10 de septiembre Páginas de mi diario
- La Juventud Diario
- 11 sept 2017
- 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
Los fines de semana, el mate tempranero se vuelve más evocador. Me veo muy joven, estudiante de magisterio, entrando con orgullo al local de la Unión de la Juventud Comunista. Eran tiempos de Viet Nam y Che Guevara. Sabíamos que en los próximos años habría golpe de estado. La banda musical “El Grupo”, (de la UJC), cantaba: “Tú debes hallarte dispuesto a tomar el fusil”… y de una manera muy artesanal, nos preparábamos para tomarlo. Aquellos años… En el local central del Partido, la anciana Julia Arévalo me cuenta las luchas contra la dictadura de Terra, evocando la década del 30. Recuerda la bala policial que la alcanzó en San Javier, cuando los comunistas cortaban los alambrados de los latifundios. “Fue antes de que llegara de Melo este muchacho Arismendi” evocaba; se refería al padre de la actual ministra, que cambió algunas cosas en la táctica (¿y en la estrategia?) de la organización. Y el golpe de Estado llegó. Bordaberry adelantó las vacaciones de julio para que los docentes no participáramos en la heroica Huelga General, y así nos hizo militantes “full time” de la resistencia. Los que estábamos en tareas internas del Partido, inmersos en el apoyo a los más perseguidos, preguntábamos a los dirigentes por qué no se usaban las armas. Recuerdo la respuesta de un conocido dirigente: “¿Acaso no leíste lo que dice Lenin sobre las condiciones necesarias previas a una insurrección?”. Mi réplica fue en un tono demasiado alto, que alarmó al dueño de casa que vigilaba por la ventana: “No hablo de Lenin: mi abuelo blanco, que se alzó contra el golpe de Terra en el 33, me enseñó que ante una dictadura que viola la Patria, las armas son la única respuesta de la dignidad. ¿Tuvo más principios mi abuelo que ustedes?” No renuncié al PCU, porque en las manos de los menos “quemados” estaba la posibilidad de sobrevivir de los más perseguidos. La organización era necesaria. Fueron años muy tristes, porque al miedo por nuestros seres queridos y por nosotros mismos se unía el sinsabor de presenciar la inconsecuencia arriba. …Después fue el pacto del Club Naval. Comprendí que nada me unía ya a la dirección del FA, ni al almibarado discurso de moda de los Gorbáchov. Septiembre de 2017… El FA discute cómo se maquilla lo mal hecho. Por no maquillar la realidad, por mirarla de frente, el 10 de septiembre de 1904 moría Aparicio Saravia. Una bala que lo iba siguiendo desde la Tricolor lo alcanzó en Masoller y lo hizo vivir para siempre en nosotros.
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