Frente a un nuevo 1 de Mayo Construir sindicatos para la lucha no para la conciliación
- Gustavo López
- 1 may 2020
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Por Gustavo López
El primero de mayo es el día de mayor significación para los trabajadores del mundo, día de homenaje a los mártires de Chicago y de lucha, día en donde colocar la perspectiva de la emancipación de los trabajadores en el centro de le escena.
Nos proponemos en esta modesta columna someter a juicio de los lectores algunas reflexiones acerca del rol de los sindicatos y su función en el proceso de transformación de la realidad.
Surge en el mundo de nuestros días la impostergable urgencia de colocar a los trabajadores a la ofensiva para poner freno a la barbarie capitalista que multiplica la miseria, el hambre y la muerte en todo el globo terráqueo.
En tal sentido, creemos que los sindicatos están llamados a jugar un papel definitorio si recuperan su rol histórico.
Los sindicatos constituyen la forma natural y primaria de la organización de los trabajadores.
Esta forma se deriva de la función económica del proletariado como vendedor de su fuerza de trabajo. El interés inmediato de los trabajadores consiste en obtener mejores condiciones para vender su fuerza laboral; la lucha contra el patrón por mejores condiciones de trabajo y vida es la primera forma casi instintiva de la lucha de clases.
Cuanto más débil sea la organización de los trabajadores, más duras serán las condiciones impuestas por el capital.
Los sindicatos no son propiamente organizaciones revolucionarias en sí mismo, en tanto no se proponen el derrocamiento del sistema. Pero es en la lucha sindical donde los trabajadores elevan su conciencia y su capacidad de comprender que solo la superación del capitalismo podrá ofrecer resolución definitiva a sus problemas cardinales.
Que un sindicato contribuya a elevar la conciencia de sus afiliados, que se proponga objetivos superiores, que se eduque en la ciencia del marxismo a sus miembros, o por el contrario que contribuya a la domesticación de los trabajadores, a la paz social con los burgueses y a la resignación reformista, depende en gran medida del carácter de su dirección.
Disputar la dirección de los sindicatos cada vez que esto sea posible, es una obligación de los revolucionarios en el movimiento obrero.
También en el seno de los sindicatos operan corrientes burguesas y todas las tendencias del oportunismo contra las que estamos en lucha irreconciliable.
La militancia sindical aporta a los trabajadores un primer eslabón de conciencia, una escuela de lucha. La propia adhesión a la herramienta sindical es prueba de la aparición incipiente de la conciencia de clase.
Si bien la lucha sindical ayuda a la comprensión de la naturaleza explotadora del capitalismo, esa comprensión es aún insuficiente puesto que en la acción sindical el trabajador solo ve al empresario o a las patronales pero no a toda la clase burguesa ni al Estado como garante de los intereses de las clases poseedoras.
El obrero en lucha debe conocer también la realidad más general, adquirir una comprensión política.
Entender que detrás de los patrones y de él mismo, hay clases enteras que luchan entre sí por el poder político.
Solo cuando la clase obrera ataca al capital en su conjunto, puede vencer definitivamente a los capitalistas.
Solo la lucha política nos permite la comprensión general de los fenómenos sociales y un juicio correcto acerca de la táctica general de la lucha en cada momento histórico.
La práctica de la organización sindical y la lucha cotidiana enseña a los trabajadores a subordinar su interés inmediato y personal al interés general de la clase, a sacrificar su ventaja personal por la victoria del colectivo.
Cada huelga ganada, cada reivindicación obtenida por la acción común y unitaria o cada derrota sufrida educan y nos pone frente a frente con la realidad que debemos transformar.
Solo presentándose los trabajadores a la lucha como una masa coherente e indivisible podrá derrotar al poderoso Estado de clase.
No siendo en sí mismos organismos revolucionarios, los sindicatos tienen enorme importancia revolucionaria. El marxismo ve las condiciones para la transformación revolucionaria de la realidad en las luchas cotidianas y en la organización de la clase obrera, cuya función histórica sigue siendo la de convertirse en sepulturera del capitalismo.
Las masas entran en combate por sus intereses inmediatos, con conciencia, disciplina y energía aprendidas en combates anteriores.
En definitiva, los sindicatos son herramientas para la lucha, no para la conciliación.
Hoy, los trabajadores del mundo conmemoran un nuevo 1 de Mayo en el marco de la pandemia planetaria producida por el Covid 19 y de la profundización de la crisis capitalista que coloca al mundo del trabajo frente a enormes desafíos.
Las clases dominantes una vez más pretender descargar todo el peso de la crisis sobre las espaldas de los trabajadores. El capitalismo como sistema podrido y en descomposición, se comporta como una fiera indómita que es capaz de destruir a su paso hasta la propia vida.
Solo los trabajadores en lucha podrán reorientar la producción en arreglo con las necesidades sociales y construir de este modo una humanidad digna de este nombre.
En las particulares circunstancias en que nos toca vivir y luchar, se torna imperioso ampliar la unidad de los trabajadores y demás sectores populares para potenciar la lucha.
Unidad para luchar, con un programa preciso y de clase, y tomando justa distancia de las corrientes conciliadoras que subordinan los intereses cardinales de la clase obrera en el altar de la resignación.
La unidad tiene un valor estratégico si es concebida para articular y dinamizar las luchas en curso.
¡¡Por un primero de Mayo de Lucha!!
¡¡Viva la clase obrera!!
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