Dentro del capitalismo obviamente no hay solución de fondo para la pobreza extrema
- La Juventud Diario
- 4 jul 2020
- 8 Min. de lectura

♦ Milton Rodríguez: “Queremos un barrio integrado, con organizaciones populares
que protagonicen las políticas públicas. Queremos ir hacia un barrio que esté al tanto
de las necesidades más acuciantes, que nadie queda afuera de las posibilidades de empleo, de las cuestiones de violencia de género. Tomar conciencia de esos aspectos
para debatir hoy en día también en el terreno departamental va a ser importante”. ♦ Para el candidato suplente a la IM es bueno hablar “en términos políticos”
también “en momentos crueles” como cuando se pierden vidas,
diferenciándolo de la polítiquería que surgió esta semana.
♦ “Esto habla de la necesidad de lo que nos importa, nos importa toda la gente y a largo plazo. No son cosas que se van a solucionar en dos días, pero hay cosas que sí se pueden hacer
si nos ponemos romper este rumbo dependiente, que ha hecho
que las políticas sociales sean un decorado para las políticas nacionales,
y luego en los hechos se sigue reproduciendo este sistema miserable”.
La gestión del MIDES fue objeto de críticas sostenidas en el último período por parte de la entonces oposición, que hoy en el gobierno sigue destapando irregularidades en contratos con ONG, abriendo contenedores y galpones y hasta revisando la fecha de vencimiento de café instantáneo.
Al asumir el actual ministro, Pablo Bartol, causó sensación con el anuncio de trasladar su oficina al barrio Casavalle, una de las zonas con los peores indicadores de pobreza y exclusión de la capital.
Pero en días que el Ejecutivo y el Parlamento dicen resolver lo que consideran las urgencias, llega un nuevo invierno y siguen muriendo compatriotas en las calles, en este caso en pleno centro de Montevideo. Al lado de la comisaría, al lado del refugio que lo rechazó, al lado de la sede central del MIDES donde tiene su oficina el ministro.
Si bien es cierto que oficialismo y oposición se han expresado del tema por redes sociales y en conferencias de prensa, con frivolidad electoralista, es imprescindible no dejar pasar la muerte de un uruguayo por frío, por violencia sistémica, por protocolos, por falta de oportunidades, por exclusión, por ser pobre.
Para la izquierda es urgente abordar, discutir y construir
Recurrimos en esta oportunidad a Milton Rodríguez, educador social y docente, militante del Partido Comunista Revolucionario del Uruguay (PCR) y candidato suplente de Unidad Popular a la Intendencia de Montevideo, para reflexionar acerca de esta situación y la necesidad urgente de cambiar este modelo asesino y de transformación de la sociedad y en este caso un Montevideo mucho más solidario y justo.
Los elementos mencionados son tal cual; en campaña electoral todo el mundo dice cosas que luego en los hechos distan bastante de la realidad concreta de esas “políticas salvadoras” que no sé de dónde iban a salir para solucionar estos problemas.
Primero tenemos una cuestión general de la situación de crisis económica, que se viene arrastrando con énfasis hace por lo menos hace dos o tres años, de políticas recesivas que repercuten en el trabajo, en la situación social y que obviamente el número de personas en situación de calle refleja un acrecentamiento de la miseria y una pauperización de las condiciones de vida, que no implica a veces el hecho que las personas cobren una prestación como la asignación familiar o que tengan una tarjeta del MIDES para levantar un surtido, de una o dos veces al mes de 1.000 o 2.000 pesos.
Estamos hablando que el acostumbramiento a vivir de prestaciones sociales, va generando a largo plazo una política de… lo que le dicen “inseguridad alimenticia” es hambre e “inseguridad habitacional” es personas sin casa, que van perdiendo el acceso a la vivienda y se van ubicando en asentamientos -y cuando no hay lugar ni siquiera en el asentamiento o no hay lugar para asociarse con otros, es la calle; muchas mujeres y muchos hombres jóvenes es lo que uno está viendo en los últimos años.
