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Que las viejas ideas del sindicalismo de clase se hagan carne entre los trabajadores

  • Anael Cardozo
  • 1 may 2020
  • 2 Min. de lectura

Cada primero de mayo hago una introspección de mis acciones, como parte de un movimiento vilipendiado por años pero que ha intentado sostener en el tiempo la lucha de sus viejos consignatarios.

Aún no hemos podido cambiar la lógica capitalista, que aplica las variables en un mundo en estado crítico. La percepción de que el avance es producto de la asociación entre capital y Estado para determinar la prosperidad de un pueblo, parece un discurso vetusto.

Hay familias que se han beneficiado del modelo a pesar del sentido discriminatorio del mismo, un sistema que nos deja al pasar un sesgo de libertad, pero que condena al ostracismo aquellos que no cumplan con sus lineamientos. La lógica del poder ha creado su antagónico para perpetuar.

El movimiento sindical es el producto más digno que este sistema ha creado, que ha podido evidenciar desde sus orígenes el carácter injusto y despótico de sus detractores. Que ha buscado en su afán de libertad un modelo más justo, dejando muchas veces la vida por ello.

Me es difícil abstraer la impresión que generaría el presente para nuestros predecesores. La sociedad ha sufrido y reglamentado muchos de sus reclamos, pero a cambio hemos postergado sus metas. Hemos constituido el producto como una herramienta de negociación, para navegar en aguas más calmas.

Quizás sea el momento de retomar viejos paradigmas olvidados en el tiempo. Un tiempo que se nos fue arrebatado por meros ilusionistas que el sistema apremia. Pero que no serán los últimos tampoco.

Desde mi humilde opinión, y como partícipe de la actividad sindical en la industria de la carne, lo primero que debemos conquistar es nuestra independencia; dejar de ser embaucados por una clase política que persigue en el fondo intereses de la burguesía. Dejar de ser un instrumento que manipula a su antojo el mercado, algunos empresarios que utilizan prácticas de antaño para desestabilizar, desenmascarando la fragilidad económica que en el fondo nos sigue castigando.

Cada primero de mayo me reafirmo, la herramienta sindical es el sentido que nos define como tal, aunque ningún sindicato esté ajeno a caer en contradicción por estar expuesto todo los días al discurso hegemónico, el fortalecer la herramienta con honestidad y compromiso es el deber histórico que más pesa en el colectivo; y recuperar su carácter transformador es nuestro desafío.

Anael Cardozo

Integrante del Sindicato del frigorífico Carrasco

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