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“Todos los días te despiertas pensando si te van a tirar abajo una parte de tu casa”

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 27 jun 2020
  • 6 Min. de lectura

Un Tren con mucho peso: UPM manda, los vecinos que se manejen

Gobiernos progresistas y multicolores privilegian a la multinacional.

“Lo mínimo que podemos pedir es que tengan en cuenta a la población

y que sea lo menos perjudicial para la gente”.

Las obras del mal llamado Tren Central, porque en realidad será el único y al servicio exclusivo de una empresa extranjera, UPM, sigue su curso a toda máquina. Visualmente podemos ver que arrasa con todo: casas, árboles patrimoniales, vías de tránsito sin “pedir permiso” ni dar aviso a nadie. Cuando las máquinas de la constructora se acercan, los vecinos se llenan de impotencia y nerviosismo: no saben si le tocará al muro de su casa; un ruido distinto en el barrio es ya sinónimo de peligro.

A lo largo del posible recorrido del tren los vecinos se han organizado, pedido explicaciones, intentar cambiar el trazado. En el Gobierno anterior, el que firmó esta obra, fueron alguna vez escuchados sin cambios, pero generalmente invisibilizados o prepoteados. El gobierno actual, los escucha más veces, pero también sin cambios.

“El tiempo es la principal razón por la cual no se modificará el trazado de la vía férrea destinada al tren de la empresa privada finlandesa que unirá Paso de los Toros con el puerto de Montevideo”, es el slogan usado siempre para las respuestas. 2022 es el año marcado para comenzar a trabajar en la planta.

Más allá de la entrega de nuestra soberanía, del ataque al medio ambiente, de la expropiación de tierras, del consumo de nuestro acuífero, del uso y desgaste de nuestros suelos, del envenenamiento de los cursos superficiales, de no pagar impuestos y tener amplios derechos… están los pobladores, los uruguayos que ven pasar la obra de una vía que no es para ellos ni está pensada en ellos.

Para visualizar sus realidades conversamos con dos vecinas afectadas, una en Canelones, la otra en Montevideo.

El Estado tiene que responder

Ana Hernández vive en Capurro.

Allí se han realizado expropiaciones, se han rajado muros y se mantiene la interrogante; cuando pasen muchos trenes diariamente y muy cargados, ¿cuál será su condición de vida?

“Ya se hizo la expropiación de terrenos, se les quitó unos tres metros. Somos dos vecinas que no firmamos y estamos por vía judicial. Lo nuestro no es terreno sino casa, no es lo mismo”, comenta Ana.

Haciendo memoria, la obra durante mucho tiempo fue de discusión cerrada, en toda la etapa de consultas. Justamente los vecinos que verían afectadas sus viviendas no se enteraron cómo iban a solucionar el tema de las vías del nuevo tren. A ellos les golpeó la puerta una psicóloga, con poco uso de su vocación para decirles que tenían que mudarse. La segunda visita fue otra gente que traía la propuesta, qué dinero podían dar por expropiar tres metros de terreno.

“Estamos viendo como ya han hecho los nuevos muros en los vecinos que tenían terrenos al fondo. Le he preguntado al capataz qué van a hacer con mi casa y otras en la misma situación, y no sabe responder. Todos los días te despiertas pensando si te van a tirar abajo una parte de tu casa”.

En la zona cercana donde vive Ana, se da la problemática de cruces de vía importantes. Si los trenes tienen 8 cuadras de largo y con frecuencias diarias muy altas, no se entiende cómo van a ser los cruces. Se cree que se va a ser un túnel para el tren, con una excavación de 9 a 11 metros en un terreno donde desde 1880 pasan trenes que van apisonando la tierra por su peso.

La reflexión final de la vecina es contundente: “nosotros no tenemos seguridad de la contingencia, no sabemos a quién tendríamos que reclamarle en caso de que nos pase algo en las casas, porque estamos pegado a las vías, ¡pegado – pegado! Nos habían dicho van a tener un teléfono de la empresa constructora… la empresa constructora no me parece a mí que sea algo que yo me pueda quedar tranquila, sino que es el Estado el que tendría que hacerse cargo de eso, pero no tenemos ninguna noticia de que eso sea así. Eso es lo que a mí me tiene más nerviosa, porque uno no sabe a quién recurrir”.

No pueden dividir el pueblo en dos

Natalia Zunino, viven en la ciudad de Canelones. Allí el trazado no piensa en los vecinos, más allá que Natalia no considera que UPM sea una buena inversión.