Se duplicó el número de personas en situación de calle en 5 años. Es decir, los dispositivos de atención en el Uruguay además son los más básicos que existen, que es dormir y comer un par de horas. Hay un solo servicio de atención diurno, que es el proyecto urbano, que trabaja como una especie de Centro Cultural para las personas que están en situación de calle en Montevideo, que trabajan de forma diurna. Allí sobre todo intentan atender los temas de atención… no de salud mental, porque los dispositivos está en el Vilardebó o algún centro médico asistencial público, en alguna dependencia pública… pero ahí por ejemplo se le estaba dando una atención más de tipo socio-educativo.
Acá el problema de calle es duplicar o quintuplicar el número de camas en estadios o en lugares que se van abriendo como casas para esto, a la larga no va a tocar para nada el problema. El fondo de esta situación tiene que ver con una política económica a largo plazo, una política de fomentar el empleo para aquellas personas que tienen mayores dificultades para ubicarlo; estos problemas no se solucionan con la política de mercado y neoliberal, que se está profundizando en estos últimos meses.
Lo que nosotros notamos en todo caso acá que también con el voluntariado que se intenta promover desde el gobierno con canastas, o con salir a la calle a dar un plato de comida también está en el mismo sentido, no toca y ni siquiera roza con los problemas que tienen que ver con una atención a nivel de salud mental desde el punto de vista integral, de protección.
Si una persona muere en la calle, el Presidente dice “que horrible que fallamos”; eso es un simplismo, acá es una persona que fue expulsada de muchos lugares para poder haber pasado eso. Yo cuando digo expulsar tiene que ver con un sentido de conciencia y no conciencia, en el sentido de que para poder llegar a situación de calle las teorías sociales hablan de desafiliación, de expulsión, de que ya no existe un lugar como la familia, ni rasgo de identidad vinculado al mundo del trabajo.
A veces les hacen entrevistas a personas en situación de calle, que tienen alguna clase de oficio o de aprestamiento laboral básico -son trabajadores de la construcción, peluqueros, jardineros, han hecho algunas cosas. Lo que pasa que el problema de la adicciones, de no haber tenido un lugar de atención, de los alquileres altísimos, una política completamente abierta al mercado de todo lo que son las soluciones habitacionales; todo eso complejiza. Cuando una canasta familiar anda por los $90.000 y con prestaciones sociales que rondan los $2.000, $3.000, $6.000, obviamente que eso condena a las personas a vivir en forma miserable y en condiciones inhumanas.
No es un problema de la persona que esté en situación de calle, sino que es un problema de todo lo que va fallando. Pero falla porque es la política que determina eso; es el extremo solución del mercado, las políticas sociales afín al mercado. Porque en Uruguay, muchas de las políticas sociales son importadas, porque vienen de Chile, de algunos países europeos, porque son financiadas por créditos a nivel internacional del propio BID, ¡el Banco Mundial está atrás de muchos de los créditos que se le dan a los Estados para financiar políticas sociales!, y además con un plazo, por ejemplo tres años, se evalúan si siguen o no, o si se da o no un préstamo más.
El MIDES se ha financiado fundamentalmente con préstamos a nivel internacional y eso a endeudado también al país. Es decir, la persona en situación de calle también es fruto de una política de endeudamiento externo y de no generar política pública a nivel social con nuestros profesionales, con nuestros técnicos; una política que sea soberana, y eso la Unidad Popular lo ha expresado en sus programas, que tienen que ver con políticas nuestras, a la medida de nuestras situaciones y asociadas a políticas que incluyen el desempleo, el trabajo, pero obviamente desde el Estado y no con la mano del mercado, que no le interesa para nada esas personas.
