Paginas de mi diario 20 de octubre
- La Juventud Diario
- 21 oct 2017
- 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
El Centenario de la Revolución de Octubre es, para muchos de nosotros, la fiesta principal de la esperanza, la reafirmación de que los mejores sueños de la Humanidad se pueden volver realidad, y que lo fueron por algunas décadas. Claro, no era fácil advertirlo en la década del 20, entre las ruinas de la Guerra Mundial, entre la pólvora de la guerra civil, en medio de las medidas desesperadas por salvar del hambre a las ciudades. Algunos intelectuales, anteriores profetas de la revolución, vacilaron y hasta conspiraron por entonces contra el poder del pueblo. Estos intelectuales se asustaron ante la implementación práctica de lo que ellos mismos habían sostenido en la teoría. Se asustaron del rostro demacrado, con hambre de siglos, del verdadero poder emergente, les asustó su necesaria dureza, y no supieron ver la luz de futuro recuperada en la mirada de los pobres. Pero otros intelectuales sí lo vieron y jugaron un papel importante al servicio del poder soviético de obreros y campesinos. Un periodista francés que visitó Moscú por entonces, y compartió el duro pan de la resistencia, escribió a su vuelta: “Visité el futuro, y funciona”. A fines de los años 30, el milagro estaba en marcha. Los impactos culturales, educativos, científicos y sobre todo sociales en la URSS ya no se podían ocultar. Y en los 40 llegó la nueva Guerra Mundial. La victoria soviética contra el nazi fascismo mereció la gratitud de todos los pueblos. A ella le cantaron los poetas del mundo. Pero en el frente, en la retaguardia y en la guerrilla organizada en los territorios momentáneamente ocupados, murió la flor de la juventud soviética. En el caos de la postguerra, elementos oportunistas se infiltraron en el poder. Todo empezó a declinar lentamente. Más allá del eclipse, la revolución de 1917 inauguró la época del tránsito mundial del Capitalismo al Socialismo, el movimiento mundial que salvará a la Humanidad de su extinción, porque Capitalismo es muerte. Con inmenso respeto, entendemos que hay compañeros de la UP que no comparten esta visión. Esa es nuestra riqueza mayor: la diversidad de ideas que converge en un Programa único artiguista, de liberación nacional y en la defensa de una ética indestructible. No hay mucho tiempo en la UP para intercambiar sobre temas ideológicos y sí programáticos, porque nos convoca el amanecer, que, como dirían los nicaragüenses, “dejó de ser una tentación”. Pero entre el 7 y el 10 de noviembre muchas organizaciones partidistas de la UP y militantes independientes estaremos conmemorando nuestra fiesta mayor. La estrella de Octubre jamás se extinguirá en nuestros corazones.
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