, operar expropiaciones para subsistir... sólo posible por su convicción... y porque de tanto andar en los barrios, con esa gente a la que él pertenecía y a quienes nunca les había fallado... entonces le abrían todas sus puertas... Pero finalmente ocurrió lo que veíamos venir. Aquel, su último operativo, fue por la zona de la Unión... el aprete de un camión de la Pepsi-Cola... por la recaudación que llevaban, que no eran de los camioneros... era para sus patrones... así explicaba él aquellas expropiaciones... El gauchito aquella vez estaba acompañado por el sobrino... el camionero alcanza a dar aviso por radio... fue muy cerca del Hospital Militar y la sede militar contigua... los milicos estuvieron pronto allí, se resistió, los enfrentó dando tiempo a cubrir la retirada de su sobrino, su compañero... Por fin queda cercado, sin salida, en Estero Bellaco casi 8 de Octubre... entonces allí es que utiliza su último recurso: una granada, pero falla y ahí mismo cae acribillado a balazos por los milicos... Una vecina que ubiqué muchos años después me contó que en la calle quedó una gran mancha de sangre y a la mañana siguiente alguien había puesta flores en el lugar...


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