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Páginas de mi diario 28 de septiembre.

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 29 sept 2017
  • 2 Min. de lectura

Los dos partidos políticos fundacionales, que sobreviven hasta hoy, ya existían en tiempos de Artigas. Aún no tenían sus colores distintivos, (que sólo surgieron para diferenciarse entre sí); pero ambos fundadores acompañaron a Artigas en los primeros años y lo abandonaron cuando la revolución se radicalizó. No fueron disputas personales. Tanto Oribe como Rivera tenían programas diferentes entre sí y con la Liga Federal y fueron respaldados por sectores sociales diferentes. Detrás de Rivera y su Partido Colorado alinearon los masones liberales. No porque compartieran su caudillismo autoritario, sino por su vínculo con los imperios “modernizadores” de la época. La dependencia de Rivera del Imperio de Brasil, punta de lanza de los intereses británicos, permitía la apertura económica al Capital mundial, apertura que los masones liberales impulsaban. Desde luego, los liberales se sacaron de encima a Rivera en cuanto pudieron. Su ala derecha prefirió, como nuevo jefe militar al italiano Garibaldi, por entonces exiliado. El objetivo de Garibaldi era unificar Italia, arrebatar al Papa los estados vaticanos y poner en el Gobierno un rey poderoso. Hacer de Italia una potencia colonial, implicaba generar zonas de influencia en otros continentes, y nada mejor que apostar en el Estado Oriental al partido liberal (enfrentado al nacionalismo terrateniente) y hacer de la colectividad italiana un factor decisivo de poder. En Brasil, Garibaldi apoyó una revolución popular (Farroupilha) para debilitar el fuerte gobierno central, y luego colaboró con Bentos Goncalves a para sofocar esa misma revolución. Su política intervencionista apostaba siempre a fortalecer la influencia de Italia en este continente. Pero en el partido liberal o “colorado” había un ala izquierda influida por el democratismo del también italiano Mazzini. Una parte de la fuerte inmigración italiana, obrera y campesina, se sintió como en casa en aquel partido liberal de banderas rojas y acento italiano. Del ala “izquierda” surgió Batlle, civil ilustrado, hijo de un Coronel colorado. Su política de fortalecer el Estado se complementó con políticas sociales avanzadas, financiadas por el auge de las exportaciones. Pro norteamericano en política internacional, muy diferente en este aspecto a sus contemporáneos Villa, Zapata y Sandino, Batlle buscó un modelo tipo suizo para el Estado, y así elevarlo a un rango “superior” (o sea, según su pensamiento, más europeo) . Y en el seno del batllismo surgió un ala más radical, que se planteó políticas socialistas en el marco institucional burgués. Cada vez que hubo auge económico (1900-1929 y 1950-1954), este “batllismo social” actuó dentro del Partido Colorado; cada vez que hubo crisis (1933, 1971) el “batllismo social” debió abandonar el Partido. Hoy muchos de sus hijos están en la UP. Algo similar pasó en el Partido nacional. Ni Leandro Gómez, ni Aparicio Saravia fueron respaldados plenamente por su Partido de origen, y hay mucho saravismo nutriendo hoy la UP. Pero esa es otra historia.


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