Páginas de mi diario: 14 de setiembre
- La Juventud Diario
- 16 sept 2017
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Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
El escenario político cambia, pero hay cosas que no pueden cambiar. Por ejemplo, el Partido Colorado no puede recuperar el Batllismo de 1900, ni el de 1950. ¿Por qué? ¿En qué coyuntura surgió, brilló y declinó aquella corriente de pensamiento? Un siglo atrás, las grandes potencias imperialistas habían mejorado algo la situación de sus trabajadores. Era tal la riqueza obtenida por las empresas matrices gracias a la inversión de capitales en países pobres, que podían gotear una minúscula parte de sus beneficios a los trabajadores de las metrópolis, amortiguando allí la lucha de clases. Lo que pudieron hacer los gobiernos imperialistas por el saqueo exterior, lo pudieron hacer los gobiernos rioplatenses gracias a la renta diferencial de la tierra. El comercio internacional generó por aquí un tiempo de vacas gordas y bonanza económica. Perón y Batlle lo usaron con inteligencia, cada cual a su manera. El Partido Colorado, partido liberal y urbano, necesitaba impulsar la inmigración de clase obrera calificada, dando facilidades para su instalación. Las políticas “obreristas” de Batlle agradaron a muchos inmigrantes pobres italianos y españoles, que adhirieron a este partido de banderas rojas que mezclaba, en sus tradiciones liberales, el democratismo de Mazzini con el nacionalismo de derecha de Garibaldi. Pero una política social de impacto rebasa a veces las intenciones moderadas de sus impulsores. En el seno del “batllismo” aparecieron tribunos jóvenes partidarios de una evolución hacia una mayor equidad social. En el seno de aquel batllismo todo estaba en discusión; hasta la posibilidad de llegar a un gobierno obrero y socialista ahorrándose el dolor de una revolución violenta. La crisis económica y financiera de 1929 no encontró respuestas en el batllismo, porque no tenía una correlación de fuerzas internas para avanzar hacia la socialización de los medios de producción. Las muertes de Brum y de Grauert no impulsaron un levantamiento masivo. El mejor amigo de Grauert, Cerrutti Crosa, frustrado, se pasó a filas del Partido Comunista. En los años 50 la Guerra de Corea volvió a cotizar al alza los productos uruguayos. El batllismo de tinte social volvió a cobrar fuerzas en el Partido Colorado hasta que USA tomó las riendas de la dependencia y lo sometió. El Partido Colorado no podía ser anti imperialista. Pero el batllismo no ha muerto. En sus buenos tiempos sembró cultura, educación, dignidad estatal, y debates trascendentes. Junto a su contraparte saravista de amor al campo y a su gente, y junto a las ideologías socialistas consecuentes, debe incluirse en todo programa artiguista de liberación nacional
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