“Ya hace varios meses que comenzaron las obras arrancando las vías. Y los problemas continúan” afirma Zunino. “Vivo al costado de la vía y muy cerca pasa la Cañada del Pescador. Hace unos 15, 20 días cortaron esa cañada con el fin de pasar con esas máquinas, hicieron como una calle, obstruyeron la cañada, pusieron unos caños que seguramente con la primera lluvia se iban a tapar porque eran unos caños de plastiducto. Creo que ni siquiera tienen conocimiento del territorio porque cualquier persona -no precisa ser ingeniero- con un poco de sentido común, que conoce la zona, sabe que obstruir esa cañada es que nos inundemos todo el barrio y más, porque al tirar basura -no es muy habitual que se limpie la cañada- hay que esperar que algún vecino se inunde para llamar y que vengan con las máquinas, que en eso por suerte había vecinos atentos y se pudo solucionar antes de las primeras lluvias; sino nos hubiéramos inundado”.

En esa cañada había un puentecito y la vía pasaba por arriba, un puentecito muy bien hecho, de la época que hicieron las vías y no había ningún problema, la parte de las vías nunca se inundaba. La empresa rompió el puente e hizo una calle, obstruyendo el pasaje el agua.

Para los vecinos es un trabajo sin criterio. Ese puente que rompieron terminó de noche y no dejaron señalización, tanto es así que un muchacho no lo vio y al caerse se rompió la mandíbula. Hay una línea de árboles frondosos y antiguos, queridos por los vecinos, cortan tres y dejan el cuarto. “Es como que hacen tramos de obras sin coherencia. Es desesperante porque estás todo el tiempo en alerta; de mañana ya empiezas a escuchar ruidos y decís: bueno, otra vez vienen y no están bien marcadas. Vivo en una casa que es muy antigua y el terreno está marcado por un alambre que debe tener más de 100 años. Hay un galpón que está a 4 metros de la vía y a veces yo tengo miedo que lo empujen con la máquina, no tienen cuidado y no tienen criterio”.

Con el lógico derecho de saber cómo continuarán las obras y cómo quedará el proyecto finalizado, han pedido entrevistarse con las autoridades en varias oportunidades. Incluso han juntado firmas.“Esas firmas no se han presentado, pero estamos trabajando en eso porque nos estamos comunicando con todas las demás iniciativas que hay en el interior y también con el Municipio C. Estamos ahí, entre todos queremos seguir con este tema, que esté en la prensa, que la gente se siga informando, porque hay mucha gente que no sabe todavía ni las características del tren, que quizás le pase por el patio de su casa.

Nosotros lo que pedimos es que desvíen al tren, que no pase por las ciudades, que pase por fuera, porque con todo el dinero que se va a gastar en esto, yo creo que lo mínimo que podemos pedir es que tengan en cuenta a la población y que sea lo menos perjudicial para la gente, incluso yo tengo una opinión personal sobre la planta, o sea, no lo veo como una inversión”.

Natalia enumeró algunas de las afectaciones concretas que comienzan a advertir los vecinos. “Atrás de la estación hay unas canchas de baby fútbol donde juegan niños, está muy cerca del cementerio que parece que podría estar afectada; hay un frigorífico también, atrás de la estación hay todo un barrio, hay viviendas de jubilados y estas personas utilizan ese camino para acercarse. O sea vendría a ser como la entrada de Canelones, y ahora si construyen el muro o ponen el tejido, el alambrado ese que tienen que poner al costado de la vía, esas personas no van a poder cruzar por ahí, van a tener que dar una vuelta… no sé calcular de cuántas cuadras, pero ellos van a ser muy afectados.

Después hay una cantidad de viviendas que son nuevas, algunas particulares otras cooperativas, que están al otro lado de la vía; porque al principio, hace muchos años, la vía bordeaba la ciudad, pero ahora hay otra ciudad acá que no sé si no es más grande, porque se agrandó mucho hacia el oeste, está del otro lado de la vía y todas esas personas van a quedar aisladas. Porque los cruces tampoco van a ser muy seguidos, ahora los tenemos a una cuadra, dos cuadras, la vía atraviesa la ciudad, estamos acostumbrados a eso, pero no tiene nada que ver, aparte nosotros íbamos caminando al lado del tren por la velocidad que iban, ahora van a pasar a una velocidad (de 60 u 80 km/h) y no van a haber esos cruces.

Este tren no para, mide 8 cuadras de largo, lleva productos tóxicos; si pensamos en un accidente sería una catástrofe porque no hay manera, un tren que lleva ácido, que lleva soda cáustica, no sé, eso es lo que más nos preocupa. La gente piensa en que da trabajo la obra, no en todo lo que rodea esa obra”.


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