Columna: La revolución de Octubre y el Partido (IV)
- La Juventud Diario
- 9 jun 2017
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Escrito por Gonzalo Abella Integrante del Coordinador Nacional de la UP
En 1903 tuvo lugar el Segundo Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata Ruso. Se respiraba en todo el imperio un aire de rebeldía popular, de auge de la lucha reivindicativa, desde la capital hasta las lejanas regiones orientales. En ese contexto político, la fracción revolucionaria se volvió mayoritaria en el Congreso. En ruso “mayoritario” es bolshinstvó, y a los que la integraron se les llamó bolsheviki. La palabra quedó para denominar desde entonces a los compañeros de Lenin, reemplazando a la denominación “iskristas”. El debate más duro entre la mayoría (bolshinstvó) y la minoría (menshinstvó, integrada por los mensheviki) se dio acerca de quién podía ser miembro del Partido. Los “mencheviques”, imaginando un pasaje gradual desde el Zarismo absolutista a un gobierno parlamentario, querían un Partido con la mayor cantidad de miembros posible, preferentemente con intelectuales que “educaran” a los obreros de filas. Los bolcheviques en cambio querían un partido preparado para el asalto revolucionario. El Partido no debía ser ni un grupo de acción directa, aislado del pueblo, ni un foro dedicado exclusivamente a la acción legal y parlamentaria. El miembro del partido no sólo debía aceptar el programa y la línea general, sino que además debía militar regularmente en una célula u otro organismo partidario. Decía Lenin: “Es preferible que diez personas activas queden fuera del partido (quienes trabajan realmente no corren tras los títulos) a que un charlatán tenga el derecho y la posibilidad de ser miembro del Partido”. Este criterio bolchevique tuvo enorme trascendencia en los años de ascenso revolucionario, lo tuvo después en el duro repliegue de 1907-1912 y finalmente en el nuevo ascenso revolucionario que culminó con la toma del poder en 1917. Sólo un partido disciplinado, regido por el centralismo democrático, podía combinar la auto construcción clandestina con la utilización de los métodos “legales”, de fachada, para vincularse con el pueblo trabajador, enseñar y aprender de él y conducirlo en forma organizada. Al año siguiente, la contraofensiva menchevique desobedeció los acuerdos del 2º. Congreso y pasó a actuar en contra de las resoluciones. Pero un estallido revolucionario se acercaba. En ese contexto Lenin escribe en 1904 el folleto “Un paso adelante, dos pasos atrás” lamentando la inevitable ruptura del Partido, pero explicando la necesidad de no negociar principios, porque “El proletariado no tiene otra arma que su organización” y el Partido es su forma superior de organización “para dirigir al ejército del proletariado”. Y una vez más los bolcheviques fundan un periódico (“Vperiod”, Adelante) difusor y organizador del Partido y de la lucha popular. Desde Ginebra, ya en 1905, los ejemplares de “Vperiod” viajan por los caminos clandestinos ya consolidados hasta los confines del Imperio Ruso. La situación política se volvió explosiva. Era necesario un nuevo Congreso del Partido, porque la dirección colectiva del Partido era tan imprescindible a la lucha como la responsabilidad individual de cada dirigente. El Partido debía ser un cerebro colectivo: aportes múltiples, debate libre, y finalmente acatamiento general y disciplinado de lo resuelto. Por eso en 1905, en vísperas del levantamiento obrero, Lenin escribe el folleto “Dos Tácticas de la Socialdemocracia en la Revolución Democrática”. Allí plantea el complejo momento que se vive. En Rusia, bajo un gobierno autocrático y absolutista, ahora todos hablaban de cambios. Desde los “Constitucionalistas Monárquicos” (KDT), y desde los mal llamados “Socialistas Revolucionarios” (eseri), hasta los Socialdemócratas (divididos ahora en bolcheviques y mencheviques) todos aspiraban a un cambio institucional democrático. Lo que plantea Lenin es que la burguesía se había vuelto temerosa de su propia revolución porque ahora podía ser desbordada por la lucha obrera y popular; y que por lo tanto el proletariado en ascenso, aliado a los campesinos pobres, debía conducir la revolución desde ya, en su etapa democrática, aún no socialista. Ahora había dos tácticas (en realidad dos estrategias) antagónicas en el seno del POSDR; la conciliadora de los mencheviques y la revolucionaria de los bolcheviques. Por eso el 3er Congreso del POSDR en Londres fue solo bolchevique. A fines de ese mismo año de 1905 estalló el levantamiento obrero armado en Moscú y en la capital imperial el proletariado se preparaba para acompañarla.
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