Minerva, propietaria del frigorífico Carrasco, y la situación actual
- La Juventud Diario
- 14 oct 2017
- 2 Min. de lectura

Por: Manuel Fierro
Un aporte para entender la situación que afecta a los trabajadores de la industria frigorífica del país, en su inmensa mayoría en manos de capitales extranjeros. El comportamiento de los empresarios motiva la discusión entre los trabajadores acerca de cómo se deben parar frente a la patronal y qué actitud deben asumir los dirigentes sindicales. El siguiente es un aporte realizado por un trabajador del sector. ¿Cuánto más se debe resignar?, pregunta a sus iguales. Desde que el frigorífico Carrasco cambió de dueño, hace más o menos dos años, la situación del trabajador se mantiene en estado de tensión, fluctúa demasiado el funcionamiento de la planta, generando un desgaste en la gente y una constante inestabilidad en los ingresos de los trabajadores que dependen en su mayoría de la producción del día. Desde que llegó esta empresa, Minerva, una multinacional, hostiga al sindicato generando incertidumbre y acuerdos falsos, que no cumple, reprimiendo y jugando con su condición de endeudamiento para debilitarlo (estudia la situación personal de cada trabajador para contrarrestarlo con la postura gremial). Deriva su responsabilidad incompetente hacia el trabajador, que lo acusa frente al Ministerio de trabajo, como el principal responsable de la situación de inestabilidad laboral. Hoy en día hace casi tres meses que la empresa detuvo sus actividades y le pasa la pelota al Banco de previsión social (BPS) metiendo al trabajador en una especie de embudo burocrático del cual no puede salir, ya que algunos ni siquiera han cobrado el subsidio correspondiente al mes de agosto, mientras que el Banco se escusa estar saturado de ingresos. Se burla del trabajador plantándolo en el Ministerio, no concurriendo a las reuniones agendadas previamente junto a mediadores ministeriales, que se presentan imparciales ante la irrisoria actitud de la empresa y sus absurdos descargos en perjuicio del trabajador. Ahora soborna al trabajador con una posible apertura de tareas pero sujeto a una simple condición, la de aceptar una reestructura en el sistema de trabajo, lo cual a manifestado siempre que pudo y que consta de reducir la plantilla obrera al mínimo por sector y reducir la capacidad productiva. Sabemos muy bien que esta reducción recae para nosotros en una rebaja salarial y pérdida de la fuente laboral, maquillada por la empresa como necesaria, mientras sigue comprando frigoríficos en Uruguay, para mantenernos -en complicidad con el Gobierno- sujetos a la especulación financiera de los grandes capitales extranjeros. Desprovisto, parece estar el trabajador de leyes que impidan al inversor, mantener preso al trabajador a causa del desajuste comercial que ellos mismos crean y que la empresa muy hábilmente invierte para dejar expuesto al trabajador y como su propio verdugo. Estamos intentando mantener la fuente laboral de todos los involucrados pero a cambio de ello estamos dispuestos a reducir al mínimo nuestros ingresos para de alguna forma “repartirnos la miseria”. Pero ¿será esa la solución? Para el trabajador, ¿cuál será el límite de su condición? ¿Cuánto más debe resignar?
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