Luego, toma estado público un caso como el de Gustavo Castro y el sistema político se escandaliza, discuten si es culpa de un gobierno que recorta y desmantela o si es de uno que no resolvió el problema en 15 años y exige ahora en cuatro meses; pero simultáneamente en Rivera un hombre mató a puñaladas a una joven de 14 años, y un mes antes un muchacho también de 14 años murió baleado en el pecho en Delta del Tigre sin mediar palabra, por un individuo que bajó de una moto también en su casa. La degradación social, las consecuencias de estos modelos, no se arreglan con votar a una persona, o creer una promesa electoral, sino que es necesario apostar decididamente por una opción realmente de transformación y cambio de la sociedad.
Eso es fundamental. La transformación social es la meta, es el horizonte.
Si vamos a los procesos revolucionarios que existieron en la historia de nuestra humanidad -no hace tanto, en el siglo XX- buscaron incluir en sociedades donde había existido el esclavismo, donde había relaciones de tipo feudal, donde había hombres y mujeres -por ejemplo en la zona asiática como en China y Vietnam había esclavos en el Siglo XX. ¿Cómo hacemos ante esa situación?
Allí por ejemplo, las políticas revolucionarias hacían que todo el mundo tuviera un lugar en el aparato productivo, aunque sea el más mínimo. Por ejemplo al construir una represa en los países que existía el socialismo, donde había personas que trasladaban ladrillos, donde había personas que se encargaban de tareas de limpieza o mantenimiento, muy simples y sencillas que hoy en pleno siglo XXI nosotros le llamamos trabajo protegido. Era un trabajo que en una concepción capitalista no tenían mucho sentido, porque quizás era una especie de gasto; pero para personas que necesitaban tener un empleo o tener un lugar ubicado en la sociedad, era muy importante tener la posibilidad de ser parte del sistema productivo, aunque sea en la más sencilla expresión.
En Cuba la necesidad de la industrialización, del cultivo de la tierra, con una Reforma Agraria.
Si empezamos a hablar en serio, tenemos que ver lo que significa en nuestro país donde se ha expulsado a la gente del campo y prácticamente el 95% de la población vive en zonas urbanas, un país desierto en el interior ¿Qué pasa? El problema de las grandes ciudades son estos justamente; la expulsión de los sistemas de vivienda, el tema del trabajo.
El oportunismo electorero de los partidos que diariamente se disputan un ministerio o cualquier cargo, dejan estos temas de lado y se preocupan de otros… las fábulas de que iban a trabajar en el Casavalle, que iban a hacerlo otro.
También las políticas públicas implican el protagonismo popular de las personas en la toma de decisión, en el control de las políticas, y por otro lado controlarlas para llevarlas adelante. Uno se pone a pensar si hubiera una organización popular de masas en un barrio, ¿pasaría una situación de género -como la que vemos- de esa manera, que maten una gurisa de 14 años -como pasó- sin que alguien pudiera auxiliar, sin que hubiera una organización a nivel territorial de base que estuviera alerta a este tipo de situaciones?
A veces se deriva a que el problema es la justicia… si, pero nosotros queremos el protagonismo popular de la gente para ir transformando la realidad que la rodea; no que venga un técnico para llegar y darle un consejo cada tanto, para ver que va a pasar.
Romper la dependencia de las políticas públicas por parte de la población con la que trabajamos es fundamental, que no queden institucionalizados o dependientes de otros; eso es lo que genera que una persona viva en situación de calle muchas veces.
Es el fracaso constante de políticas sociales que se han reiterado en los últimos años, que están focalizadas en el menor gasto y no lo que precisa justamente la persona para poder vivir junto con los demás.
Ahí hay un aspecto que es político siempre de fondo: si queremos o no que la persona esté trabajando. No entregando un currículum… a veces esos programas de personas en situación de calle son enseñarles cómo hacer un currículum ¡Un currículo vacío!, porque no tienen trabajo, porque no han accedido porque tampoco a las empresas les interesa trabajar con personas que tienen una historia de vida que ha sido marcada por la miseria, por la cárcel o por otro tipo de situación.
Y si eso no se ataja políticamente, va a seguir reproduciéndose la miseria y van a seguir reproduciéndose asesorías, ONG y otras cosas que van a estar pendientes de la moneda que le da el Estado.
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