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Columna Artigas y los corruptos.

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 15 sept 2017
  • 3 Min. de lectura

“Estamos en el tiempo de hablar claro y manejar los asuntos con tal delicadeza que nadie equivoque sus conceptos sobre nosotros…”. Artigas a Fernando Otorgues, 25 de febrero de 1814.

Escribe Prof. Andrés Freire

Días pasados me crucé por casualidad con el compañero Nelson Tabárez de la Dirección Nacional del Movimiento 26 de Marzo, quien me sugirió que escribiera una nota sobre el tema, “Artigas y la corrupción”, acepté el convite, sabiendo que la nota iba a ser breve y fulminante, ya que en este tema nuestro Protector era terminante y los documentos no dejan margen ninguno de duda.

El Protector sabía que la probidad de los hombres era muy veleidosa, es decir que la honestidad, y la fidelidad a una causa sostenidas con devoción en un momento dado puedes ser ignoradas en otros, de eso hemos tenido ejemplos muy cercanos, apellidos ilustres e historias de vida dejadas de lado en pos del privilegio son una demostración clara de esta afirmación. Y para los eventuales desvíos tenía una solución rápida y jacobina: no es que Artigas no fuera un humanista y no sintiera en lo personal desagrado por las medidas que tenía que tomar, sino que era como lo hemos dicho un jacobino, que sabía que perdonar a los enemigos del pueblo es un crimen, y castigarlos es clemencia.

Palabras duras, terribles, como algunas que reproduciré a continuación, y que hermanan al Protector con Robespierre, quien personalmente opuesto a la pena de muerte, abogó decisivamente por el ajusticiamiento de Luis XVI.

Nos dice el historiador Eduardo de Salterain y Herrera en su obra “Monterroso. Iniciador de la Patria y Secretario de Artigas”: “Sí la indulgencia conmueve una vez a Artigas en su patriarcado del Ayuí o el perdón podía enternecer algunos dictados de Purificación, la justicia rígida le dominaba ordinariamente de atenuantes en el fallo de los hombres y de los pueblos” (p.59.)

Podía entonces ser indulgente frente a los soldados enemigos heridos, y frente a las tropelías de alguno de sus oficiales incultos, pero no lo sería frente a la los ricos y poderosos, y así por ejemplo furioso por el incumplimiento continuado a sus órdenes de cortar el comercio con Buenos Aires, órdenes que el Cabildo ignoraba porque cuando no, sacrificaba a la Nación para salvaguardar sus intereses de clase escribe: “Mis órdenes sobre el particular han sido repetidas y su inobservancia no puede sernos favorables. En Vuestra Señoría he depositado la salvación de ese Pueblo; y está exánime, y será el mayor dolor verle expirar en manos de sus propios hijos. Sean los Padres de la Patria más inexorables por su deber: De lo contrario aún me sobran bríos para firmar su exterminio. No es difícil calcule Vuestra Señoría, los sentimientos, que arrancan de mi corazón estas expresiones. Ellas van animadas del clamor de tantas almas sensibles, que se alimentan con lágrimas de su infelicidad. Por lo mismo no multipliquemos sacrificios tan estériles. Refrénese el desorden: Plántese la mejor administración en la economía pública: por último háganse los Magistrados dignos de sí, y merecerán las bendiciones de sus conciudadanos” (Carta de Artigas al Cabildo, Fechada en Paysandú 8 de julio de 1815). El cuerpo capitular, el mismo que recibirá a Lecor con toldo y alfombra recibiendo de esta forma al invasor portugués, mantenía el comercio con el enemigo porteño, perjudicaba a la Nación para salvar sus negocios, y por lo mismo encubría y protegía a los ricos españoles cuya detención reclamaba el Protector, furioso amenaza con una medida terrible, pero que era de salud pública, no la cumplió, sí lo hará en su momento en Paraguay Gaspar Rodríguez de Francia, dando origen con la liquidación de la oligarquía tradicional a su dictadura popular. Pero he aquí la actitud del Jefe de los Orientales con los corruptos, con quienes se corrompen y vienen a corromper, otra de sus cartas dice: “Ayer vino un enviado de la Plaza de Montevideo, con mil protestas de halagamiento y empleos. Hoy mismo fue fusilado”.

Qué nadie se equivoque con nosotros, quien aspire al privilegio y al acomodo mejor que tome otros rumbos, porque hablemos claro, ninguno de nuestros compañeros aspira a un sueldo de 200.000 mil pesos, ni a un auto de alta gama, ni a una suite de hotel de 3.600 dólares, nosotros queremos más, mucho más, queremos todo, queremos la tierra, toda la tierra, las fábricas, todas las fábricas, y el oro, todo el oro, para el pueblo. Somos Izquierda, Somos Patria.


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