El tren central con o sin UPM: una nueva muestra de sumisión
- La Juventud Diario
- 17 ago 2017
- 2 Min. de lectura

La afirmación del Presidente de la República y que han tomado como muletillas todos los integrantes del Ejecutivo comprometido con este proyecto no tiene otro cometido que desalojar la idea que el Estado estará construyendo esta obra porque lo exige UPM como requisito para considerar la posibilidad de la instalación de una segunda planta de celulosa en el país.. Y Tanto es así que el proyecto fue elaborado por una consultora finlandesa contratada por la multinacional y que fueron los técnicos de ésta los que dieron en principio el aval a un proyecto que hace un año, ya estaba diseñado en sus trazos principales. Ante la posibilidad de que UPM resuelva no instalar la planta, el gobierno debe abrir el paraguas y decir “lo haremos con o sin UPM”. Por lo que esto no es una reafirmación de soberanía del gobierno sino una expresión más de sumisión ante los condicionamientos de la multinacional. De ahí que Rossi insiste en que el nuevo sistema ferroviario” se hará con o sin la confirmación de la nueva planta de UPM”. Es más los plazos declarados en el lanzamiento del llamado “tren central” también dan cuenta de esto, ya que esta sería recién la segunda etapa a cumplir en las conversaciones entre el Poder Ejecutivo uruguayo y los principales de UPM: La licitación, podría estar adjudicándose recién en julio de 2018 y hasta tanto se realice la obra , UPM no decidirá la instalación o no de la planta, cuya construcción concluiría recién en 2022. Por otra parte el gobierno incluirá la construcción del tres que la harán privados en el presupuesto nacional de 2018 y que regirá hasta el 2020 en que un nuevo gobierno resuelva el tema. Por otro lado, esta obra le permite al gobierno tirar con algo para mover la tan quieta economía con una actividad industrial paralizada, disminución de puestos de trabajo y caída del consumo, falta de competitividad de los precios de nuestros productos, debido a la necesidad de mantener un dólar planchado. Es decir tendríamos así un nuevo buque insignia que tal como fue Aratirí, la regasificadora o el puerto de aguas profundas.
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