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No se trata de reclamar cadenas, sino de romper con ellas

  • Foto del escritor: La Juventud Diario
    La Juventud Diario
  • 2 may 2020
  • 5 Min. de lectura

En un año atípico, la Confederación Sindical y Gremial del Uruguay se las ingenió para celebrar un nuevo Día Internacional de los Trabajadores y colocar públicamente los principales planteos del momento por parte del clasismo, como hace más de una década realiza año a año en la explanada municipal.

En esta oportunidad, en una actividad con presencia de delegados de cada una de las organizaciones sindicales que lo organizan y una transmisión por medios virtuales con breves intervenciones y proyecciones de videos, la actividad cerró con una proclama central en voz de Laura Gularte (integrante de los sindicatos de la salud SITRAS y SUEUU), de la que a continuación reproducimos un importante fragmento:

“…La emergencia social y sanitaria, se ha transformado en crisis social y no es casualidad.

El gobierno y las clases dominantes culpan al virus de esa crisis y relanzan un nuevo ataque contra el pueblo trabajador.

Desde la CSGU, decimos que son el modelo económico aplicado en nuestro país y el sistema del Capital, los generadores de la crisis y de la pobreza en que viven hoy más de 400 mil hogares de trabajadores.

En nuestro país hay casi 1 millón de trabajadores que recibimos un salario de los $20.000, cuando la canasta familiar ronda los $90.000. Hay más de 160 mil trabajadores desocupados y 400 mil trabajan en negro. Cientos de miles de trabajadores están precarizados; más de 210 mil hogares de trabajadores reciben los planes asistenciales del Mides.

En las últimas semanas hay 150 mil trabajadores que se suman al seguro de paro y 100 mil al seguro por enfermedad, con la excusa del virus, seguirán el camino de la pobreza a corto plazo.

Estamos convencidos que solo la resistencia activa, la confrontación y la lucha colectiva de nuestra clase puede parar la estrategia del gobierno.

Este modelo económico social funciona en defensa de las clases dominantes y en su provecho. Traslada los costos de la crisis al pueblo trabajador, por lo que no es difícil imaginarse cómo van a ser “el día después” y la “nueva normalidad” tan anunciada.

Y aun así, este Poder Ejecutivo da continuidad al mismo modelo del anterior gobierno.

Nos anuncia -parábola del ciclista “malla oro” mediante- que la salida va por el lado del capital privado. Sostienen que el “capital” es el impulsor del proceso productivo, porque es el que pone el dinero para la inversión y, en consecuencia, el capital es el que “da” trabajo.

El discurso clama por salvar a los capitales que son los que pueden invertir y el papel del Estado y del gobierno es “facilitarle” la tarea al “maya oro”.

Todo esto es una falsedad absoluta de la realidad.

Una vez más compañeros, reafirmamos que: el capital es “trabajo acumulado”, y que es el “trabajo” quien genera la producción y el propio capital.

No es el capital el que genera la riqueza, sino que es el trabajo -nuestro trabajo- el que genera la riqueza y al propio capital. Y el capital se alimenta de la explotación cotidiana de nuestro trabajo.

La pandemia desnuda la realidad que está padeciendo nuestro país a nivel laboral y económico.

Nos anuncian nuevas recuperaciones económicas de mano del capital. Señalan grandes oportunidades económicas para la recuperación y reestructuración de la sociedad post pandemia, tras la crisis sanitaria.

El gobierno pide que “nos quedemos en casa” por “solidaridad y responsabilidad social”. Al instante las patronales mandan al seguro a decenas de miles de trabajadores.

Llegan al colmo del cinismo las empresas de la salud privada: envían más de mil trabajadores al seguro de paro, mientras Bermúdez les asegura “ni un minuto de paro”.

Asegurar las ganancias a costillas de mayor explotación del pueblo trabajador, ese es el objetivo.

Y de la mano del gobierno, los mercados, el gran capital, el sistema financiero, las patronales ya nos pasan el precio fuerte de la crisis. Pretenden que sea nuestra clase quien lo pague, y en particular, las mujeres y jóvenes trabajadores, los jubilados, los pobres quienes carguemos con el peso de la “austeridad”, de la “regla fiscal” y de la LUC.

