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Nueve de mayo

  • Nikolai Tojonov
  • 9 may 2020
  • 3 Min. de lectura

Soldados del Ejército Rojo en Konigsberg, bastión del nazismo.

¡Nueve de mayo! El hombre soviético nunca olvidará este día. Como nunca olvidará el 22 de junio de 1941. Entre estas fechas parece haber pasado un siglo. Y como ocurre con frecuencia en la epopeya del pueblo, durante este tiempo ha crecido legendariamente el hombre soviético. Tanto ha crecido, que el soldado rojo, firme junto a la bandera desplegada en Berlín, es divisado por todo el mundo.

Nosotros no esperábamos el 22 de junio. Pero ansiábamos que llegara el día cuando el último golpe derribara al negro monstruo que ha ultrajado la vida. Y hemos dado este golpe. Y el tiempo ha contestado con las alegres campanadas del reloj. Esta hora sonó a las once de la noche del nueve. Y el nueve de mayo se convirtió en un día de triunfo de todo el pueblo.

Ha terminado la guerra. La Gran Guerra Patria. Aquellos que pensaron dictarnos su voluntad de forajidosfirmaron la última acta de esta tragedia de la historia de los pueblos. La han firmado porque les hemos obligado a ello. Dijimos que llegaríamos a su guarida, y hemos llegado. Los hubiéramos destrozado sin dejar restos, si no hubieran capitulado.

¿Qué ha sucedido en esta hora histórica? Ocurrió aquello tan grandioso de que habló el camarada Stalin: "Ahora todos reconocen que el pueblo soviético, con su lucha abnegada, ha salvado la civilización de Europa de los pogromistas fascistas. En esto reside el gran éxito del pueblo soviético ante la historia de la humanidad.

Como quiera que estuviese organizado el mundo bandidesco de los cuarteles y de las cárceles, su organización se mostró insolvente ante nuestra voluntad de victoria, ante nuestra capacidad de organización. Por muy terrible que fuera su arsenal de ofensiva, no quedó absolutamente nada de él, ante nuestros golpes irrechazables. El Estado y el régimen soviético crearon las condiciones para nuestra victoria decisiva y final. La perseverancia, la inventiva y el magnífico valor de nuestro pueblo fueron los elementos que integraron aquella fuerza que había de impulsar la causa de la derrota del Estado fascista.

Los comunistas estuvieron en las primeras filas de los combatientes tanto en el campo de batalla como en la gran fragua de la victoria: la retaguardia. El nueve de mayo es el triunfo de

todo el pueblo soviético, de todos sus hijos e hijas, de todos sus patriotas, porque el patriotismo no conoce edades.

Sentimos hoy en nuestra alma una alegría incomparable. Y el cielo nocturno, sobre Moscú, parece irradiar los reflejos de esta alegría, de que está llena la tierra soviética. He mos sido testigos de acontecimientos sobre los que se podrían escribir tomos enteros. Pero nosotros, hoy, los resumimos todos en una sola palabra: ¡Victoria! Victoria significa que el enemigo, está decidida, indiscutiblementedestrozado. Él mismo lo reconoce. Victoria completa significa que nosotros y nuestros aliados, poderosos,mirándonos, decir que en toda la extensión de Europa ya no existe el odiado "orden nuevo", el orden de las cárceles y los campos de concentración donde se levantaron los hornos para la exterminación de los pueblos.

En cualquier lugar donde se encuentre hoy el hombre soviético se llenará de una gran alegría, interrumpirá el trabajo si trabaja, para frotarse alegremente las manos, respirar satisfecho, suspirar profundamente y decir:¡Lo conseguimos! ¡Alcanzamos a la fiera! ¡Hemos acabado con ella!

Y junto con el hombre soviético suspirarán todas las gentes liberadas por el Ejército Rojo. Y las ciudades y las aldeas se llenarán de un alegre bullicio, porque hemos pasado mucho tiempo sin conocer tan embriagante felicidad, tan enorme satisfacción. Todos hemos trabajado por la causa de la victoria, todo el pueblo, con toda nuestra alma. Y mirad cómo sale e ilumina el sol nuestras amplias tierras, el sol de la victoria, el sol de la gloria.

¡Saludemos, pues, con todo el agradecimiento del corazón, al gran Stalin que salvó al mundo de la sombra del exterminio, que salvó a nuestra Patria y a todos nosotros! ¡E interrumpamos nuestros trabajos y estemos alegres, porque en la calle hay fiesta, porque en nuestras calles resplandece y resuena el inmortal nueve de mayo!

Trad.: José Antonio Rico


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