Páginas de mi diario 29 de agosto
- La Juventud Diario
- 30 ago 2017
- 2 Min. de lectura

Por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
Mirando juntos el noticiero, mi vecino comenta que la política es una porquería. “Fijate”, me dice: “Es tan espantoso lo que pasa cada día, que ya nos estamos olvidando del atentado en Barcelona”. Es así. La memoria del atentado terrorista en Barcelona va perdiendo espacio en los medios, pero no así en la memoria y el dolor de los catalanes. El anuncio de la víctima mortal No. 16, una mujer, y la breve reseña de una marcha masiva encabezada por el Rey y por Rajoy, fueron los últimos coletazos de la noticia. Quizás los televidentes atentos a las declaraciones posteriores del Primer Ministro, habrán captado una frase significativa: todos los españoles, afirmó Rajoy, estuvimos junto al dolor de Catalunya, y fuimos recibidos como hermanos con la excepción de unos pocos inadaptados. Para los que sólo ven los noticieros clonados de nuestros canales de aire, la frase de Rajoy no se comprende. Para los que tratamos de oír todas las campanas, es claro que hace alusión a los abucheos y silbatinas de indignados catalanes que les recordaron a los monárquicos la venta de armas del Estado español al Cercano Oriente, armas que terminan siempre en manos terroristas. “Ustedes ponen las armas, nosotros los muertos” les gritaron. Es así. El crecimiento del terrorismo de Alquaeda primero y Daesh después (el mal llamado “Estado Islámico”) fue impulsado por la OTAN, Arabia Saudita e Israel, y cumple con sus objetivos estratégicos, aunque a veces se les va de las manos. El objetivo inicial es usar el dolor y el rencor preexistentes, manipularlos, y canalizarlos hacia sus hermanos de desgracia. Era una forma de dividir para reinar, sobre el petróleo y sobre el agua, y expandir la conquista de territorios de importancia geoestratégica. Todo está relacionado. En el marco de esa misma estrategia, Arabia Saudita inundó de petróleo el mercado mundial para que bajaran artificialmente los precios. El objetivo era perjudicar a tres exportadores de petróleo; Irán, Rusia y Venezuela. Y en parte lo logró, aunque impulsó sin quererlo, que estos tres estados tan diferentes entre sí se cohesionaran en la defensa común de sus intereses. Pero a la porquería por arriba, se contrapone el limpio rostro de los pueblos que recuperan su camino y de algunos poco Estados con inmensa dignidad. Mi vecino lo irá entendiendo en la lucha, no por mis palabras. Por eso le alcanzo el mate y le respondo preguntando: “¿ya firmaste contra la bancarización obligatoria”?
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