Páginas de mi diario 21 de octubre
- La Juventud Diario
- 23 oct 2017
- 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
La dolorosa muerte Santiago Maldonado no nos debe llevar a un sentimiento de impotencia; él no lo hubiera querido. La indignación debe volverse acción ambiental, social y política, acción que nos sitúa en ruta de choque frontal contra las transnacionales saqueadoras y contra los gobiernos serviles. Y la lucha nos obliga a reflexionar sobre el formidable pueblo mapuche y sobre los pueblos originarios de nuestro continente, nuestra Patria Grande, la América “Abyayala”. El territorio mapuche se extiende por el actual sur “chileno” y el actual sur “argentino”. No pudieron con su organización ni el Imperio Inca ni el colonialismo español. Después sobrevivieron a las campañas de exterminio planificadas desde Buenos Aires y Santiago. Hoy los mapuches luchan heroicamente contra las transnacionales. Sus muertos son más nuestros que nunca, y su esperanza es parte de nuestra única esperanza. Lo más alentador es que los mapuches no son una excepción. Desde México a la Patagonia los pueblos originarios y sus hijos mestizos viven y luchan. Se suman a las luchas obreras y campesinas; en realidad, forman parte de ellas y deberán integrarse a las herramientas políticas revolucionarias que la hora reclama Cuando llegó la invasión europea, los imperios precolombinos colapsaron en pocas décadas; en cambio, las comunidades originarias resistieron y resisten. Resistieron a esos mismos imperios precolombinos, resistieron la conquista, resistieron los genocidios perpetrados por los Estados “independientes” y resisten el saqueo de la Naturaleza, defendiendo lo que es nuestro patrimonio común Aún en los territorios donde los genocidios fueron más eficaces, como en las praderas, hay una memoria mestiza, yuyera, ambiental y ante todo ética, que pervive obstinadamente. Necesitamos reavivar sus rescoldos, reanimar su sentido de pertenencia, su compromiso con el ámbito de la cultura de sus ancestros. Los necesitamos para resistir en la calle y en la tierra la Ley de Riego, a la que podemos llamar, más que a ninguna otra, vende patria. Lo ancestral sobrevivió en el gaucho, anudado con raíce africanas y europeas campesinas. Nuestra gente de campo, la que sobrevive o la que ha sido expulsada recientemente de él, siente muy fuertemente sus gotas de sangre indígena. Hay vínculos culturales centenarios entre los mapuches que llegaron a la pampa, y se hicieron pehuenches de a caballo, y nuestros gauchos; la Liga Federal intentó restaurar estos lazos a través de los “orilleros” federales del Sur bonaerense, quienes fueron duramente reprimidos por los masones ya en 1811. Pero aunque no existieran estos vínculos anteriores, nuestro corazón viaja al heroico Arauco, a la tierra de los invencibles mapuches, y se pregunta si es posible sentirse extranjero en Temuco, en Cobquecura, en la región del Bío Bío, o en Valdivia. No, no podemos sentirnos extranjeros en Chillán, como no se sintió extranjero el pintor mexicano Diego Rivera, que plasmó allí hermosos murales. No, no somos extranjeros en tierra mapuche; Arauco también es parte de nuestra casa grande. Los extranjeros están en nuestros ministerios, en los poderes ejecutivos que se arrodillan poniéndose al servicio de aquellos que Artigas llamó “malos europeos y peores americanos”.
Entradas relacionadas
Ver todoLa posibilidad de aumentos de tarifas y de impuestos había sido negada enfáticamente por el presidente Luis Lacalle Pou durante la...
En estos días es evidente que ante un nuevo aniversario del Movimiento 26 de Marzo, muchas cosas y conceptos se ponen sobre la mesa en...
En los últimos tiempos han ido surgiendo en forma cada vez más amplia problemas y situaciones cada vez más difíciles de atender, con las...
Comments