San José: A la triste realidad de la producción en el interior, ¡hay otra alternativa!
- La Juventud Diario
- 30 sept 2017
- 5 Min. de lectura

Por Darío Camilo Perdomo Departamental del 26M San José
Promediando la década de los ‘70 y acentuándose sobre finales de los ‘80, con la instrumentación de modelos económicos de fuerte inspiración neoliberal, comienzan a registrarse en América Latina fuertes cambios en los modos de producción y el trabajo. Comienzan a registrarse fuertes migraciones desde el medio rural al urbano. Históricamente por estos lares, desde épocas coloniales en nuestra Banda Oriental, el crecimiento poblacional fue lento y se dio a partir de la fundación de Montevideo como plaza fuerte y principal puerto, que se constituyeron luego las distintas poblaciones en su entorno cercano; también ayudó el desarrollo de la ganadería. Pero es altamente llamativo que en un país con una estructura productiva vinculada a la tierra desde sus orígenes, continúe acrecentándose hoy día lo que se conoce como éxodo rural-urbano. El censo rural de 2011 es relevante en cuanto expresa que abandonaron la tierra en la última década más de 11.000 productores de menos de 100 Hás. Más allá de los avances en la mecanización que pudieran explicar una menor demanda de mano de obra, podría explicarse esta situación con la falta de políticas económicas que tiendan a apuntalar a la pequeña y mediana producción como dinamizador de la economía, y a la vez para tender a la soberanía alimentaria. A esta situación hay que sumarle el descenso de los servicios del ferrocarril estatal, elemento primordial desde todo punto de vista para apuntalar también la integración y la estructura productiva, ya que hoy hay pueblos en el interior profundo que son casi fantasmas. Hoy solamente el 5,3 % del total de la población de Uruguay vive en zona rural, hace 30 años esta cifra se duplicaba. El área metropolitana y en particular el sur del país registra el mayor movimiento de la migración interna y es donde se aglutina el 70 % de la población, incluidos los desplazados rurales que buscan por aquí, alguna oportunidad laboral que otras pequeñas localidades rurales ya no le brindan. Estas cifras que son reveladoras en sí mismas, responden en definitiva al modelo aplicado en los últimos años, a la aplicación y profundización de políticas neoliberales que generan concentración y extranjerización de la tierra, que amplían la extensión de monocultivos sojeros y forestales y que como contrapartida generan un descenso en la pequeña producción granjera y familiar. Los organismos estatales que existen vinculados al sector productivo, Instituto Nacional de Colonización, Plan Agropecuario, Inia, Instituto Nacional de la Leche, el propio MGAP, han desempeñado un muy opaco papel por la ausencia de políticas adecuadas para promover un cambio estructural, que promueva la producción y la agro-industria nacional y la reinserción de la gente en el campo. Hoy nos encontramos con un Banco República, el banco país, un banco que debería ser de fomento de la producción en franco retroceso, con cierres de sucursales y achique general, justamente cuando por el otro lado se pretende instrumentar una bancarización obligatoria. Hoy no existen organismos estatales como lo fueron Soyp o Ilpe que encaren una industria pesquera nacional. En tiempos de sub-empleos, y de notorios y cada día mas evidentes agrupamientos de gente desempleada, donde la mayoría de la gente que aun tiene trabajo percibe salarios mínimos y salarios que van entre los 15 a 20 mil pesos, no existe tampoco un organismo como fue “Subsistencias” que asegure el abastecimiento de distintos rubros básicos a grandes capas populares y a su vez asegure un precio digno al productor, como contrapartida a la operativa sanguinaria que realizan las grandes superficies comerciales hoy, muchas de ellas multinacionales. Tampoco existe un Frigorífico Nacional, hoy la mayor parte de la industria cárnica está en manos extranjeras, fundamentalmente capitales brasileños, que son quienes definen los precios, sobre todo para los consumidores, con aumentos constantes. Un ejemplo notorio es el grupo Marfrig, que tiene un frigorífico en San José de Mayo. Este grupo está ahora aprovechando la coyuntura crítica que está atravesando JBS a quien le está por arrendar un par de plantas en la zona de Mato Grosso, (ahora parte de la cuenca ganadera brasileña luego de la devastación del monte nativo), también planea expandirse en otras zonas de Brasil, su meta es aumentar su capacidad de faena en un 50%. El grupo Marfrig tiene hoy 47 plantas de procesamientos y distribución en Brasil y 11 en otros países; a nivel global tiene una capacidad anual de producción de casi un millón de toneladas de alimentos industrializados y procesa 5 millones de cabezas de ganado, 3 millones de ovinos, 500 millones de pollos y 8,8 millones de pavos, como información podemos aportar que ha concluido el segundo trimestre con ingresos netos de 1,4 billones de dólares. El titular del Ministerio de Ganadería Agricultura y Pesca, Sr. Tabaré Aguerre, exitoso empresario arrocero, y el equipo de gobierno en general del partido de gobierno, casi que como única idea emergente para el sector en el último tiempo, ha sido la presentación de un proyecto de ley ante el Parlamento que se conoce como Ley de Riego, presentado como positivo para prevenir las sequías y aumentar la producción. En realidad este proyecto tiene impactos ambientales negativos, y propicia la privatización y además la extranjerización del uso de un bien natural fundamental para la vida como es el agua. Desde la propia academia se han establecido informes críticos para el mismo. Este proyecto nefasto que lamentablemente ya tiene media sanción en el Senado, habilitará la mercantilización del agua, ayudará a seguir consolidando la concentración de la propiedad de la tierra y la alarmante extranjerización del agro. Perderán nuevamente los pequeños productores contra el gran capital y ganará el agronegocio. Va en contra de la reforma constitucional de 2004 donde más del 60 % de los uruguayos estableció que el agua debía ser un recurso básico fundamental para consumo humano, un derecho humano fundamental y que debería estar en manos del Estado. Estamos muy lejos de advertir políticas públicas para revertir este proceso de migración rural-urbano, esta contra-reforma agraria. Por el contrario el gobierno sigue jugado a la inversión extranjera directa, para intentar maquillar los números, para mantener el grado inversor y un ejemplo claro es el esfuerzo que está haciendo para concretar otra planta de UPM, a quien ya le prometió la infraestructura necesaria de vías férreas desde Paso de los Toros a Montevideo, y como si eso fuera poco el Pit-Cnt le aseguró también de antemano la paz social. Un gobierno que paga puntualmente y devotamente los intereses de una cuantiosa y cada vez más grande deuda externa, que se ha triplicado en estos últimos años, que tiene tiempos políticos y económicos adversos, donde cae la industria, crece la desocupación, los salarios y jubilaciones magros en su gran mayoría, donde avanzan las privatizaciones al tiempo que la asignación de recursos en el Presupuesto Nacional de rubros básicos para el pueblo como salud, educación y vivienda siguen quedando postergados. A su vez comisiones investigadoras que se han abierto para estudiar casos en Ancap, Regasificadora, Asse, seguramente terminarán acarreando una pérdida importante en la credibilidad de la política oficial. ¡Hay otro camino! Es imperativo, necesario y urgente optar por el camino que apueste al trabajo y al mejoramiento de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo, encaminar un país productivo y solidario con su gente, aunque para ello sea necesario “ tocar” a los sectores privilegiados de siempre.
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