Porque la realidad es que, en el medio de la crisis meten la Ley de Urgente Consideración (LUC) al Parlamento y más decretos, que van a agravar la crisis. Pretenden condicionar el derecho de huelga, profundizar la legislación represiva; privatizar la producción y distribución de combustibles, el control de la educación pública, e imponer la reforma retrograda, neoliberal y antipopular de la Seguridad Social. Con la LUC, los objetivos son someter a la clase trabajadora, imponer nuevos ajustes, instalar políticas de “austeridad”, de rebaja salarial, de nuevas privatizaciones, de más apertura al capital extranjero, de mayor desocupación y precariedad laboral, de mayor criminalización y represión de la protesta social para imponer sus objetivos centrales de esta coyuntura histórica e imponer sus dos reformas estratégicas: la reforma de la seguridad social y la reforma laboral.

Nuestra clase trabajadora debe reforzar la solidaridad, la organización y la movilización para enfrentar este nuevo ataque del capital.

La pandemia acelera y agrava la recesión que empuja la crisis internacional y será grave. Pero sí, hay solución; hay cómo salir de esta situación.

Hasta desde los templos neoliberales se reclama enérgicamente la intervención del Estado, la inversión pública, sostener al conjunto de la población trabajadora y subvencionar a las empresas pequeñas y medianas y “cuestionar los privilegios de los ricos”.

El gran capital local y extranjero se ha beneficiado en las últimas décadas, de todo tipo de privilegios para el saqueo de los recursos naturales y de la fuerza de trabajo de nuestro país.

Es hora de terminar con esos privilegios, cambiar las reglas de juego y que el gran capital pague para responder a las urgentes necesidades del conjunto social.

Hay más de 20 mil millones de dólares depositados en el exterior; hay miles de millones en las AFAP; se pagan miles de millones de intereses de la deuda pública y en subvenciones al gran capital; los terratenientes, el agronegocio, los grandes exportadores de carne y soja, las pasteras han acumulado riqueza de decenas de miles de dólares.

¿Porque tiene que seguir pagando el conjunto del pueblo trabajador?

Llevar esto del enunciado a la realidad de manera urgente puede evitar que pasemos de la crisis social al verdadero holocausto social.

Esa es -a nuestro entender- la amenaza real y el desenlace inevitable de no actuar a tiempo. Los remiendos, las medias tintas, los parches presentados por la actual oposición parlamentaria y el PIT-CNT, no son soluciones.

Hay que atender a los sectores llamados “vulnerables”; y es necesario dar respuestas a la situación de todo el pueblo trabajador que ya está pagando esta crisis social y económica con desocupación, seguro de paro, salarios e ingresos en caída libre.

La mayor cantidad de recursos del Estado deben de estar volcados principalmente para combatir la desocupación, la exclusión social y la pandemia generada por el Corona Virus.

Ante ello las medidas económicas y sociales alternativas que hemos presentado, son parte de la solución. Tienen fuente en la concepción de un mundo solidario, donde la producción y la distribución de la riqueza sea justa y equitativa.

Debemos luchar para cambiar las actuales relaciones de producción; los trabajadores tenemos un rol fundamental en la vida económica de la sociedad y no podemos ni queremos ser la variable de ajuste a utilizar cuando la crisis golpea al país.

Es hora de priorizar la vida y dedicar todo el apoyo económico en parar la exclusión social, la desocupación, la precariedad laboral, el empobrecimiento social y la emergencia sanitaria.

Es imprescindible avanzar con las organizaciones sociales y sindicales del campo popular que enfrentan este modelo que reproduce la desigualdad y la injusticia social.

Hay condiciones y es necesario resistir y luchar. Generando con urgencia la coordinación más amplia, y rechazando a los conciliadores, claudicantes y oportunistas de siempre.

Siendo conscientes que es la lucha la que define, es indispensable avanzar por ese camino, sumando fuerzas y voluntades; y sumándonos a iniciativas genuinas de resistencia y lucha…”

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