COLUMNA: Páginas de mi diario 23 de agosto

Por GONZALO ABELLA Integrante del Coordinador Nacional de la UP

El viernes es 25, feriado nacional. “Declaratoria de la Independencia”, sí, pero no en el sentido que nos lo cuenta la Historia Oficial. Ubiquémonos. Final del invierno de 1825… Cinco años atrás había sido derrotado el proyecto federal y popular, pero Artigas seguía vivo en el Paraguay y en contacto permanente con las provincias. La invasión portuguesa se había transformado en ocupación brasileña. No de los hermanos s riograndenses, sino de los esclavistas imperiales de Río. Ya el 19 de abril de ese año, un grupo de provincianos, mayoritariamente orientales, había cruzado en secreto el Río Uruguay para desafiar la ocupación. Los conducía un veterano artiguista, recién regresado del presidio político en Río de Janeiro; y enarbolaba una bandera muy similar a la del Paraguay, donde Artigas vivía su exilio. Desembarcaron en la Playita de “La Graseada”, que así se llamaba porque era refugio de contrabandistas que exportaban cueros y sebo. La elección de “La Graseada” demuestra quiénes eran los protagonistas de aquella expedición y a qué origen social pertenecía el baqueano que los esperaba. Después la Historia Oficial le llamó al lugar “Playa de la Agraciada”, pues la obsesión es quitar sentido popular a todo hecho importante. Y ya ese 19 de abril en su proclama, Lavalleja había convocado a los orientales llamándoles “argentinos orientales”. La misma denominación usó el 25 de agosto, en la Piedra Alta de la Florida, cuando ya los orientales y orientalas en armas volvían a ser miles. Y en la famosa Declaratoria del 25, proclama la voluntad de los orientales de ser libres “de todos los tiranos del Universo” y al mismo tiempo la voluntad de integrarse a las demás provincias del Río de la Plata. Ni la proclama ni la declaratoria del 25 mencionan a Artigas. El objetivo político de Lavalleja es convocar a todas las provincias a la lucha común por el rescate de la Provincia Oriental; allí se está convocando a los antiguos amigos de Artigas pero también a muchos de sus enemigos. Artigas sabe que debe esperar. La Historia terminó mal. El sueño federal fue nuevamente traicionado y la provincia fue aislada de sus hermanas, como deseaban los británicos. Y por supuesto, se desplazó a Lavalleja y se nombró al presidente más adecuado para un final desgraciado: a Fructuoso Rivera.