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COVID 19. ¿Hacia una nueva normalidad?

  • Daniel Rocca
  • 30 may 2020
  • 4 Min. de lectura

Tiempo atrás empezamos a escuchar que la salida de la pandemia va a significar que viviremos en una nueva normalidad.

Sin enroscarnos en el término, antes de ir hacia el futuro con el tema de lo normal (lo aceptado como regla social, común, ordinaria para todos. por las grandes mayorías) veamos cómo era el mundo cuando esto empezó, a fines de 2019 e inicios de 2020, demos una mirada global.

Antes de la pandemia, había cines, teatros, recitales, ligas de todo tipo de deportes, turismo a escala planetaria, cruceros, etc., etc.

Pero también había otras cosas. 2019 fue un año atravesado por grandes protestas en Europa, Medio Oriente, Asia y Sudamérica. Si bien no era homogénea la agenda de esas manifestaciones, marcaban por un lado el descontento con los gobernantes y por otro la movilización como demostración de fuerza. La situación global nos indicaba a inicios del 2020, que estábamos en el momento de mayor desigualdad y concentración económica en pocas manos de la historia.

Seis individuos concentraban en Enero de este año, en sus arcas la misma riqueza que los 3.600 millones de personas más pobres del mundo. Media docena de personas contra medio planeta.

Unos 7.200 niños morían por día (y hoy tal vez mas) a causa de la desnutrición severa y la deshidratación.

Algo más de 800 millones de personas carecían de alimentos suficientes para comer en 2019. 3.000 millones de personas no saben lo que es la variedad de comidas. Cuando comen se alimentan de un solo alimento (arroz, maíz, trigo, mijo o sorgo). Ese hábito que muchos solemos tener de comer una cosa en el desayuno, otra en el almuerzo y otra en la cena, casi medio planeta lo desconoce.

Comenzamos el año con una economía donde solo cuatro empresas controlan el 60% de las semillas patentadas. Paradójicamente el 70% de los alimentos que produce la tierra y consumimos provienen de plantaciones de pequeños campesinos. Y en nuestra región entre el 60% y el 80% de los alimentos los producen las mujeres que son las que más sufren el hambre.

Según la FAO un tercio de la producción de los alimentos destinados al consumo humano se pierde o desperdicia, lo que equivale a aproximadamente 1.300 millones de toneladas al año de comida que se desperdicia en el planeta. Utilizamos tierras de gran calidad para el cultivo de soja para ganadería y para biocombustibles, mientras seguimos desperdiciando sin utilizar a gran escala una de las más potentes energías que disponemos, la energía solar.

El gasto militar merece un capítulo aparte por lo absurdo. El gasto anual mundial se estima en 1 billón 600 mil millones al año.

Hay 26 millones de personas que son soldados en el mundo. Los gastos militares en investigación son secretos. 500 mil científicos trabajan en la industria de la guerra (no hablamos de administrativos). Las armas se fabrican en el norte y se compran en el sur, es inverso al ciclo de las drogas ilegales que es del sur hacia el norte.

La situación del medio ambiente se torna cada vez más crítica. Hay dos temas agrupados que son fundamentales atender con urgencia, por un lado está la pérdida de la criosfera del planeta a saber: la fusión del hielo marino del Ártico y de la capa de hielo de Groenlandia, de la Antártida Occidental y las regiones de la Antártida Oriental. Por otro lado están las afecciones a la biosfera, temas que avanzan hacia un punto sin retorno como: la devastación de los bosques boreales, de la selva amazónica, de los arrecifes de coral de aguas cálidas y la descongelación de la capa de suelo permanentemente congelado conocido como permafrost.

El poder financiero conforma una auténtica oligarquía internacional y desde ese poder se instaura una política de sometimiento no solo económico, sino también ideológico-cultural que predomina en la mayor parte del globo. Los organismos del sistema internacional están cooptados por esta elite financiera que como la OMC (BM, FMI, etc.) perversamente pasa por encima de las soberanías nacionales. Guaridas fiscales, fuga de capitales, endeudamiento de estados y privados, commodities, derivados futuro y otros mecanismos financieros combinan una trama delictiva del más alto grado. Nunca más vigente esta la frase de Brecht "robar un banco es delito, pero más delito es fundarlo".

Antes de decir nada sobre una "nueva normalidad", teníamos que por lo menos repasar de modo general algunas de las facetas del mundo antes de la pandemia. Un mundo donde convivían una amplia gama de trabajos y actividades de esparcimiento y fuga social junto a medio planeta viviendo materialmente en el siglo XIX. No queremos volver a la normalidad, queremos que lo normal sea no pisotearle a las grandes mayorías los derechos humanos políticos, sociales, económicos, culturales que nos corresponden por el simple hecho de nacer. Esta pandemia ha puesto en el centro la importancia de los recursos en salud y la inutilidad de los recursos para el crimen de las guerras. Ha puesto en ridículo a los países centrales, la mayoría gobernados por una oleada de ineptos y anti-humanistas de la derecha internacional.

Las protestas de las que hablamos al inicio, están ahí latentes, los pueblos necesitamos construir un proyecto propio, necesitamos ir acordando direcciones. En un próximo escrito abordaremos el tema de algunas orientaciones a la hora de actuar que nos parecen claves si pretendemos salir de la "antigua normalidad", para entrar en una normalidad nueva, una normalidad verdaderamente humana.

Daniel Rocca (*). Mayo 2020.

(*). Es integrante del Equipo de Coordinación Nacional del Partido Humanista en Uruguay. El PH es integrante de Unidad Popular


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